sábado, 31 de marzo de 2012

Nacer debe ser importante...

Nacer debe ser importante;
también vivir, luchar e incluso morir.
La grandeza del Hombre reside en su insignificancia individual
puesta al servicio de los demás.
Solo así crecemos, construimos, creamos...
Creer debe ser importante;
una luz en el fondo de tu alma, amor mío.
El deseo es una pasión invencible,
ni los cipreses ni sus sombras rectangulares pueden saciar su hambre de eternidad.
Deseamos más allá de la vida,
más allá de la luciérnagas y sus blancos destellos,
en los escorzos dorados de las olas del mar.
Nacer, creer, luchar, amar....
La lucha de nuestros ancestros debe ser la herencia de nuestros hijos.
Si no sabemos defender su memoria solo nos queda el vacío de una generación perdida,
tal vez la nuestra.
Acaso somos herederos de una utopía
que se desdice en un crepúsculo de resignación suicida.
La lucha perdida...
¿Somos rapsodas de una decadencia inexorable?,
¿somos cadáveres que viajamos por la vida con la derrota por equipaje?.
Nire aitaren etxea (Defenderé la casa de mi padre)
Gabriel Aresti.
...ahora que la derriban desde tierras lejanas, desde la orilla del río Spree,
dejando solo páramo dónde hubo pilares
que debían soportar el peso de la justicia social.
¿Hasta cuándo, amor mío, soportaremos los gritos de nuestros antepasados,
sus reproches, sus cantos de desesperación ante tanto destrozo?.
Nuestra generación yace en el mar,
dejamos de ser ríos briosos,
ahora somos ciénaga en el fondo del alma colectiva.

lunes, 19 de marzo de 2012

Vivimos una edad extraña...

Vivimos una edad extraña, un retorno a la mudez del cine de los años veinte, a la boca cosida con hilo de seda, a la embriaguez en la barra solitaria del bar de las desdichas eternas, a los dedos culpables enguantados en una piel rosácea.
Vivimos (y como vivimos morimos).
Creemos en muchas cosas, vivimos en la edad de las creencias insustanciales. Mientras, por la alcantarilla de la Historia, desaparecen los ismos del Siglo XX, surgen y eclosionan en fétidas flores el canal de la carne humana encalada, cantan misereres los señores que, fuera del olor a incienso y musgo, son los mismos miserables de los que ya nos habla el Antiguo Testamento.
Vivimos la muerte del alma misionera,
vivimos el resurgir del alma comercial.
Ellos han llegado para quedarse, no olvidadlo.
Han llegado con sus doctrinas paganas (las llaman tradición), con sus tronos excluyentes, con sus velas encendidas a la penumbra intolerancia.
Han llegado para quedarse y rezan al dios materia, al dios de oro, al dios que nos quita y les da.
¿Y dónde habitan los bárbaros que nos devolverán la libertad arrebatada?,
¿y dónde sus gritos de guerra y sus actos de paz?.
En el futuro desconocido, abriendo con tenazas las luces de las décadas.
Vivimos una edad extraña,
Vivimos embriagados con el olor a miedo
(a no poseer, a no ser, a no estar…),
Y ellos que nos llaman con sus voces de hielo eterno,
Que nos aman con sus cuerdas y sus horcas,
Que nos sacrifican en la alta atalaya que divide la vida en esperanza y resignación,
Que son nosotros siendo extraños,
Que son los que escriben con renglones torcidos los mandamientos del cuerpo
Que yace en la llama,
Que hablan, gritan y perjuran,
Que no nos dejan vivir porque nuestra mera existencia es un insulto
A su inteligencia
(ellos)
Son el espanto del pasado ahora revivido.
Solo nos queda callar,
Mirar las estrellas buscando alguna señal de redención,
Contar los días como suelas de amo,
Morder el polvo mientras hierve la sangre en la marmita del tiempo,
Creer, creer, creer,
Pero (sobre todo) afilar las luces de la razón
con las pocas herramientas que nos han dejado:
el recuerdo, el amor, la libertad.

sábado, 10 de marzo de 2012

De la necesidad de creer y de crear

Anda Jesús García embarcado en proyectos literarios personales y yo me pregunto por el destino de los poetas presencialistas que hacían del baloncesto poesía- o de su ausencia virtud-.
¿Qué fue de las noches blancas del Báltico, amigo Kadaré?,
¿y de las nieves eternas y del aullido del lobo?,
¿y de la luna que alguna vez creímos nuestra
y ahora es un astro estéril que apenas contemplamos en los plenilunios del estío?.
A lo lejos, el mar.
¿Y el Cantón de Cartagena?,
¿y las higueras a la orilla de la carretera?,
¿ y los amores perdidos entre el olor a pólvora y a utopía?.
¿Qué fue del mal y del nosotros?;
olvido.
Los poetas de la presencia
-que algunas veces aplaudieron y otras callaron-
son ahora ausencia y su poesía habla del silencio,
y su voz es un susurro apenas perceptible
en la hojarasca del otoño pasado.
Anda Jesús García embarcado en proyectos de ilusión
pero algo falta en el espacio que nos separa
del baloncesto.
Y no es la espuma del cielo,
ni las nubes del mar,
ni el viento que fluye como un torrente de sangre,
ni la sangre que nos hace doler
en los estiajes del alma.
Algo nos falta cuando miramos los graderíos
y solo vemos vacío en la mirada de los nuestros,
la llama que alguna vez dejó de iluminar el tiempo pasado
cuando los poetas presencialistas eran libres para escribir
y una paloma oscura surgía del Templo de los Elegidos.

lunes, 5 de marzo de 2012

Me dicen...

Me dicen que la tierra se resiste a hablar el idioma de los hombres por pudor,
me dicen que las semillas que alguna vez expandió el viento
eran palabras de reproche en los ecos de la mañana.
Me dicen que eres hermosa cuando duermes,
que el agua que brota de tus ojos es azul como el mar
y que los susurros de tu cabello son como las hojas
del otoño.

La Real Academia de la Lengua


A diferencia de la lengua castellana (o española), la lengua inglesa no tiene una Real Academia que “la limpie”, la fije” y le dé “esplendor”. No estaría de más que la tal Academia sea disuelta ahorrando al erario público un dinero necesario para otros menesteres. Acaso así, podríamos tener un escritor de la talla de Paul Auster o que incluso al mismo Arturo Pérez Reverte se le pudiera considerar escritor y no divagador de exabruptos.
Pido profundas disculpas a mis amigos cartageneros, si es que todavía me queda alguno- creo que sí-.