jueves, 14 de julio de 2011

Paraísos de incertidumbre

Cuando regresamos a la tierra descubrimos que existen paraísos de certidumbre en los que no merece la pena vivir, tampoco morir eternamente. Aguas turbias, torrentes de cieno en la mirada, una nube extraña, como un rabo de camaleón, ascendiendo por las paredes rectilíneas de un futuro reconstruido con las experiencias, felices o no, del pasado. Nos asimos con las colas místicas de los monos a las ramas gruesas y sempiternas de las creencias deshumanizadas por la escolástica: fe, esperanza, amor, transcendencia. Y pensamos que los siglos han transcurrido sin cambios evidentes, siempre los mismos dueños de nuestros corazones, que abren en canal para mostrar al mundo que no solo somos carne, también sacrificio, lucha, espíritu y oropeles en derredor.
Los paraísos de certidumbre nos hacen infelices, a pesar del sabor húmedo de las nubes, y huimos como el diablo huye de los campos de limones, de las torres y de las cúpulas en medio de la huerta. Más allá de los membrillos maduros de septiembre, de San Miguel en los primeros días del otoño, de San Francisco de Asís y el 4 de octubre, de las águilas en las altas cumbres, de los gorriones un tanto estúpidos en los aleros de los claustros monacales, nos queda la convicción de que hay hilos invisibles que mueven nuestros brazos, nuestras piernas, nuestro cuerpo todo y que las ideas que se hacen palabras son dictadas en los campanarios y vía crucis de las guerras de religión de una Europa de ríos de sangre y hogueras en las acrópolis, ágoras y lugares de peregrinación laicos.
Nos elevamos como columnas de humo por encima de los trescientos y pocos metros del Puerto de la Cadena aguardando mensajes en el viento, aullidos de mar embravecido en las hojas de los árboles, espectros de esperanza en los cortafuegos de la sierra, y solo escuchamos el lamento del silencio, la pluma deshecha, el agua blanca de un mar blanco en mitad del incendio de la biblioteca de Alejandría. ¿Cuándo volverán los bárbaros, Kavafis, a escandalizarnos con sus palabras que descienden de los paraísos de incertidumbre?.
Nunca, mañana, el teatro romano, los pecios en el fondo del puerto, la laicidad, tu, él, vosotros, ellos, la libertad buscada y siempre perdida.

1 comentario:

José Martinez dijo...

Dónde estás Lucia?
Me han dicho que el otro día te vieron paseando por la orilla de ese mar por el que paseaba Eloy Sotelo.
No estarias haciendo un estudio para el próximo 3x3 de La Ribera?
Si, me refiero al punto exacto en el que tendriamos que sentarnos para tomar el menor sol posible.
Un abrazo y sin jaleos.

Besos Lucía