jueves, 24 de noviembre de 2011

Me cuentan.... (25 de noviembre)


Me cuentan que Rosalía de Castro tuvo una vida dura. Perdió varios hijos, enfermó y, lo más duro, su esposo nunca aceptó que fuera más brillante que él.
Me cuentan que Fernán Caballero se llamaba en realidad Cecilia Böhl de Faber y que escribió con seudónimo masculino porque el Siglo XIX y la España de la época eran así (…)
Me cuentan que el marido de Emilia Pardo Bazán le exigió en 1882 que dejara de escribir y se retractara en  público de sus escritos.
Me cuentan que las mujeres inglesas consiguieron después de la I Guerra Mundial el derecho al voto en virtud del esfuerzo personal y colectivo que realizaron para mantener la producción en pie mientras los hombres morían en las trincheras.
Me cuentan que la libertad en España fue segada por una guadaña machista y clerical en 1939. La República, que tanto había trabajado por la igualdad comenzando por algo tan básico como la alfabetización de la población, retornó a los oscuros tiempos del Medievo, a la persecución de todo lo que oliera a independencia de criterio y al enclaustramiento de las mujeres.
Me cuentan que en los años setenta el feminismo luchó a brazo partido por la igualdad legal entre hombres y mujeres en un país que despertaba de cuarenta años de estéril parálisis.
Me cuentan que durante todos los siglos de todos los milenios las mujeres hemos estado oprimidas, faltas de libertad, asidas al carro de las necesidades ajenas y de la realización personal y colectiva de los demás.
Me cuentan que en 2011 las mujeres seguimos siendo agredidas física y psicológicamente, victimizadas por la sociedad patriarcal y vilmente asesinadas por la cultura dominante todavía muy poderosa.
Me cuentan que el pasado quedó atrás pero el futuro nunca parece llegar.
Me cuentan que si queremos acabar con tal situación debemos unirnos y exigir lo nuestro frente a las personas y grupos sociales que nos niegan la igualdad material en aras de supuestas tradiciones, religiones y excusas sobre la naturaleza del hombre y la mujer.
Me cuentan que la batalla contra la violencia de género es larga pero finalmente nuestra unión será el escudo que nos proteja y acabe para siempre con este goteo de muerte y dolor que parece que no tiene fin.
Pero si lo tiene, ¡creedme!. Solo es necesaria la reflexión colectiva como mujeres y la voluntad de acabar con un patriarcado social esterilizante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Hasta cuándo tendré que haceme la tonta ante los hombres para demostrar que soy inteligente?