sábado, 21 de noviembre de 2009

Cartagena tenía color de hierro viejo..


Cartagena tenía color de hierro viejo, de quilla blindada, que un día encalló y abandonada en el roquedo fue cubriéndose de moho y de liquen. Cartagena era una plaza fuerte, con sus murallas por Quitapellejos hasta la estación del ferrocarril, cerrando por San José y Monte Sacro sobre el puerto. Por los flancos, montañas peladas se erguían y entraban el el mar, formando el puerto natural mejor del mundo, según los cartageneros más entusiastas”.

De Mr. Witt en el Cantón, Ramón J. Sender.

Dejamos la autovía por la salida de Los Dolores, enlazando con la antigua N301 y cruzando pueblos que no habíamos visitado en muchos años: Miranda, Santa Ana. A ambos lados de la carretera eucaliptos, pinos, palmeras de jardín, algunas paleras asomándose al asfalto, caseríos abandonados, casas de una sola planta, algún chalé, cultivos, trabajadores del campo, ciclistas, paseantes, personas haciendo deporte... Cerca de Miranda hileras de pilones a ambos lado de la travesía nos hizo recordar una canción de Albano y Romina Powell grabada precisamente allí, con la carretera como fondo y algunos pinos cerrando el sueño de un pasado que nunca volverá. Nuestra hija jugaba a las diez de la mañana en la Concentración de Equipos Mini Femeninos de la Federación de Baloncesto de la Región de Murcia, en Los Dolores de Cartagena, en las pistas auxiliares de Los Salesianos. Se reunían 15 equipos femeninos, 15 grupos de niñas que querían divertirse jugando, compartiendo sentimientos, deseos, camaradería, pasión por un deporte minoritario pero, o tal vez por eso, mágico. Tomamos un cortado en el café bar La Trainera, frente a la entrada del colegio. Una gran fotografía rectangular en la pared del bar mostraba una trainera de Zumaia. Nos llamó la atención el patrocinador de la embarcación: Altuna y Uría, construcciones. Ignacio Uría fue el último empresario vasco asesinado por la barbarie terrorista.
Pero esa mañana estábamos allí, sintiendo la cercana brisa marina, oliendo los sueños y pesadillas de una ciudad tres veces milenaria, para hablar de baloncesto, para ver jugar a centenares de niñas al baloncesto, para creer, que a pesar de las dificultades y agonías, es posible disfrutar con las sonrisas de nuestras hijas, con los botes de balón, incluso con los pasos, los dobles, el acompañamiento y las rayas laterales que siempre están más cerca de lo que pensamos.
A lo lejos una palmera se recortaba sobre el horizonte, y una bandada de gaviotas sobrevolaba en círculos sobre nuestras cabezas. Por allí estuvo el director deportivo de la Federación de Baloncesto de la región de Murcia, Felipe Coello. Por allí estuvimos muchas madres y padres comentando el esfuerzo que supone ir de un sitio para otro, un fin de semana tras otro, un mes tras otro, para que nuestras hijas disfruten de sus deseos y pasiones, al igual que nuestros hijos disfrutan de los suyos, porque todas las personas tenemos derecho a sentirnos iguales, a vivir la vida con todas las ilusiones que podamos acumular en estos, leves y finitos cuerpos. Sabemos que los tiempos están cambiando, está escrito en el viento (plagiemos a Bob Dylan), y que el siglo XXI es el siglo de las mujeres, de la igualdad de oportunidades. Y viendo pasear por las pistas a Felipe Coello pensamos si no estaría también por allí el Presidente de la FBRM, Juan Carlos Hernández, e incluso su Secretario General. Hay que visibilizar los géneros, hay que llevar la palabra jugadora a la letra impresa, hay que dignificar el esfuerzo de las entrenadoras y entrenadores de los equipos femeninos, hay que reconocer que es igual de valiosa la sonrisa de un niño que de una niña, que hay que buscar debajo de las piedras del pensamiento aquella vez en la que las acciones humanas no dependían de construcciones culturales de dominación.
El equipo de nuestra hija, la AD Infante, perdió los dos partidos, 14-36 y 16-30, pero durante una horas fuimos felices porque hizo lo que quería hacer, a pesar de las dificultades, a pesar de los estereotipos de género, a pesar de la dificultad de transmitir valores de igualdad y cooperación. Pensamos que la FBRM está preocupada por fomentar la igualdad en la práctica del baloncesto. Es hora de actuar y creemos que se están recorriendo nuevos caminos.
Al abandonar Cartagena, observamos a lo lejos las colinas que rodeaban la ciudad portuaria, cada vez mas bella e histórica. Y pensamos con envidia en su conversión en una ciudad de historia, cultura y libertad, a diferencia de Murcia que destruye su pasado y priva a nuestras hijas e hijos de un patrimonio que es tan suyo como nuestro. Cartagena fue cartaginesa y romana, y así lo vive y lo siente. Murcia fue árabe y lleva camino, para nuestra vergüenza, de convertirse en una aburrida, contemporánea y gris ciudad del interior regional. Que el tiempo y la razón lo impidan.

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