jueves, 9 de diciembre de 2010

Euskadi 82 Región de Murcia 79


El martes por la mañana visitamos el Chillida Leku, en Hernani, un hermoso prado entre colinas verdes con retazos cobrizos del otoño. En derredor, una manada de caballos trotaba siguiendo las ondulaciones de la vaguada. En mitad del prado, una escultura llamada Buscando la luz I se levantaba una decena de metros sobre nuestras cabezas. La materia, el espacio, la luz... vivíamos en un lenguaje corpóreo habitado por múltiples indagaciones acerca del alma de la naturaleza, de la ruta que nos guiara a una dimensión en la que los objetos inanimados (la piedra, la montaña, el regato con los cantos lisos ocultos por la hojarasca, el agua manando de los taludes de las colinas, el sol iluminando las copas de los robles...) formaran parte de nuestra realidad humana, filosófica, relacional.

Pasado el mediodía llegamos a San Sebastián. Paseamos por sus calles buscando similitudes y diferencias con alguna visita anterior. Rodeamos el ayuntamiento, comimos pintxok en callejuelas tranquilas y buscamos, caminando por el paseo de La Concha y Ondarreta, el peine de los vientos de Chillida. Hermosa ciudad, San Sebastián. Verde y cobre, azul y gris. Urbe abierta con sus brazos de arena a un mar de materiales plásticos, moldeable por los vientos y sus latidos internos. Durante unos minutos el sol bruñió de luces apagadas la superficie serena de la bahía y en la Isla de Santa Clara vimos reflejado el rostro de nuestra hija distante centenares de kilómetros, en las planicies invernales de la manchega llanura.

Ya de noche nuestra selección, la Región de Murcia (Murtziako Erkidegoa en euskera) se enfrentó a Euskadi, la selección anfitriona. Y perdimos por tres puntos (82-79) ante un equipo inferior que contó con la inestimable ayuda de los árbitros. Normalmente la autora de este blog pregunta, dado su escasa formación cestista, sobre el acierto de los árbitros pero en este partido vimos, por ejemplo, como se pitaba un campo atrás botando el balón a medio metro de la linea divisoria. Hubo decisiones, tanto de la mesa como de los colegiados, claramente parciales que nos perjudicaron en un partido igualado. Pero a pesar de la derrota la selección murciana mejoró con respecto al partido contra Asturias. Menos errores, menos perdidas de balones y menos imprecisiones. Durante bastantes minutos pareció que la búsqueda de la luz, la luz blanca preclásica griega o la luz negra de la tierra vasca de las que nos habla Chillida, nos orientaba a través de las formas de los objetos, de la materia densa y dura, del hierro y del alabastro, de la madera y la piedra. Al fondo, en un espacio ocupado por materia pero también por la voluntad de la inaccesibilidad, estaba la canasta. Había que buscar, como un rayo de luz indagando en los fondos abisales de la tierra, los laberínticos espacios vacíos que nos condujeran a ella. En no contadas ocasiones se logró, pero finalmente los árbitros se fundieron en la herrería de la identidad con los jugadores vascos y el espacio se comprimió aún más. Como dijo una vez Chillida:

“Tomé la decisión de volver a mi tierra. Allí me encuentro con un herrero que vivía enfrente de nuestra casa, que estaba trabajando. Estaba haciendo unas herraduras, en un ambiente oscuro, de luz negra, que es como yo me veo a mí como vasco y a los vascos, en un país de luz negra".

No pudimos con la luz negra, nosotros y nosotras gente mediterránea de luz brillante y sombras de líneas compactas. No pudimos, pero aprendimos a moldearla con las herramientas de la técnica, el esfuerzo y el juego en equipo.

1 comentario:

Pedro Naharro dijo...

"pero finalmente los árbitros se fundieron en la herrería de la identidad con los jugadores vascos".

Desde mi cortas luces pareces decir que los árbitros fueron caseros". ¿Me equivoco?