lunes, 2 de noviembre de 2009

Losquenoentendemosdebaloncesto se sincera



En los últimos días se han publicado en la blogosfera comentarios que no entendemos en sus justos términos. No sabemos como se sustancia la falta de respeto, tampoco la referencia al poder o a los cargos. En la teoría de género, su ejercicio y la forma de ejercerlo es piedra angular. Pensemos en Foucault o Pierre Bourdieu. Por otra parte género no es sexo, género es una construcción social de lo que debe ser el hombre y la mujer, sexo es biología. En cuanto al tema de los cargos, si no se entiende lo anterior no se entiende nada. El argumento de la capacidad y la responsabilidad sería irrefutable en una sociedad en las que no hubiera diferencias materiales entre mujeres y hombres. Pero parece, y así lo demuestran numerosas y prolijas investigaciones, que siguen existiendo barreras que impiden una igualdad real. Hablamos, por ejemplo, del famoso “techo de cristal”, de la segregación educativa y laboral o de la doble presencia. Lo demás no deja de ser aburrido: si se piensa que el intento de permeabilizar el baloncesto con conceptos como igualdad de género, empoderamiento, acceso diferencial a los recursos deportivos, techos de cristal, Directivas Europeas, legislación nacional, planes de igualdad... es conspiracionismo se está muy alejado de los planteamientos que inspira losquenoentendemosdebaloncesto.

Creemos que el autor del blog más leído de nuestra Región ha sabido captar perfectamente el fondo del debate, el futuro que se vislumbra en pocos años. El mundo está cambiando, el siglo XXI es el siglo de las mujeres, y más pronto que tarde las barreras construidas durante siglos caerán por su propio peso y habrá igualdad, no machismo o su antónimo, el hembrismo.

También se dice que algún otro artículo o comentario impugna el aparato conceptual sobre igualdad y baloncesto, pero lo hemos leído y releído y no hemos encontrado tal impugnación. Tampoco tenemos demasiado interés en refutar afirmaciones que carecen de base teórica y se centran en estereotipos, caricaturas de las doctrinas económicas y políticas, de los sujetos del poder, de su ejercicio y de su representación simbólica.

Si se lee atentamente los artículos sobre igualdad y baloncesto publicados hasta ahora veremos las huellas de Simone de Beauvoir, de Betty Friedan, de Kate Millet o la estética de películas como Las Horas o Revolucionary Road, basada en una novela de Richard Yates. También es conocida nuestra predilección por la generación beat. Todo lo demás, creemos, son sueños, acaso pesadillas, urdidas en las blancas noches del Báltico, en las arenas de un mar donde Maquiavelo o Torquemada dibujan cadalsos u hogueras, y buscan el humo en las chimeneas de los descreídos.

Addenda (mañana del 2 de noviembre): La lectura de otros documentos elaborados con posterioridad a esta entrada, nos haría modificar ciertos párrafos de ésta. Pero en honor a la honestidad de lo pensado y escrito vamos a mantener el contenido original. No obstante, creemos que se está debatiendo desde el respeto a las opiniones ajenas, y desde la idea de que todas las personas que disfrutamos del baloncesto queremos potenciarlo y abrirlo a todos los ámbitos de la vida. Creímos ver en un comentario la impugnación de nuestras propuestas desde cierto conspiracionismo que no existía y no existe por ningún lado. Nos remitimos a la Conferencia de Pekín de 1995, o a los documentos de trabajo y su desarrollo normativo de la Unión Europea sobre el tema. Estamos hablando del concepto "empoderamiento", que va mucho más allá, en lo conceptual y en la praxis, del "quítame tú para ponerme yo".

Creemos que transitamos por sendas no trilladas, y esto es bueno si hay objetivos loables en el horizonte.



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