martes, 31 de enero de 2012

De ceses litúrgicos

En el cese de Luis Guil ha truinfado la letra granítica y fría del Antiguo Testamento. Ese Dios vengativo que no perdona a los inocentes porque son vástagos del objeto de su ira.
Estamos en buenas manos...el viento mece nuestros pensamientos, siempre buenos y puros, alejados de herejías milenaristas, de fuegos fatuos que anuncian la proximidad de un camposanto.
Volveremos la mirada hacia Guadalupe buscando la palabra escrita en el cielo blanco del amanecer.
Así sea....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Lucía.
Cuánto tiempo sin aparecer por aquí, casi que no me acordaba de la dirección... lo siento.
Como también siento y lamento que hayan expulsado a Luis Guil del baloncesto murciano. Una pena.
No soy entendida de este deporte, me gusta ver a los críos jugar y me he aficionado también al de los mayores.
Algún domingo voy al Palacio a verlos y, en mi ignorancia, creo que no es mal entrenador.
Antes que a él, hubiera descartado a algún jugador que no ha hecho prácticamente nada desde que llegó a la plantilla pero, como dicen por ahí: la pela es la pela y vale menos un entrenador que un fichaje estrella o estrellado.
Nuestro obispo laico puede que esté o no detrás de esa sublime decisión pero yo no la comparto.
Del nuevo sólo sé que sabe. Algo es algo. Le daremos esos días (no cien) de confianza para que nos demuestre que el Consejo de Sabios que ejecutó a Guil, tenía razón.
Si no fuera así, tan culpables serán ellos como los jugadores, no el entrenador cesado.
Gracias, Lucía.
Lloranda Gay.