sábado, 14 de mayo de 2011

CB Murcia 81 Canow Caravaca 51

Esta tarde ha llovido, frisando las ocho. Unas cuantas gotas, las suficientes como para protegernos debajo de una repisa, descartado el cerezo que crece a pocos metros de la pista deportiva Juan Antonio Corbalán, de Caravaca. No importa. Sonreímos a la lluvia, a la nube que se alargaba más allá del Santuario de la Vera Cruz porque la tarde ha resultado hermosa. Hemos cruzado paisajes contradictorios, extraños algunos; otros, de los que llamamos clásicos y que gusta a todo tipo de gentes: un pantano de aguas turquesas, riberas arboladas y, presidiendo el óleo, el castillo de Mula. Luego, concluyendo el trayecto, el perfil más cálido de Cehegín y el paseo de plátanos de las afueras de Caravaca.
En el campo, en las colinas que rodean la ciudad santa, hemos visto amapolas; mientras tomábamos café, hemos visto amapolas abrasadas por el sol de las cinco de la tarde; al terminar el partido de nuestros hijos, Cb Murcia 95 contra Canow Caravaca, hemos salido a la calle y las amapolas crecían por doquier. Hemos hecho el ramo más grande y oloroso y hemos obsequiado con él a Javi Martín, el entrenador de nuestros hijos. Un ramo con 81 amapolas, todas crecidas en las canastas del pabellón. Hemos alfombrado con sus pétalos el cielo y ha dejado de llover. Hemos forrado con ellos las papeleras de metal y el ruido ensordecedor nos ha parecido música celestial, un coro de monjes cantando gregoriano en una iglesia románica.
Si alguien piensa que somos de barro es que no nos conoce; si alguien piensa que nuestros hijos son de barro, es que no los conoce. Son amigos, son cómplices, aspiran el frescor de la noche con un mismo corazón, juegan al baloncesto y ganan partidos porque se divierten y, no queremos negarlo, divierten a sus padres.
Como cuando el coro celestial de papeleras metálicas tronaban en el pabellón.

No sabemos que ocurrirá mañana, pero hoy dormiremos tranquilos porque un ramo de 81 amapolas crecidas en la red de las canastas, regadas con el buen juego y con el acierto de los nuestros, ha sido un regalo a los sentidos. Volvemos tranquilos de una ciudad santa en la que, a lo visto, los milagros escasean.

4 comentarios:

Jesús dijo...

Grande CB Murcia-95, grande Maristas y grande Lorca entera.
Enhorabuena, os lo merecéis. Cualquier otro resultado habría sido injusto. En cuanto a Maristas, sabíamos que iba a ser una eliminatoria muy igualada, cualquiera de los dos equipos, Capuchinos y Maristas, se habrían merecido estar en la final. Ha sido Maristas y lo damos por bueno. Felicidades también.

Anónimo dijo...

Lucía es la cara amable del C.B Murcia de los últimos años. Y es que ya lo dice la Princesa del Pueblo, "yo por mi hija mato". Pero el C.B Murcia es mucho más que Lucía Sánchez y su verbo fácil y dulce. El C.B Murcia tiene, y no lo digo por los chavales y los familiares de éstos, otra cara mucho más desagradable, que es la que tanto enfada al resto de aficiones. Y no lo digo sólo por esa política de rapiña para con las canteras ajenas, si no también por ese manual de estilo que impone el club a sus integrantes, donde palabras como DERROTA no existen, de ahí que cuando se pierde un partido como el de la pasada final Junior, no se sepa felicitar al campeón como haría cualquier otro equipo. O DEPORTIVIDAD, cuando en un partido Cadete disputado recientemente, la entrenadora siente y llame ¡¡BURRO!! a un jugador de su equipo por pedir éste al árbitro que parara el juego para atender a un jugador rival que se encontraba lesionado en el suelo.

Juan López dijo...

No puedo dejar de comentar que todavía tengo los oidos entaponados por el estruendo de pitas, tambores y aporreos de papeleras de la afición caravaqueña, siempre cuando los equipos contrarios tenian la posesión del balón, estaban con los tiros libres o en los tiempos muertos y detrás del equipo contrario.
Tengo que resaltar que en el partido contra el CB Murcia 95 esta gran afición en dos momentos del encuentro, una vez hacia los arbitros y otra hacia el entrenador visitante (disculpad, pero no se su nombre) no se oia otra cosa que: "hijo de p...", "hijo de p..." durante un buen rato.
Por todo lo demás, felicitar a los organizadores y sobre todo a la Federación de Baloncesto de la Región de Murcia en la designación de los arbitros, ya que nadie ha hablado de ellos excepto la propia afición caravaqueña.
Gracias Lucía por volver a estar entre nosotros.

Anónimo dijo...

Lo del ruido en la Final Four, realmente infernal. El perder nuestra semifinal contra Maristas, tenia doble penitencia: no jugar la final, y casi lo peor, enfrentarnos a Caravaca por el 3º puesto en ese ambiente y con ese ruido absolutamente desagradable, mas los insultos que comenta Juan lopez, que se repitieron en la final de consolacion. Y todo parecia dispuesto para que fuesen los caravaqueños los que acabasen con la alegria de un triunfo, pues al descanso, a Capuchinos se le habia sancionado con 17 faltas, por tan solo 3, si, 3, a Caravaca.