martes, 22 de diciembre de 2009

Una película para estas fiestas: Camino a la Gloria


Mientras veían “Camino a la Gloria” Irene Andreo sorprendió a Lucía Sánchez y a sus nietos con una afirmación sorprendente:
-Vuestro abuelo y yo estuvimos en ese partido.
Se refería a la final del campeonato de la NCAA de 1966, que se celebró en Maryland entre los mineros del Texas Western y los Kentucky Wild.
-Pero mamá- dijo Lucía-, ¿recorristeis miles de kilómetros para ver un partido de baloncesto?.
Irene sonrió.
- Éramos jóvenes, éramos impulsivos, visitábamos a familiares e intelectuales exiliados en Norteamérica. Tu abuelo era muy estricto en la cuestión de mantener los lazos de amistad creados durante la República y la guerra. Por aquellos días estábamos de visita por Baltimore, todavía quedaba gente querida por allí, gente con la que tu abuelo había trabajado bajo el estruendo de las bombas sobre Madrid. Estábamos a tiro de piedra de College Park, a no más de 50 kilómetros. Habíamos cenado temprano y Joan, el amigo de tu abuelo, nos preguntó si queríamos ir a un partido de baloncesto. Joan estaba muy relacionado con la universidad Jhons Hopkins, becas de investigación y todo eso, y se había aficionado a acudir a partidos de baloncesto entre las universidades. Recuerdo que era San José, 19 de marzo.
- Mamá nunca lo has contado. Te guardas lo mejor de tu vida. Seguro que a tus nietos no les parece una batallita de abuela.
Hacía diez minutos que Lucía había detenido el reproductor de DVD. La imagen congelada de Don Haskins se recortaba en la pantalla plana, mientras al fondo, en extraños escorzos, aparecía Bobby Joe Hill. Aquel partido supuso un hito en el baloncesto universitario norteamericano y otra lanza en el desbordamiento de las barreras raciales que aún constreñían a una sociedad libre, pujante y que estaba construyendo nuevos discursos igualitarios. Sin embargo los años siguientes también fueron difíciles. Cómo escribe Susan Goorge (“El pensamiento secuestrado”):

“El año 1968 fue realmente terrible. Lyndon Jonson, que en 1964 había ganado en 44 estados y obtenido el mayor número de votos populares de la historia de estados Unidos (el 23% más que su rival archiconservador Barry Goldwater), anunció en marzo que no se presentaría de nuevo en 1968. Dos semanas después, Robert Francis “Bobby” Kennedy declaró que estaba disponible y parecía probable que se conviertiera en el candidato presidencial demócrata. A principios de abril, Martin Luter King fue asesinado en Menphis; justo un mes después, “Bobby” fue abatido a tiros en Los Ángeles, horas después de ganar las primarias demócratas en California. Ninguno de los dos asesinatos se resolvió nunca realmente. El senador Hubert Humphrey, del lejano estado del norte de Minnesota, cubrió el hueco pero se negó a distanciarse de la guerra de Vietnam. En el Partido Demócrata, dividio en facciones, reinaba la confusión. Vietnam, las relaciones raciales, la delincuencia y las guerras culturales estaban desgarrando el país”:

Finalmente, los mineros del Texas Western venció a los Kentucky Wild por 75 a 66, con un cinco formado por jugadores negros (Bobby Joe Hill, David Lattin, Obsten Artis, Willie Worsley y Harry Flournov) frente a otro cinco de jugadores blancos anglosajones.
Cuando Lucía Sánchez reinició el dvd observó los rostros de sus hijos, que miraban a su abuela con admiración y envidia: ella había estado en Collage Park aquel 19 de marzo de 1966. Siguieron viendo “Camino a la gloria”, y acaso de madrugada soñaron con sus ídolos y con una canasta de baloncesto en una fría pista de cualquier colegio o polideportivo.

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