domingo, 27 de noviembre de 2011

C´est la vie...

Ayer por la tarde se volvieron a reunir los jugadores del CB Murcia de las hornadas del 94 y 95. La mayoría de los primeros juegan en Jesuitinas Berrospe, los segundo, con dos aportaciones del 94- Antonio Pujante y Carlos Toledo que, en sentido estricto no se puede considerar un jugador de aquel grupo de jóvenes con ganas de comerse el mundo, como todos lo hemos sido alguna vez- en el CB Murcia 95. Fue un partido igualado hasta el último cuarto (45-50), celebrado en un pabellón eternamente frío y húmedo, entre naranjos, cipreses y edificios de distinto uso. Un reencuentro que selló con los abrazos finales tras la conclusión del partido. Los tiempos cambian- o no cambian y son los mismos pero con distinto collar-, los niños se hacen adolescentes y, seguramente antes de lo deseable, adultos con los compromisos, deberes y exigencias de esa época de lucha por la supervivencia social. El desencanto termina por llegar a todos los rincones de la vida y solo una ínfima minoría se topa con la consecución de sus sueños, al final del sacrificio y la entrega total al ideal perseguido. El resto navega por las procelosas aguas de la subsistencia y de la economía, en la que los recursos son por definición escasos y están desigualmente repartidos.
Los que triunfan escriben sobre las estrategias para triunfar en la vida y ser felices. Parece que solo existen ellos y los que no persiguen los objetivos que ellos anhelan son fracasados o despojos sociales. Pero la clase obrera, ya lo escribí en otra entrada, también existe y aporta su parte más o menos importante a la consecución del éxito del equipo deportivo, llámese CB Murcia o Red Deportiva Yecla. En tiempos en los que se desprecia la producción social y se glorifica el pelotazo, la especulación y el egoísmo, la reivindicación del trabajo en equipo es necesaria, por unos y por otros. La clase obrera que no brilla en un partido, que realiza un trabajo gris y nulamente valorado, que guarda silencio cuando los resultados acompañan y animan cuando la derrota es inminente.
El Consejero de Cultura y Turismo de la Región, Pedro Alberto Cruz, ha publicado nuevo poemario: “No comparto las razones de la luz”. Nos quedamos con la siguiente estrofa: “Estar triste es la única parte de mí que nadie codicia”, y con sus declaraciones sobre el fracaso de las subvenciones públicas al deporte y la necesidad de una ley de mecenazgo “que incentive la inversión de capital privado en el deporte”. A buena hora se acuerda de la necesidad del dinero privado en el deporte: cuando las arcas tanto del Tesoro Regional como de las empresas están vacías y con pocas posibilidades de comenzar a llenarse.
C`est la vie

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A esos obrericos:
¡Aspero que jamás denguno se salga hoy e la palva y´esfarate la cuadrilla p ´aquelo efise el que paga!.
Los obreros t´ien c´unirse lo mesmo qu´estan los deos, ya, qu´es mu joio cún probe s´ihaga ver dando arrodeos.
¡Nunca me bustaron esos que se ponen en caeza en cuanto uservan a ´lamo en la punta e la pieza!
Así, amos a llevar cudiao y´aicille que nos de más minutiquios. poique túico, s´esculpa p´atrás. Por muchas güertas que demos entre pias y´entre tordas, los probes, siempre seremos los de la cáeza gorda.
J. López

Anónimo dijo...

Hola Lucía.
Te estuve buscando durante las tardes de la canícula, en la sombra de mi palmera pero fue en vano. Sólo me hablaba el silencio.
Qué alegría poder haberte encontrado, al final, como pasan las grandes genialidades, por casualidad.
Me perdí ese partidazo de baloncesto, esa batalla fraticida que enfrentó a amigos contra amigos a cara de perro pero con la verdadera deportividad por delante, esa deportividad que aún no ha sido violada por intereses lucrativos. La inocencia deportiva brilló en una contienda de camaradería en la que ambos equipos querían ganar pero que sólo uno iba a hacerlo.
Ganó el CB Murcia pero podía haberlo hecho Jesuitinas. Al final ganó la amistad, como no podía ser menos.
En la "grada" los padres de ambos equipos se saludaron como sólo el tiempo y la ausencia permiten hacerlo: besos, abrazos, sonrisas y recuerdos de tiempos pasados en buena compañía y en buena mesa.
Ojalá muchos años enfrenten a los críos que ya no son tanto para que nos podamos ver, de nuevo, entre manteles, besos y abrazos.
Gracias, Lucía.
Lloranda Gay

Anónimo dijo...

Felicidades Lloranda. Te echabamos munchissimo en falta; sin tus cometarios, esta nube ya no es la que era y fué.
Porfa, entra de vez en cuando y alegranos un poquillo.
Abrazos y besazos muuuuuuuuuu

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Anónimo pero entre líneas creo entender que sabes quién soy, cosa que yo, por desgracia, no podría decir lo mismo de ti.
Es uno de los inconvenientes que tiene el anonimato.
La ventaja es que puedes decir lo que estimes oportuno que nadie te va a impedir que lo digas aunque sí que llegue a otros...
En fin, que muchas gracias otra vez y te prometo que entraré de vez en cuando, jueguen o no jueguen los niños al basket.
Uf, qué lío...
Lloranda Gay

Anónimo dijo...

¿otra vez aparece la tal Lloranda?
Dios mío, ¡qué plaga de mujer!
Si dejé de entrar en el otro blog fue, en parte, por su culpa.
Me gustaba el tono poético que le daba Lucía al baloncesto pero ésta no, me parecía lánguida, aburrida y otoñal (no por la edad, según el símil literalio)sino por el sentimiento triste que le daba a todo.
Pero para gustos, colores.
No te enfades conmigo pero es que soy así, un poco burro.

Francisco Saura dijo...

lloranda Gay es tan imprescindible en Las Horas Sitiadas como lo fue en losquenoentendemosdebaloncesto. Las puertas de esta dulce Nube de algodón estarán siempre abiertas para ella.
¡Bienvienida!

Anónimo dijo...

Hola, Lucía
Muchas gracias por tu defensa hacia mi persona y muchas gracias a ese anónimo pues me hace sentir "importante" al haberse fijado en mí y que haya dedicado su tiempo en leerme. También le agradezco su crítica, siempre debemos aprender de nuestros errores y si no los vemos, es bueno que haya alguien ajeno que nos abra los ojos.
En absoluto me voy a sentir ofendida por sus palabras, es su opinión y es tan respetable como la mía o la tuya, Lucía.
Le agradezco, de verdad, lo que me dice, no así su tono, pero como él mismo dice: es un poco burro, je,je,
No creo que lo diga por ofender pues eso, no lo hace el que quiere sino el que puede y no es este el caso.
Yo seguiré escribiendo mientras tú me dejes hacerlo, no mientras a los demás les moleste.
Así pues, gracias a los dos, una vez más.
Lloranda Gay