viernes, 2 de septiembre de 2011

El verano tardío y las lluvias

No me alejaría de la realidad si afirmara que han caído cuatro gotas polvorientas en los tres meses del estío. Hasta hoy. Sería refutable- hasta la totalidad- aseverar que la lluvia se muestra dadivosa con las tierras verdes, que allí donde la hierba crece brillante y plácida el cielo se desgarra en flores de agua. Hemos visto una ciudad de Murcia distinta- y distante-, oscura, con la música celeste del primer otoño sonando entre las ramas de los sauces, de las jacarandas, de los cipreses, de las piscinas comunitarias, de la sierra desdibujada en sus ondulantes líneas de vida. Pero no es la lluvia la que se prenda de los hayedos, de las selvas y de los torrentes de aguas azulencas y piedras verduscas. No, es todo lo contrario. Allí donde no llueve, el paisaje pierde los colores brillantes, se torna pardusco en la canícula, fenece todos los agostos entre polvo, tocata y fuga.
Murcia.
Por eso agradecemos la vuelta de las lluvias, de los vientos húmedos que vienen del mar oliendo a sal, a pecios, a algas y a sueños de civilización: Fenicia, Grecia, Cartago, Roma… Desde la costa, entre torres defensivas y molinos derruidos, cruzando la llanura, las quebradas, los pinares que mantienen su dignidad en la tórrida sequedad de un mediodía estival, el viento nos trae las nubes, la lluvia, la alegría.
Tres meses sin lluvia…hasta hoy inicio de los entrenamientos de los equipos del AD Infante, que entrenan al raso, con el cielo luminoso de principios de septiembre, a la espera del otoño y del invierno, del anochecer a las seis y poco de la tarde.
Primer día sin entrenamientos. Gracias Ayuntamiento de Murcia.

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