viernes, 21 de mayo de 2010

Atardeceres violetas del mar


Siempre se reprochó a la prosa de Eloy Sotelo, menos a su poesía, el apego a las grandes construcciones teóricas sobre el devenir humano, su cuasi negación de la libertad humana frente a estructuras, coyunturas, ideologías y tercas realidades. El escritor guatemalteco nunca descendió a las entrañas del alma humana con sus virtudes y sus, ahora lo sabemos, defectos. Si algún historiador denunció que el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau portaba el germen de la justificación del terrorismo moderno occidental por su afirmación de que con la educación se podía rediseñar la sociedad, sin duda Eloy Sotelo era de la misma opinión. Conquistando el poder se podía crear el hombre nuevo. Nunca sabremos si en los últimos días de su vida, bajo el estruendo de los cañones y la aviación enemiga, llegó a comprender lo erróneo de sus creencias, pero releyendo las páginas de sus Memorias intuimos un creciente escepticismo que lo empuja, en el capítulo XXIII, a demonizar el ejercicio violento del poder, acaso pensando en el nazismo pero también, y esta es una hipótesis, en las teorías bolcheviques de la toma del poder. Eloy Sotelo vivió una época turbulenta, escribió compulsivamente y amó con mayor ardor. ¿Qué nos queda de aquella etapa de la historia que anegó los campos de Europa de sangre y horror ante la voluntad humana de destruir cualquier forma de civilización?. Las sociedades bien regladas han construido espacios de convivencia, de negociación, de cesión mutua de intereses. Entre esas reglas, que sin duda son deseables, no está la de que una persona o grupo se considere depositario de la verdad porque ésta no es única, ni siquiera es verdad. La recepción del cristianismo en Grecia supuso un choque cultural al entrar en conflicto con las numerosas escuelas filosóficas, que defendían y difundían sus postulados y al mismo tiempo respetaban los de sus “contrincantes”. Acaso la filiación, y todo lo que suponen las relaciones familiares, es un antídoto muy fuerte para un debate sereno. Incluso Lucía Sánchez defendería a muerte a su abuelo, Eloy Sotelo, si alguien lo atacara por sus ideales o creencias, a pesar de no compartir muchas de las palabras que el escritor guatemalteco vertió en sus Memorias.

Hace un tiempo decidimos abrir el foro de este blog a todas las personas que quisieran participar. No creemos en la censura, tampoco en la moderación de las intervenciones, pero alguna vez, percibiendo que este lugar de la Nube se está convirtiendo en una campiña italiana repleta de cadáveres, nos ha asaltado la duda. La gente es libre para creer y para descreer, pero también para respetar, y si la poesía, la prosa, la pintura o la filosofía no son capaces de encauzar los legítimos sentimientos de ira, mal vamos, las fríos témpanos del Lago Ladoga, sepultura de gran poeta guatemalteco, serán también los lechos congelados de este espacio de Internet.

Volvemos conscientemente a los atardeceres violetas del mar, a las orillas de algas y cabellos besados por el viento, a aquel mundo perdido que conoció una historia de amor entre Eloy Sotelo y la abuela de Lucía. Seguiremos esas sendas, acaso demasiado trilladas, que buscan la belleza y no la fealdad, que nos llevan de la mano a espacios de la mente nunca antes visitados por la ciencia, y siempre nos preguntaremos si el pensador de Ginebra creyó alguna vez que las mujeres eran iguales a los hombres, y no simples caprichos y sustentos de sus ambiciones políticas y las de sus iguales.

3 comentarios:

Anonymous dijo...

Tienes, Lucía, toda la razón, una vez más. No debemos polemizar, atacar, luchar lo que en las canchas se ha decidido, aquí sólo podemos y debemos buscar un lugar tranquilo donde poder desahogarnos y compartir contigo, con los demás, lo poco que de baloncesto podamos entender y que estará, sin dudarlo, subjetivamente cargado de emociones pues nuestros hijos, no lo olvidemos, son protagonistas de ese baloncesto ignorado por nosotras.
Cómo me hubiera gustado conocer al abuelo Eloy, poder conversar con el, compartir sus vivencias...
De momento me conformo con compartir contigo, Lucía, su saber, tu saber.
Gracias una vez más.
Lloranda Gay

Anonymous dijo...

No se si sonla misma persona pero creo que Lloranda Gay es el alter ego de Lucía Sánchez. Son como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Primero Lloranda da estopa al club de nuestros amores, y luego es Lucia la encargada de darle pomada para las pupitas.

Si es así, o no, espero que este blog continúe por mucho tiempo, y por favor Lucía, no nos censures, no hay muchos sitios donde desahogar nuestras frustraciones o denunciar las injusticias de las que somos víctimas.

Un abrazo.

Lucía Sánchez dijo...

No, no soy Lloranda Gay. Tampoco la conozco. Es un misterio para mí. siempre que he intervenido en los comentarios ha sido con mi nombre y apellido.
Un saludo
Lucía