jueves, 6 de mayo de 2010

Y ahora que te veo...


Eloy Sotelo escribió mentalmente el poema “y ahora que te veo” mientras cruzaba a nado el trecho del mar sereno que separaba las primeras barracas de Los Alcázares de la Isla Perdiguera. Las primeras claridades del día se reflejaban sobre un espejo de tonalidades verdosas, alguna barca dibujaba blancas estelas hacia Los Nietos, y las riberas eran entonces, y ahora, cálidas y acogedoras.
Al atardecer se sentó a la orilla del mar, entre chapinas y algas resecas por el sol y la sal, y deseó con toda su alma desnudar la belleza de la luna que se levantaba, como un círculo naranja perfecto e inmutable, por los escarpes italianos de Isla Grosa.

Y ahora que te veo,
no con estos ojos míos,
insensibles como lucernas
en lo alto del anhelo (de conocerte, de acariciarte),
te veo, blanca noche serena,
en el suspiro de la luciérnaga,
en la piel que se desprende de la carne
y asciende
(alas doradas sin dios)
hasta la última estrella
donde habita tu amplia mirada,
donde plañe lo Humano y sus ruinas.
alguna vez fuimos,
ahora no…
sólo silencio en los escarpes de tu ausencia.

Éste y otros poemas fueron encontrados meses después por la policía política soviética, en la maleta que Eloy Sotelo había confiado a Louis Tresset, un periodista francés que quedó encerrado, como el poeta guatemalteco, en el sitio de Leningrado. A diferencia de Sotelo, Tresset no intentó abandonar la ciudad por el camino de la vida del lago Lagoda pero su muerte fue, si se quiere, más trágica y mundana: falleció de hambre y frío entre las ruinas de un palacio del siglo XVIII, mientras las sombras de la noche lo despojaban de las botas y de toda la ropa que había calentado sus maltrechos huesos durante meses de infierno gélido. La gente de la Lubianka se hizo cargo de la maleta y de su contenido, y no fue hasta 1995 cuando fue entregada a las autoridades guatemaltecas, que decidieron hacer copias de las cartas de carácter íntimo para entregárselas a los descendientes, en la mayoría de los casos, de los autores o destinatarios de la correspondencia guardada en la maleta. De esta manera se enteró Irene Andreo, la madre de Lucía Sánchez, que la persona a la que había considerado toda su vida como padre, amigo y confidente, no lo era en realidad, y que era el resultado de una semana de idílica pasión en las leves riberas de un mar interior, entre recitales de poesía, lunas surgiendo del mar y blancas amanecidas entre brumas y deseos de eternidad.

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Me alegro de que mis comentarios se utilicen para descargar la adrenalina soltada a chorros durante el partido, de que mis comentarios sean capaces de arrancar una sonrisa después de una obra de teatro como la vista y vivida ayer.
Me alegro de que, una vez acabado, los chavales de los dos equipos se duchen juntos comentando las mejores jugadas del partido de unos y de otros como si no hubiera pasado nada.
Por lo que sé y me han contado del partido de ayer os pongo una reflexión que tal vez, a tenor de tu comentario de hoy, no parece tratarse del mismo partido aunque los actores sí son los mismos.

¿Quién no ha ido, acompañada de algún hermano, hermana o amiga a las matinales de cine cuando era pequeña?.
Yo recuerdo, con el cariño que da la nostalgia y el paso del tiempo, aquellas mañanas en el gallinero, aplaudiendo cuando llegaba el 7º de caballería al son de la corneta o cuando Maciste derrotaba en feroz lucha a su enemigo…
En esas matinales ponían dos películas.
El partido de ayer no fue una matinal, fue por la tarde pero también pudimos ver dos películas, a saber: Misión Imposible (¿hace falta explicar por qué?) y la segunda y no menos importante Los Intocables (Tampoco lo explico, ¿o si?)
Si.
Daré mi punto de vista. Yo, que no sé de baloncesto pero sentí rabia e impotencia al ver aquellas dos películas o una obra de teatro dirigida por el innombrable allí presente, según me han comentado varios padres y madres.
Se decía, se comentaba que había órdenes de no ganar al cadete A. La entrenadora nos aseguró que no, el innombrable les dijo a los muchachos que no pero el desarrollo del partido nos mostró una serie de casualidades que hacen difícil creer lo contrario, es decir, que parecía que había que “no ganar”.
Sentí rabia e impotencia por los árbitros que casi no dejaban acabar un ataque del 95 sin pitar pasos, faltas o cualquier otra cosa y al ver a los del 94 empujar, golpear y otras caricias a los otros y no pitar nada. Si se tocaba a algún 95 era falta, lo contrario nada.
Casi al final del partido comenzaron a pitar las faltas pero para qué, lo único que se me ocurre es que era para equilibrar el acta, que no fuera descarado, se había cumplido el guión y los de Gómez habían ganado.
Al Capone debe estar tranquilo, se han ejecutado sus órdenes a la perfección, ha parecido un partido más entre todos los de la temporada.
¡qué pena!
Lloranda Gay

Dani López dijo...

Hola Anónimo, eres cañero. Intento averiguar quien eres, pero no hay manera; algunas veces parece que tienes relación con el CB 94, otras con el CB 95 y otras con ninguno de los dos.
Yo ya dije que ese partido lo iba a perder el CB95 por una diferencia de entre 20 y 30 puntos, y que hasta era posible que se perdiese por algo más de 30 puntos, y esto fué antes de jugarse el partido. El partido lo perdió el 95 porque no estuvo acertado en el tiro exterior; no podian hacer entradas; por puestos siempre el 94 era más alto que el 95; y porque nunca los de un año menos han ganado a los de un año más por fisico.