miércoles, 25 de noviembre de 2009

A los 16 años Lucía Sánchez Andreo pensó que tal vez el mundo no era redondo...

A los 16 años, Lucía sánchez Andreo pensó que tal vez el mundo no era redondo, tal como se mantenía desde Galileo, porque tenía demasiadas aristas y esquinas que lo hacían ciertamente ingrato. Tampoco era de caramelo, como sostenía Irene Andreo mientras leía poemas de Pessoa a la luz de un sol que refulgía en las altas ventanas de la brisa mediterránea y dibujaba tenues cascadas de piel de naranja en la pared de poniente.

A los 16 años, Lucía Sánchez Andreo leía a Kavafis, a Whitman, a Neruda y a García Lorca, y la poesía formaba parte de sus pequeños asuntos desde el amanecer sonrosado hasta los últimos túmulos de la madrugada. Pero la vida no era una estrofa abierta a la vida, tampoco un racimo de poemas extraídos al azar de una bóveda celeste de un azul inconmensurable y nunca antes visto.

A los 16 años, Lucía Sánchez se sentía libre, grande y hermosa en un tierra de palmeras, olivos y aguas rizadas que se peinaban en los cañaverales de cualquier playa. El sol refulgía, vibraba y jugaba con los objetos que el azar había desperdigado, ora con serenidad, ora abruptamente, en la mirada castaña de una adolescente que amaba la poesía e ignoraba la prosa dura, maciza, marmórea con la que se escribían los hechos humanos.

A los 16 años, Lucía había conocido el amor y el desamor, estudiaba 3º de BUP, y añoraba México y las historias que le contaba su abuela sobre la guerra y las lucernas de la muerte en las llanuras gélidas de Toledo. Había dejado el voleibol, había dejado a su novio que jugaba al baloncesto y se sentía melancólica, pero con una melancolía dulce y despejada envuelta en el revés de su tristeza.

A los 16 años, Lucía comenzaba a ser y sentirse Lucía, sin apellidos, sin ataduras, sólo con un futuro dorado que a veces se camuflaba tras una nube de su mirada.

Os dejamos hoy, Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, un microcorto documental realizado por Moisés Romera y Marisa Crespo titulado “Jugando a mamás y papás”.

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