domingo, 29 de abril de 2012

Final junior: Cb Murcia versus Cb Archena: 79-70


Por definición, las relaciones de poder son desiguales, con una graduación de la violencia física y simbólica en relación a la calidad de su gestión democrática. Esto, que solo significa que el poder ejerce violencia para mantener sus prerrogativas en función del mayor o menor empoderamiento de los contrapoderes, es aplicable a las relaciones individuales y colectivas e irradia a todas las manifestaciones del Hombre (antropos) como animal social.
Al baloncesto también.
Lo difícil es gestionar el poder como una pluralidad de contrapoderes que se enriquecen mediante el contacto sin recurrir a las razzias, a la violencia simbólica rediseñada como una optimización de las oportunidades en una sociedad extremadamente competitiva. Algún equipo español de fútbol no utiliza tales herramientas, el resto sí. En baloncesto, si alguna vez lo hubo la memoria ya es incapaz de aprehenderlo.
Dentro de unas horas se celebra la final regional de baloncesto junior entre el CB Archena y el CB Murcia. Seguro que será un partido eléctrico. También se dirimirán dos formas distintas de entender las relaciones de poder y de su ejercicio. No creo equivocarme si afirmo que el CB Archena fue durante muchos años ese “contrapoder” con una calidad democrática loable, que resistió decentemente la violencia simbólica con un elenco de niños, ahora adolescentes, extraordinarios.


Pd: finalmente el Cb Murcia se proclamó campeón regional junior al vencer por una diferencia de 9 puntos a los aguerridos jugadores archeneros. El tercer clasificado fue Capuchinos y cuarto Maristas. 
La "final a cuatro" se jugó en un pabellón muy deficiente en lo que a la accesibilidad arquitectónica se refiere y con una única puerta de entrada y salida, tanto para los equipos como para los aficionados. La salida de emergencia de los graderíos, como suele ocurrir en tantas instalaciones deportivas, estaba bloqueada con una cadena y un candado. En esas condiciones no se debería haber podido jugar, aunque se hizo. 
En cuanto a los partidos, lo que suele ocurrir con el alma humana: percepción selectiva comenzando por mí misma. Felicidades a los cuatro finalistas, al campeón, Cb Murcia y al público en general.

sábado, 28 de abril de 2012

Resultado I Concurso Literario "Nuestra lucha es una lucha de generaciones"




http://haiyusahara.wordpress.com/








Primer Clasificado: "el rostro de las huellas" de Nafi Brahim


"“Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.”
Lluis Llach, L’estaca
Hojas de pena perenne,
Sonrisas de hoja caduca.
¿De dónde viene la angustia
Que tiñe en rojo las dunas?
¿Qué monstruo invadió el camino
Que en vez de huellas dejó tumbas?
*
En las calles del Aaiún
Andan buitres carroñeros,
Con garras y sin plumaje
Venidos de otro desierto.
Una madre los ha visto
Corre y abraza a su pequeño:
-Que han llegado tantos buitres
Que te llevarán con ellos,
Busca algún negro refugio
Como son tus ojos negros
Que han llegado tantos buitres
Que te llevarán con ellos.
*
En las calles del Aaiún
Encarcelan a los pechos
Y se estrangulan las voces
Entre secuestro y secuestro.
Sombras de buitres armados
Que empiezan su picoteo
Con sangre, balas y porras,
Pues se alimentan del miedo.
La angustia armada de buitres
Ya señala con el dedo
Que las calles del Aaiún
No están demasiado lejos.
*
Buitres con cascos azules
Lamen con fingido beso
Rancio, amargo y con espinas
Las heridas que yo dejo.
Y buitres de verde estrella
Van llenando de agujeros
Ya veinte años de palomas
Que he lanzado por el cielo.
La tierra agita los brazos
En señal de sufrimiento
De dignidad indomable
De los indomables ecos,
Mas han llegado los buitres
Y los llevarán con ellos.
*
En las calles del Aaiún
Negra bóveda es el cielo,
No existen los ciudadanos,
Tan sólo existen los presos,
Mas ser libre o no ser nada,
Ser la ceniza o de fuego
La llama, solo depende
De la voluntad del pueblo:
Un joven con grandes piedras
Empieza su lanzamiento,
Se unen mujeres y niños
Y grita eufórico un viejo:
¿Ha de temer a la muerte
El que en vida vive muerto?
¿El muerto acaso no vive
Más que aquel que tiene miedo?
*
En nuestras vidas atadas,
¿Quién juzga quiénes son
Los que empuñan las espadas
Y los que empuñan la razón?
*
¿Quién impone los castigos,
Franceses o americanos?
Si no hay tiranos amigos
Que juzguen a otros tiranos.
*
¡Pues que el pueblo se libere!
Si de igual quieren juzgar
Al que mata porque muere
Y al que mata por matar".

