sábado, 1 de mayo de 2010

Cinco días



Quedan cinco días para el partido de ida entre el CB Murcia 94 y el CB Murcia 95. Cinco días permaneció Eloy Sotelo en Murcia, abarcando con su pluma todos los recovecos de la ciudad, comiendo con un tal Josip Broz en la Calle Rambla, observando la luz del sol proyectándose sobre el Imafronte de la Catedral a distintas horas del día, intentando rememorar los sentimientos de Claude Monet en Rouen o los trabajos de la naturaleza en las profundas selvas del crepúsculo maya.



”No parece, al menos las personas nacidas en Murcia no lo creen, que de una ciudad como la vuestra se pueda libar la miel de las abejas o el fruto de la vida. Pero sólo hay que extender una mano, a la altura de las luciérnagas imaginadas para sentir el pálpito de la luz y la ventura del azahar. ¡Probadlo en cualquier calle o plaza!, ¡extender la mano abierta, amiga de la naturaleza, y veréis la luz del sol curvarse hasta formar espirales de pasión!. ¡Mirad por encima de las terrazas y los tejados y sabréis que el cielo tiene vida propia, respira en todos los jardines, nutre a las plantas que alzan vuelos inconcebibles sobre sus propias raíces, se desprende en gotas de rocío sobre las hojas de los limoneros y los naranjas!”



Esto escribió Eloy Sotelo en sus Memorias, cuando ya Guatemala lo había enviado al destierro, y sólo le quedaba el recuerdo de inconexos paisajes europeos y africanos: La Mancha, Cataluña, Murcia, Perpiñán, Marsella, la travesía por el Mediterráneo, las arenas amargas de El Cairo... Sin embargo, a pesar de considerar El Cairo como su segunda patria urbana- allí vivió el año horrible de la anexión de Polonia, allí cimentó, mientras se deleitaba con las palmeras y los cocodrilos del Nilo, su reconocida anglofilia- nunca quiso amarla lo suficiente como para convertirla en centro de su prosa, mucho menos de su poesía. Sotelo sintió en sus pulmones el aire blanco que descendía de las sierras cercanas, abrió de nuevo las manos y, subiendo con respiración entrecortada las laderas de piedra dolida, contempló, como un poema de cuerpos entrelazados, el mar que teñía de azul el horizonte, más allá del cabezo solitario del campo de Cartagena (años más tarde Carmen Conde nos hablaría de ese mar interior, callado, sereno, habitado por las almas de generaciones de pescadores enredados en las algas y en las miradas saladas de los peces). Nunca las descripciones, ora desnudas ora barrocas, de El Cairo pudieron emocionar a sus lectores, y, aunque parezca extraño, cuando leemos sobre la desazón que sintió el escritor guatemalteco al cruzar las tierras que le llevaron desde Tarazona de La Mancha a Murcia y a Cartagena, olemos y palpamos la furia de las lluvias tropicales, la fuerza de la anaconda y la voluntad de supervivencia de los pueblos indígenas de América Central. Es extraño, pero Eloy Sotelo supo fundir un un amor eterno paisajes antagónicos, selva y desierto, inmenso océano y riachuelo de cañaverales y álamos, cordillera y escasa sierra, cálida albufera y lago de hielos invernales, Murcia, Leningrado, El Cairo, Barcelona, Ciudad de Guatemala...

Cinco días permaneció Eloy Sotelo en la ciudad del Segura, y por esta sola razón, Murcia merece ser amada y recordada.



“The stars are dead, the animals will not look:

We are left alone with our day, and the time is short and

History to the defeated

May saya Alas but cannot help or pardon”



Auden: Spain



“Han muerto las estrellas, los animales no harán por mirar.

Nos han dejado con nuestro día a solas, y el tiempo es breve, y

La Historia a los vencidos

Podrá decir los siento pero no puede ayudar ni perdonar”.



Auden: España



El lienzo es de Claude Monet, Catedral de Rouen.

1 comentario:

Anonymous dijo...

Por error he hecho un comentario en la entrada de ayer.
Aunque no sea una respuesta a tu entrada de hoy sí es una reflexión sobre lo que va a acontecer dentro de cinco días.
un abrazo, querida Lucía de tu admiradora Lloranda Gay.