domingo, 18 de diciembre de 2011

Allí donde solíamos gritar....





¿Allí dónde solíamos gritar era también dónde solíamos soñar?,
¿qué me dices, príncipe heredero de una vergüenza secular, de la muerte,
de la vida, de las flores cortadas, de la savia de un pasado soñado?.
Transcurrieron los años, las décadas, los libros y los poemas
en los labios carnosos de la Historia,
y ya solo somos soledad en el cristal más azul de la luna,
cadáveres en la despensa,
mujeres sin hogar en laderas de hielo
-el vuelo del halcón sobre las encinas dormidas-,
y la luz de la sangre en las procesiones de un invierno triste,
de derrota y cuerpos encorvados en el perfil del crepúsculo.
¿Qué me dices, princesa que has heredado los anhelos de tierra de mis ancestros,
qué me dices de las compañeras asesinadas
en los campos roturados de abandono?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Lucía.
Allí, donde solía gritar no solía gritar. No gritaba. Iba cuando debía gritar pero no lo hacía. Me sentaba, dejaba colgar mis piernecitas infantiles desde el puente de la acequia mayor.
Si, me sentaba para ver pasar el agua, para ver cómo corría bajo mis pies llevando en su corriente miles de cosas que flotaban, girando, capuzándose sin querer, dejándose llevar...
Poco a poco notaba cómo la ira que me había llevado hasta allí se iba yendo, con el curso de la corriente, acompañando a esos barquitos tan dispares, tan lejos de serlo pero tan iguales en su esencia.
Cuando ya me sentía mejor, me levantaba y volvía a casa.
Hay veces que con gritar no se consigue nada.
Allí, donde solía gritar, no gritaba, sólo me dejaba flotar...
Gracias, Lucía.