miércoles, 15 de septiembre de 2010

En manos de magnificas entrenadoras



Hoy comienzan los entrenamientos del equipo de nuestra hija, el A.D Infante. No nos gusta, por el nombre, como se subdivide el equipo: sección femenina, sección masculina, porque nos recuerda una organización social de los años centrales del Siglo XX que propugnaba la vuelta de la mujer a la casa, a la iglesia y a la crianza, como si el 50% de la población no fuera depositaria del derecho a la libertad y la felicidad. “Sección Femenina”: sumisión, silencio, creatividad cercenada...

Todavía hoy se debate sobre el lugar de las mujeres en la economía, en la sociedad, en la cultura. Se defiende testimonialmente, pero menos que en otras crisis económicas, nuestro retorno a las actividades meramente reproductivas, al espacio privado, opaco, sin tan siquiera percatarse de la similitud de sus propuestas con las de otras organizaciones sociales de raíz religiosa cada vez más cercanas, y superpuestas a la nuestra por mor de la globalización y de las grandes migraciones de carácter económico.

Parece que la crisis incide más en las mujeres, que las estrecheces provocadas por la expulsión de millones de personas del mercado laboral se parchean limitando más los deseos y aspiraciones de las mujeres que de los hombres. Muchas veces se prefiere que los niños sigan practicando deportes en detrimento de las niñas, si éstos conllevan gastos económicos más o menos cuantiosos. Retornamos con los estereotipos de género y con el muy acendrado de que los varones están mejor dotados que las mujeres para la práctica del baloncesto, del fútbol... No se trata de cualidades individuales sino de derechos, no se trata de competitividad sino de salud y desarrollo personal. No compartimos los mensajes subliminales que continuamente se nos envía confundiendo la igualdad formal con la real, cómo si esta última no supusiera, en la práctica, el tratamiento desigual de condiciones desiguales.

Las mujeres, las niñas somos, en demasiadas ocasiones, las víctimas principales de las crisis económicas, porque sufrimos más paro, porque nuestro ocio es prescindible, porque nuestra incursión en “el mundo masculino” (su mundo masculino de micromachismos) no es muchas veces bien aceptado por ellos. Ni aceptado ni comprendido. En este sentido, la inexistencia de módulos de igualdad de género en la formación de entrenadores y entrenadoras, la ausencia de transmisión de valores igualitarios en la singladura deportiva de niños y niñas, la inexistencia de medidas positivas que favorezcan el desarrollo del deporte femenino, la dejadez de los gestores de la agenda pública (y su falta de sensibilidad y comprensión de la igualdad real entre hombres y mujeres) no hacen sino perpetuar la desigualdad en la práctica del deporte, en general, y del baloncesto en particular.

No obstante el cuadro descrito anteriormente, la participación de nuestra hija en el AD Infante nos permite albergar esperanzas de un lenta pero segura evolución. Dejar a nuestra hija en manos de magníficas y concienciadas entrenadoras como Carmen López, Vero, Anabel, Luisa y Encarni es una apuesta segura en la transmisión de valores y aptitudes deseables socialmente, la primera de ellas que el baloncesto es un deporte para disfrutarlo y para desarrollarse personal y socialmente en él con independencia de clichés de género demasiado manidos y demasiado aburridos para una sociedad como la nuestra.

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Soy padre de niña y niño. Los dos jugadores a buen nivel y os aseguro que el que no entienda que el baloncesto femenino es "otro deporte" no encaja en un club femenino. Lo de la "sección", no me parecería mal si no fuera porque repasando la élite del baloncesto español son muy pocos los que no son exclusivamente femeninos. Son tantas las diferencias tanto de capacidad de trabajo como económicas que se convierten en incomparables.
Un equipo de Liga Femenina, que no juega Euroliga, tiene un presupuesto similar a un equipo LEB PLATA sin muchas aspiraciones. Y las ves que entrenan por las tardes porque estudian y algunas trabajan.
Mi hija mete un triple y va corriendo a defender, el niño en cambio, lo dedica.
Pero por favor seguid trabajando con niñas aunque sea en una "sección".

Lucía Sánchez dijo...

El que no me guste el término de "sección femenina" es porque indica subordinación, dependencia. Existe un "Todo"y de ese "Todo" surge un "algo" suplementario, pero lo prioritario es ese "Todo" no están en un plano de igualdad
Nada más.