viernes, 19 de noviembre de 2010

El arte pendenciero


El arte pendenciero es aquella manifestación de la cultura que crea fealdad y se abriga con las estrofas del idioma, o con los colores del arco iris, o con el mármol de Carrara o la arcilla de los sueños interiores.

Alguna vez hemos viajado en un tren observando la mirada perdida de un viajante, sus largos y silenciosos bostezos mientras la vía del tren es un túnel infinito apenas interrumpido por un rayo de sol, una rama de abedul o hierba crecida entre las rocas del infierno.

Otras veces hemos contemplado unos ojos negros prendidos con alfileres a un cráneo deshecho por el paso del tiempo, la gusanera y el olvido.

Y siempre hemos contemplado la luna en lo alto de nuestra cabeza, iluminando entre los cabellos el atajo de Caperucita Roja o la Casa de Chocolate en medio del bosque. La bruja por aquí, el diablo por allá...Hablamos con metáforas, tal vez las metáforas hablen por nosotras y no seamos en nada parecidas a una realidad palpable o una etérea imbecilidad.

¡Que hablemos de baloncesto en el campo de batalla, entre castaños y rizos de luz caracoleando en la herida abierta!.

Sí.

Hablaremos de baloncesto y del huracán abatiendo árboles de cemento, vallas de caramelo y mentiras que crecen en las ramas de la filosofía.

Hablaremos de las noches blancas del Báltico, de Kadaré y de la literatura albanesa en los tiempos del terror.

Hablaremos porque el silencio es la muerte.

Alguna vez hemos viajado en un tren de corazonadas verticales, como las torres de algodón blanco que crecen en los horizontes del estío. Hemos visto viajantes con la corbata anudada al tendido eléctrico y hemos pensado en el baloncesto. Extraña singladura de un mundo que nace de las luces ilustradas y muere en los campos de exterminio de la Europa Central.

Otras veces hemos sabido captar las luces crepusculares de la amistad y nos hemos apeado del tren en marcha, silbando el viento y el miedo en nuestros rostros ateridos por el hastío de este mundo opaco y paradojicamente desnudo. El salto ha durado décimas de segundo pero la libertad ha brotado en derredor como el canto de una sirena en el mar de los poetas.

Hablaremos porque el silencio es el olvido.

Pero no será hoy, perdonadme.

4 comentarios:

Jesús dijo...

No entiendo cómo alguien anónimo puede exigir un tema de conversación concreto en casa ajena. En mi casa, con mis amigos, hablamos de lo que nos apetece.
Por otro lado, sería cuando menos intelectualmente saludable, aprender a leer entre líneas. Cuando leo a Lucía Sánchez, entre árboles y hojarascas varias, torrentes de aguas claras y nubes de algodón, siempre aparece una balón de basket dando saltitos, como arrojado al escenario imaginario por un benjamín.

Anonymous dijo...

Hay que ver lo bonitas que son las palabras. Algunas claramente interesadas, pero interesadas o no, dejan ver con mucha claridad el bosque que hay detrás de las ramas.
Esas ramas que en muchas ocasiones sirven para formar un entramado casi idílico pero donde se esconde mucha insidia y rencor.
Javier García

canastade2 dijo...

Lucia, tú eres timonel de tu propia nave, y con ella navegas rumbo a tu libertad, sea en aguas procelosas o no, no dejes que nada ni nadie amilane tu ánimo, escribe..... habla....., pues tu palabra siempre mejorará a tus silencios.

Un abrazo

Anonymous dijo...

Pues siento que te dieras por aludida con el comentario, no era para ti ni mucho menos. Mi comentario empezaba con lo bonita que pueden ser las palabras, el resto sobre la insidia y el rencor no eran para tus letras, creo que con rencor e inquina escribe algún otro, no precisamente tu.
Un saludo y sigue en esa línea de la que alguno se aprovecha para ponerse bonito.
Javier García