Segundo clasificado: "Mi padre ha muerto" de Lucía Sánchez Sotelo

"Mi padre ha muerto. Ayer salió de la dahira y no ha vuelto como se fue; quiero decir que lo trajeron en una camilla, no dando patadas al polvo como era su costumbre. Fue a Auserd a visitar a su hermano, que está enfermo, que le falta la pierna y cuatro dedos de la mano derecha. Pero de eso no tiene la culpa mi padre, ni sus hermanos, ni mis abuelos. Tampoco yo, que soy un niño y apenas llego al borde del pozo. Cada mes mido mi estatura con el fusil de padre;  pronto lo sobrepasaré y podré ver el orificio del cañón desde arriba, y eso para mí y para los míos es importante, aunque en casa nadie quiere tenerlo porque dicen que es cosa del demonio….y de los marroquíes. Si no fuera por esa gente que vive en nuestro país no tendríamos armas, los abuelos nos hablarían de las leyendas del desierto y mi padre surcaría el mar en un pesquero.
Mi padre se perdió en la Hamada. El médico lo examina de arriba a abajo. Diagnostica la gravedad de las quemaduras, le da agua a sorbos, le anima para que narre lo ocurrido, pero mi padre solo habla del mar, de la brisa salada y de sus compañeros del pesquero, casi todos muertos, uno en España. Estira los brazos para mostrarnos el tamaño de la corvina que pescó cuando era casi niño. Medía dos metros. Se ríe, pregunta por madre y todos nos miramos en silencio: madre está a quinientos  metros de la jaima, en el cementerio. Al poco se duerme y sueña con aquel compañero canario del pesquero, que vuelve cada tres o cuatro años de visita, con medicinas, con un gran bizcocho y con la tristeza en la comisura de los labios. Patea las piedras de alrededor de la jaima, observa la acacia que crece junto al corral de cabras y musita “no lo hicimos, bien, no lo hicimos bien…”. Mi padre le dice en sueños que no tiene importancia, que algún día su pueblo volverá a admirar las olas del Atlántico, a introducir los pies en sus aguas, a contemplar la puesta del sol desde el puerto de El Aaiún.
Mi padre ya no volverá a pasear por las calles de su infancia, tampoco mi madre. El médico no le da más de tres días de vida. La hamada le ha vencido, la nostalgia también. Ya no podrá plantar avena en el humedal ni apoyar su espalda en el tronco de la higuera del patio de su casa abandonado hace muchos años. El médico me dice que la tristeza le ha vencido, que las medicinas pueden curar pero cuando el alma decide abandonar el cuerpo para no estar prisionera de los recuerdos, poco se puede hacer, hay que dejarla marchar.; seguro que sabrá encontrar el jardín de sus recreo.
Regreso con mis hermanas y hermanos del entierro. El fusil sigue apoyado en la pared. Me mido con él. Sin duda he crecido varios centímetros en un día. Ya puedo mirar por el orificio de la muerte. Mi hermana me besa en la mejilla y me susurra:¡has heredado el fusil de padre!. Eres un hombre y algún día nos llevarás a la casa de padre para recoger los frutos de la higuera y contemplar la puesta del sol. La miro y no sé que decirle. Temo perderme en la hamada, no encontrar el camino de regreso…han pasado tantos años, que solo quedan los relatos de madre antes de mandarnos a la cama.
Me llaman para practicar tiro con el fusil. Caminamos bajo un sol indolente, buscando un lugar alejado del juego de los niños. El horizonte de piedras no tiene principio ni fin. ¿Cómo pudimos vivir aquí tantos años sin desfallecer como pueblo?- me pregunto mientras intento reconstruir en un cielo de ceniza la sonrisa despreocupada de mi madre ordeñando la cabra-. El último parto la mató pero ya casi no tuvo leche para mi hermana menor. ¡En este pedregal los símbolos de la vida duran poco tiempo!.. Mi madre era lo más vivo de este lugar, mi madre y la esperanza del retorno. Ella ya no está y mis compañeros aseguran que la ONU obligará a Marruecos a aceptar su retirada del Sahara. Debería creerles: tengo el fusil de padre, las manos con los dedos completos, se orientarme por el desierto y comparto con mucha gente el secreto que las estrellas ocultan a nuestros enemigos. Ellas me hablan, me señalan con su luz el camino a seguir, me miran atentas y, a veces, me guiñan con sus voces verdosas; y cuando los marroquíes las miran desde El Aaiún ellas se burlan y les dicen, dejando de brillar, que son unos extraños en aquella ciudad y que pronto tan solo serán fantasmas deambulando por los laberintos de su avaricioso rey.
Me hablan de padre. Defendió su casa hasta que ya no le quedó bala alguna. Antes de marchar al exilio besó el tronco de la higuera que plantó su abuelo. Todavía guardamos un libro en español con una hoja de higuera seca. Temo tocarla para que no se esparza por la habitación como la arena del desierto. Mi hermana pequeña la quiere conservar intacta, dice que es el mayor tesoro que ha heredado, que yo tengo el fusil y ella la historia de nuestra familia, y que cuando volvamos a nuestra tierra serán más importante los recuerdos que las balas. Yo nunca he visto el mar pero sé como es, mi padre me lo describía con gran precisión: las olas, sus cabalgaduras de espuma, los barcos al fondo sobre un horizonte de mermelada azul. A eso le llama mi hermana recuerdos. No al fusil ni a los enemigos que abatimos en la hamada. La muerte no es un atributo de los pueblos; la alegría sí, el vivir en la tierra de nuestros ancestros, comer las frutas del mismo árbol que las comieron los abuelos, rezar en los mismos rincones y buscar los mismos escondites cuando hacemos una travesura.
Mi padre ha muerto. Siempre me dijo que cuando el faltara debería regar la higuera de la casa de El Aaiún. Pasarán muchos años pero volveré y la regaré, padre"

