En el cese de Luis Guil ha truinfado la letra granítica y fría del Antiguo Testamento. Ese Dios vengativo que no perdona a los inocentes porque son vástagos del objeto de su ira.
Estamos en buenas manos...el viento mece nuestros pensamientos, siempre buenos y puros, alejados de herejías milenaristas, de fuegos fatuos que anuncian la proximidad de un camposanto.
Volveremos la mirada hacia Guadalupe buscando la palabra escrita en el cielo blanco del amanecer.
Así sea....