lunes, 6 de diciembre de 2010

Región de Murcia 65 Asturias 63


A mediodía, un pesquero dibuja una estela de plata en un mar gris y sereno. Se dirige al puerto de Ondárroa mientras nuestro coche gira en un torbellino de curvas y contracurvas en un paisaje extraño de tallos de eucaliptos y helechos cobrizos. El cielo y el mar parecen imagen y reflejo de un alma triste que vaga por los acantilados con su grilletes de lluvia en los tobillos de papel. Regresamos de Lekeitio, con la marea baja, el puerto y su paseo lleno de coches y gentes que caminan bajo un sol tímido observando acaso los pinos de la isla de San Nicolás.

Durante la noche, el susurro del viento y de la lluvia sobre el caserío en lo alto de una ladera que domina Bergara, nos ha despertado en alguna ocasión. Hemos imaginado la agitación de los altos pinos, de la hiedra envolviendo con su verdor los plátanos desnudos de los últimos días del otoño, de la nieve fundiéndose con el agua de la lluvia, las hayas y las ovejas que pastan en los prados cercanos con sus blancas lanas y sus patas húmedas de la hierba y del barro. Y hemos bajado siguiendo los pliegues del valle del río Deba hasta el Mar Cantábrico, admirando los blancos caseríos desperdigados en las montañas, las ovejas paciendo en los lindes de la carretera o los burros corriendo detrás de inexistentes mariposas de luz y caramelo. Hasta Deba, hasta Motriku, hasta Ondárroa y Lekeitio, con la lluvia a nuestras espaldas, con el sol asomando con la timidez de las tierras cantábricas, con los ciclistas y paseantes en cada recodo de cada infinita curva de estos valles transversales en los que hasta las fábricas parecen huir buscando los cercanos latidos de oleaje del mar.

Luego, al atardecer, hemos viajado, siguiendo los atajos del río Urola, a Urretxu. Allí jugaba la preselección de baloncesto cadete de Murcia contra Asturias. Hemos visto a nuestros hijos, hemos indagado acerca de sus preocupaciones, si las hubiere. Se les ve feliz, la experiencia es positiva. Estas tierras, estos montes verdes, estos bosques de contrastes, la lluvia, el sol, las nubes, sus gentes, los monumentos de piedra oscura, los artesonados de madera en los laterales de las iglesias, la yedra, los helechos, los ríos que crecen como hongos en cualquier lado de la carretera, el agua que brota de todas las bocas de las montañas…la vida que envuelve todas las pieles- suaves, blandas, duras, rugosas- que se ondulan en todos los frontispicios de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava.

Nuestra preselección ha ganado a Asturias por 65 a 63 en un partido muy disputado, con sus luces y sus sombras, con sus lecciones aprendidas y con las que hay que repasar para mejorar en el juego colectivo.

Ya de noche, hemos regresado a Bergara haciendo parada en la hermosa ciudad de Oñati, admirando la Iglesia de San Miguel Árcangel o la Universidad Sancti Spiritus o comiendo pintxok en la plaza del ayuntamiento. Por primera vez hemos visto estrellas en un cielo fresco y oloroso. Y hemos soñado con helechos creciendo en mitad del asfalto, con regatos de aluminio ascendiendo por los cauces y los cantos rodados de los valles, con las laderas doradas por la luna y el canto mágico de las ninfas del bosque tupido.

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