martes, 4 de mayo de 2010

Un día


Un día y la tierra es ya una cálida alfombra de esperanzas y deseos. Mañana juegan nuestros hijos cuartos de final, mientras tanto pasamos el tiempo observando las ráfagas de viento fresco que agitan las ramas de los árboles en un infinito susurro, que más parece la plenitud de la vida en constante movimiento que los secretos que nos transmite una naturaleza muerta, un bodegón de blancas texturas zurbarianas. Pensamos en las canastas de esparto de Eloy Sotelo, en su plácido paseo por los caminos del campo de Cartagena, en su llegada a la ribera del Mar Menor, a la base aérea de Los Alcázares, en sus largas miradas, que se prolongaban durante horas, a los islotes de la albufera buscando los pliegues de las colas de los peces en un espejo transparente, sereno, reflejo del alma de sus primeros pobladores. Allí, cerca de ese mar cercado por el hombre, de playas de falsa arena, de carrizales y de impresionantes lunas naranjas brotando como Venus de Boticelli de los pecios de las negras aguas del Mar Mayor, supimos en los estertores de la primavera de 2009 lo caprichoso que era a veces la trayectoria de una pelota de baloncesto.
Mañana juegan los nuestros: Eloy, Antonio, David (2), Aarón, Sergio, Alejandro, Vicente, Juan Antonio, Alberto y Álvaro, entrenados por Carmen Puigcerver. Y sólo deseamos que, con independencia del resultado, se diviertan, se sientan amigos y compañeros, proyecten nuevas veladas bajo los árboles nocturnos, vean pasar las nubes de occidente a oriente, sientan en sus rostros el viento de la vida, transmitan la alegría de pertenecer a una generación, a una tierra de moreras y aromas marinos, se sientan vivos, libres, dueños de sus propios destinos...
El sábado, después del partido de vuelta, nos iremos a comer. El aroma de los limoneros, de las higueras, de los frutales y de la mesa se entremezclarán con las conversaciones sobre baloncesto, sobre Eloy Sotelo y su muerte en tierras rusas, sobre la identidad de Lucía Sánchez y sobre el futuro escrito en las plácidas tardes del cercano estío.

1 comentario:

Anonymous dijo...

¡Ay, Lucía! ¿Pasará eso de verdad? ¿serán sólo unos partidos más?
Mi ilusión es como la tuya. Deseo que un viento de fresca amistad nos lleve a celebrar no una victoria ni una derrota sino un amistad entre chavales que pertenecen a un club que, quién sabe, tal vez no merezcan...
Unos no tan niños con ansias de jugar y de hacer deporte y compartir la experiencia de la competición, de la lucha en su mejor acepción dando ejemplo a sus padres de deportividad, de esa amistad que tan fácil es para ellos y tan esquiva para algunos de nosotros. Una amistad (la de los padres) que no ha cuajado ni en un equipo ni en otro y que algunos padres y madres hemos echado en falta. En el 94, dicen, había un sobre, una caja común para cafés y lo que se terciara, en el 95 un vino de nueces con bizcocho para empaparlo, un conato de compartir mesa y mantel.
El sábado será una comida con sabor a despedida, un ensayo general para el final de un concierto que para la mayoría terminará en junio, sin posibilidad de hacer un bis.
Esperemos que la tristeza no aflore en nuestros rostros ni anide en nuestros corazones.
Siempre tuya, Lloranda Gay.