martes, 5 de octubre de 2010

El blog de Lucía Sánchez


El antropopesimismo lógico es una corriente de la filosofía contemporánea que surge en la Universidad de Johanesburgo y que sitúa al hombre en el centro de toda sospecha. El hombre actual se torna en centro de todo pesimismo, racional o no. Cualquier acto, pensamiento u omisión lógica lleva incorporado la impronta del pandestruccionismo y la perdida de la razón creadora otorgada por la naturaleza. La capacidad humana de generar información y transmitirla a una velocidad insospechada hasta hace sólo una década permite la adición de sinergias para la toma razonable de decisiones, pero acumula en el núcleo esencial del canal de comunicación el virus de la contradicción y de la manipulación. Algo de esto ocurre con la proliferación de voces propias, nominadas e innominadas, ad infinitum en la Nube. Con independencia de los filtros de los millones de opiniones que navegan circunvalando el planeta en milésimas de segundo, que afloran en los volcanes de Hawaii, en los cedros del Líbano o en las cuevas habitadas por los fantasmas de nuestra infancia, cualquier opinión por inocua que sea lleva grabada a fuego la impronta de la sospecha, imagen en realidad del antropopesimismo que sitúa al hombre, como ya hemos dicho anteriormente, en el centro del pesimismo.

Si partimos de esta premisa, que cualquier acción u omisión del Hombre- en la acepción griega de antropos- cae bajo el microscopio de la sospecha- ésta sin cualidad moral previa- cualquier texto u opinión será sometido a una lectura antropopesimista, por lo que las posibles conclusiones estarán también impregnadas del sesgo de sospecha previa a la condición humana. Atribuye Charles Darwin al ser humano la privativa condición moral porque “un ser moral es capaz de confrontar sus acciones y sus motivaciones pasadas con las futuras, y aprobarlas y desaprobarlas”. No obstante, la Escuela Filosófica de Johanesburgo niega esta premisa y el Hombre deviene en un ser en perpetua minoría de edad merced a la propia luz de sospecha que la universalización de la información- y de su correlato la desinformación- proyecta sobre los actos pasados y presentes y su concatenación lógica. El mito del buen salvaje es eso, un mito, y ya nada nos puede hacer creer que detrás de la máscara de las buenas intenciones, o de la mera candidez, sólo subyace eso: buenas intenciones o mera candidez.

¿Por qué qué escribir entonces?.

Porque la opinión es libertad aún bajo el prisma de la sospecha. Sólo esta constatación justifica la existencia de losquenoentendemosdebaloncesto y de los millones de blog que crean y recrean la verdad- o su verdad- en los algodones- deshilachados o no- de la Nube, la razón de ser de las sociedades contemporáneas y de las digresiones antropopesimistas. El respeto a los discursos, errados o no, concordantes o no con opiniones propias o ajenas, tienen su límite en la honestidad del orador o escribiente y en su capacidad de recibir críticamente otros discursos radicalmente distintos a los suyos. En este sentido, no conocemos blog alguno del baloncesto regional que no sea digno de ser leído, comentado, compartido o rebatido desde la concordancia o la divergencia. El malestar se crea por el anonimato, pero éste es un pecado de difícil expiación, como el resistirse a un boj de bombones Elgorriaga o a un buen bizcocho acompañado con licor de nueces. Sería bueno dejarnos arrastrar por la individualización de la masa anónima iniciada por La Ilustración, convertirnos en ciudadanos únicos con opiniones y anhelos intransferibles y respetados por los demás ciudadanos con opiniones y anhelos intransferibles y radicalmente distintos- o no- a los nuestros. Entonces, escribiríamos con nombres y apellidos como personas libres- hombres y mujeres- que somos y seremos sustento de la libertad.


Ps: Parte de esta entrada es una broma. La Escuela de Johanesburgo no existe, y si existiera su discurso central, el antropopesimismo, vendría motivado por la cercanía de los despachos de sus teóricos al edifico que alberga la mayor Academia de bubucelas- o vuvucelas- de toda la República Sudafricana. Todo lo demás no es broma.

Se podrá argumentar, en sentido contrario al hálito que inspira esta entrada, que la persona autora de este blog escribe con seudónimo, pero también es cierto que a lo largo del año y poco de singladura de este espacio abierto de internet, se han dejado voluntariamente numerosas pistas, en forma de migas de corazón, que nos singulariza identificándonos y permite que el blog de Lucía Sánchez sea, como no podía ser de otra manera, el blog de Lucía Sánchez, su autora y madre de un jugador del CB Murcia 95 y, con enorme orgullo, ex-Ebeca y de una jugadora del AD Infante Alevín. Lo que hemos aprendido en este año y poco es mucho, las amistades trenzadas- aún no conociéndonos en algún caso físicamente- gratificantes, nuestra pasión por la literatura ha crecido exponencialmente, nuestro respeto por las opiniones ajenas también. Algo de bueno tiene que tener este mundo del baloncesto que engancha e ilusiona.


2 comentarios:

Anonymous dijo...

Hola Lucía

A la gente lo que le mola es criticar

Anonymous dijo...

¡Ay, Lucía!
¿ves como al final me das la razón?
El anonimato es bueno en tanto en cuanto nos permite expresarnos libremente, sin miedo a que te señalen por tus comentarios, creencias o ideas, sin temor a represalias para el que escribe o para su familia (hay gente para todo).
El anonimato te permite expresarte sin tapujos, abriendo un corazón sensible a un mundo insensible.
El otro día leí que todos los recuerdos son tristes (¿antropopesimismo?) porque los recuerdos buenos producen melancolía (tristeza) al no poder vivir de nuevo esas experiencias que pasaron y los tristes, tristes son, por eso que todos sean tristes.
Es una manera de pensar. Yo prefiero recordar lo bueno con una sonrisa en los labios, recreando lo que fue y disfrutando otra vez al rememorarlo y los malos, pues para aprender de ellos, esos son tristes por sí mismos pero el tiempo, los pinta con un pátina de dulzura y los envuelve para poder recordarlos sin dolor, sin rencor y sin maldad, sólo como algo no agradable que nos sucedió y que nos enseñó a intentar evitarlo en un futuro.
No sé si me he ido del tema pero me da igual, creo que me entiendes.
En cuanto a las amistades que dices, trenzadas aquí, durante ese tiempo de travesía en la red de blogs, es cierto. Aunque conozcamos a los autores de las entradas con nombres, apellidos y caras, el hecho de no tenerlos enfrente, de hablar a través de la escritura nos permite profundizar más en el conocimiento de la otra persona. Es más fácil así que cara a cara. En persona no estamos acostumbrados a escuchar, nos interrumpimos, terminamos las frases del otro en un exceso de prisa infundado, nos distraemos, embutiéndonos en el ambiente que nos rodea…
Aquí, escribiendo, podemos estar seguros de lo que decimos pues antes de darle al ENTER, lo repasamos, vemos las posibles faltas, retocamos… y luego tenemos que leer la respuesta, nos concentramos sin querer en lo que nos pone el otro y luego, después de interiorizarlo, contestamos. No hay interrupciones, hay un silencio interno que nos ayuda a no distraernos, etc.
Ay, Lucía, menudo rollo he soltado. Lo siento pero me ha salido sin querer.
Le contesto, con tu permiso, al anónimo anterior: A la gente no es que le guste criticar, le gusta expresar su desacuerdo con lo que ve, oye, siente o padece y si hay algún lugar donde pueda hacerlo sin temor, ahí es donde lo hará.
La crítica es la puesta en valor de un disenso y como tal, la confirmación de una democracia.
Gracias Lucía.
Lloranda Gay