sábado, 25 de septiembre de 2010

Las 01 horas 02 minutos del 25 de septiembre


Son las 01 horas 02 minutos del 25 de septiembre. La noche templada y serena nos trae los sonidos de la música y de la poesía. Acaso de las copas de los eucaliptos del Cuartel de Artillería, tal vez del Música contra la Reforma del Murcia Parque. No podemos precisarlo: las luces de la ciudad, los coches que cruzan la calle, el sonido de las motos y algunas conversaciones de mosquitos en las ventanas abiertas se funden con los acordes de una canción, de una voz masculina que nos recuerda que la vida no puede ser un río de lágrimas saladas ni un silencio sepulcral de cementerios y grillos en los troncos de los cipreses. La historia de la Humanidad es la búsqueda desesperada de la intermediación frente a la descarnada dictadura del tú a tú en situaciones desiguales. Ahora parece que los vientos vienen cargados de aspereza, del agrio zumo de la mentira y del estorbo, pero escuchando a lo lejos, más allá del vuelo preciso de los murciélagos, las canciones de Los Marañones, que nos han despertado con la boca seca y el corazón vacío, pensamos que todavía la existencia de la última molécula aplastada en los arroyos del intercambio (a)social merece ser protegida del grito atroz de los amos que esclavizan eternamente en las minas de África (o de la Inglaterra del Siglo XIX).

Son las 01 horas 15 minutos del 25 de septiembre. La tarde nos ha sorprendido con la desagradable noticia de la lesión de Eduardo Sánchez, del CB Murcia 96. Las primeras noches otoñales nos traen al recuerdo los sabores del mar y de las palmeras agitadas por la brisa marina, en Santiago de la Ribera o en Los Alcázares. Y junto a esas imágenes doradas por el macizo sol mediterráneo del mes de agosto, vemos surgir de la oscuridad de nuestras vidas decenas de balones de baloncesto botando junto al Mar de Carmen Conde. En una de esas muchas imágenes, Edu Sánchez gana cualquier concurso de triples o se impone en el 3X3 de la categoría de infantiles, se abraza con nuestros hijos o sostiene sonriente un trofeo. Cada vez que nuestro hijo habla de Edu, la devoción por un gran jugador de baloncesto y, sobre todo, por un amigo al que admira y respeta, impregna cada frase, cada palabra, cada sílaba y letra que pronuncia. Edu es sinónimo de baloncesto, de buen baloncesto. Deseamos, queremos, su rápida recuperación para verle de nuevo maravillándonos con su juego y, sobre todo, con su pasión irrenunciable por el baloncesto.

Son las 01 horas 30 minutos del 25 de septiembre. La música ha cesado pero los coches aún rasgan con sus palabras mecánicas el silencio de la noche. Es hora de abandonarse al sueño. El deporte es a veces duro y cruel, como la vida misma.

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