domingo, 3 de octubre de 2010

La quietud de los lagartos en los campos de algodón


Asevera la Federación de Baloncesto de la Región de Murcia que los equipos murcianos han capeado el temporal. Capear es un verbo de honda raigambre taurina, se burla al basilisco con arte, se le obliga a doblar la testuz en la arena rojiza del ruedo. Es posible que ese toro capeado haya campado a sus anchas por las extensas dehesas de encinas compradas con las subvenciones de la Unión Europea a las repoblaciones forestales. Y es que la información es poder porque adelanta unos centenares de metros la linea de salida para los que la tienen de antemano y la saben utilizar. No obstante, el acceso a la información se está democratizando merced a la Nube y certezas que antes se tenían como incuestionables se desmoronan bajo el influjo de la corriente a chorro (la Jet Stream de la libertad) que propaga el conocimiento por todos los rincones de la tierra.

El basilisco de la crisis sigue suelto, lo vemos en las calles, en cualquier ERE o en el pesimismo que aflora cuando hablamos con un familiar o con cualquier vecino en paro. A comienzos del otoño, con las noches más templadas y largas, el toro embiste con la luz de los cuernos flameantes y con la quietud de los lagartos en los campos de algodón. Más allá, alguien quema rastrojos en la entrada de una cueva y los murciélagos muestran sus negros escorzos en las penumbras crepusculares. Es en esas horas en las que los murciélagos se entretienen en actividades consideradas hasta ahora como exclusivamente humanas, cuando se escuchan conversaciones del siguiente tenor:


-Las entrenadoras de los equipos femeninos cobran 150 euros al mes, los entrenadores, 250.

-¿Y eso?.

- Prefieren ganar menos para que las cuotas cobradas a los padres sean menores. En caso contrario, serían muchas menos las niñas que se apuntaran a baloncesto.

- Parece un poco injusto.

-Ellas lo quieren así.


No ellas no lo quieren así, ellas aman el baloncesto. E intuyen que los usos sociales no tratan en igualdad las aspiraciones o deseos de niños y niñas. Para los padres y madres supone mucho más sacrificio apuntar a una niña a un equipo de baloncesto que a un niño. No se trata del dinero sino de las expectativas que suelen asignar a uno u otro sexo. Lo hemos dicho en otras ocasiones: estereotipos de género. Esto ocurre en el AD Infante, con una importancia considerable de los equipos femeninos, y en todos los equipos de la región. En la temporada pasada hubo inscritos dos equipos de alevines, este año mucho nos tememos que la participación en la liga se vea reducida a un equipo. A esto habría que añadir las infames pistas exteriores en las que entrenan niñas y niños del AD Infante, verdaderas pistas de patinaje en invierno y hornos inmisericordes en verano.

Repetimos: ellas aman el baloncesto y es justo que la FBRM, el Ayuntamiento, la Dirección General de Deportes o a quién corresponda se hagan eco de las dificultades que entraña jugar al baloncesto femenino en esta tierra y en este instante.


A las siete de la tarde, partido entre el Capuchinos Junior y la Preselección cadete masculina. El clima era tropical para los padres y madres que hemos presenciado el partido en las gradas, mucho más benigno para los jugadores de ambos equipos. Parece que es una primera toma de contacto con un equipo junior que probablemente estará en la final a cuatro de la temporada actual. Ha ganado la preselección, los padres y madres nos lo hemos pasado bien – con muchos abanicos en las gradas – y seguro que los entrenadores han tomado buena nota del juego de sus pupilos. El ambiente cestista comienza a prender en la rutina de un otoño cálido.

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