lunes, 8 de noviembre de 2010

la llegada del viento...


Pensábamos llamar a esta entrada la llegada del viento y, meditándolo bien, así lo vamos a hacer. Hemos aguardado toda la mañana y parte de la tarde mirando por la ventana para observar el movimiento de las palmeras y de las acacias, el trémulo de sus hojas, el silbo venido de occidente, del océano y de las tierras de olivos y viñas.

Pero el viento no ha llegado. Tal vez espere a la madrugada para ser guiado por los rayos de la luna. De pronto observaremos un leve movimiento de las cortinas y visillos, como un suspiro de aliento o un tenue roce de la seda en el hombro desnudo. Y luego el llanto de las calles y de los árboles, el latido tumultuoso de la noche serena, los primeros rayos de sol ensangrentado las nubes del alba.

El viento no ha llegado pero nosotras lo sentimos presente, como un canto oscuro o el hermoso vuelo del águila imperial por los calveros del bosque.

Acaso mañana podamos decir que hemos capturado con la mirada la esencia de una ola encabritada, o el susurro del viento moviéndose con patas de ciempiés entre el carrizal, o la veleta hastiada por la impostura de las ráfagas y ventiscas, o las nubes disfrazándose con la paja de un espantapájaros, o la luz de sol cabalgando a lomos de una hoja o de las alas de los ruiseñores. Pero ahora somos quietud, silencio, música sin letra, poesía recóndita oculta en las simas azules de un impulso amoroso.

El silencio será nuestra última palabra,

hasta la llegada del viento...

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Ay, Lucía.
En efecto ha llegado el viento. Cuenta quien ha estado allí que en Lorca sopla, silba su flauta y sus notas se hacen presentes por todos los rincones de la casa, como en la canción que cantara Víctor Jara. Viento, sequedad, polvo, hojas caducas, como algunas conciencias, arrastradas, empujadas por un abusón, por una fuerza superior a su delicada naturaleza.
No ha sido la luna, no sus rayos curiosos los que lo han traído, ha sido su jefe, el Sol, el astro rey quien lo ha escoltado, vigilante, guarda espaldas de tan molesto protagonista.
El viento ha venido allende los mares, a lomos de la espuma, desviando los chorros de las ballenas atlánticas y mediterráneas, jugando con las crestas de las olas, enormes testigos de su arrolladora presencia.
En nuestra ciudad sólo (solo, según la nueva norma) sopla de momento un la menor sostenido con alguna floritura.
No quisiera que se enfadara y se convirtiera en una pesadilla. Me gusta la música tranquila.
Gracias Lucía.
Lloranda Gay.

Anónimo dijo...

lavin compae valla nombre