Tercer clasificado: Adiós mujayam de Raül-Manel Corrales Flores

"Los baches cesaron; quietud. El motor del todoterreno se detuvo; silencio. Mantuve la cabeza gacha. Casi podía ver los latidos de mi corazón a través de la ropa; se perseguían. No me atrevía a moverme, ni siquiera a mirar a través de los cristales agrietados de la ventanilla. Solo fui capaz de volver la cabeza el ángulo justo para mirar de reojo mi único acompañante y conductor de ese vehículo. Asintió con la cabeza. ”Puedes bajar a despedirte”. Su voz resonó en las profundidades de mi mente. Abrí la puerta y salí como pude, procurando no pisarme la darra-a. No lo conseguí; la pisé, como siempre, y caí de rodillas al suelo. No sentí ningún tipo de dolor. De soslayo, vislumbré como mi acompañante hizo ademán de ayudarme, pero se detuvo. Por dicha, ya no era consciente de que me acababa de caer; el roce de aquella arena tan fina en mi piel absorbió mi atención al instante. A los pocos segundos, ya ardía como si se tratara de brasas, pero eso no importaba. Perdí la mirada en un punto que no sabría decir cuál era. Ni siquiera parpadeaba. Quedé deslumbrado por un reflejo que fue escondiendo poco a poco aquel paisaje. Finalmente, en mi cabeza desapareció cualquier pensamiento y solo quedó impregnado el negativo de la imagen de aquellas tierras. Aquellas tierras que, aunque me habían visto nacer y crecer, no podía llamar mías. Aquellas tierras que, aunque me habían visto nacer y crecer, solo eran prestadas…
Bajé la mirada y tomé un puñado de arena; con el puño cerrado, dejé que se deslizara entre mis dedos. La sensación de esos pequeños granos acariciando mi piel era comparable al tacto del mejor terciopelo. Aquella sensación me transmitía seguridad; sabía que estaba en casa. Levanté la vista y la paseé por todo mi alrededor: arena y piedras; neumáticos gastados marcando algunas de las calles; carrocerías sin motor que antaño habían circulado sobre aquellos terrenos; desechos diversos completaban el decorado de aquel triste escenario. Las viviendas, construidas con la misma arena que ahora se escapaba de mis manos, se alzaban desafiantes por todas partes de forma desordenada. Podía perder la vista en una explanada inmensa que terminaba en un horizonte donde se fundían el triste marrón de aquel árido paisaje con el triste azul de aquel cielo. Aquel era el único horizonte que yo conocía; nunca aún había podido ver el mar de mi tierra, mi tierra anhelada…
Todos los coches habían salido ya, solo quedaba yo. Aquella era la primera vez que pisaba el mujayam y me sentía solo. Soy hijo del desierto, he crecido en el desierto, pero era la primera vez que sentía aquel lugar tan desértico. No había experimentado nunca, hasta ese momento, la sensación de soledad que de golpe me invadía; nunca había echado de menos, hasta ese momento, el sonido de un animal; nunca había echado de menos, hasta ese momento, el ondeo de una planta; nunca había echado de menos, hasta ese momento, algún indicio de vida. Incluso el viento parecía haberse alejado. La angustia se me tragaba. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y los ojos se me humedecieron, no sé si por pena o alegría, dado que estaba triste y contento a la vez. Triste porque tenía que despedirme del lugar donde habían vivido mis ascendientes durante los últimos treinta y cinco años, triste por el camino que dejaba atrás, pero contento porque, por fin, nuestra patria era libre, contento porque, por fin, podíamos volver a nuestra patria…
Con la mirada perdida y la visión medio borrada por un velo que cubría mis ojos, divisé la figura de un niño cubierto de polvo y con los mocos resecos en la nariz. Corría tras los cooperantes llegados de otros países. Estiraba las manos con cara triste y la cabeza gacha, pero aquella carita solo era una maniobra para conseguir su trofeo. Una vez tenía los caramelos en sus manos, se dibujaba la sonrisa más grande que se haya podido ver en la faz de la tierra, se dibujaba la sonrisa más pura y más sincera que nadie haya expresado nunca. Aquellos caramelos eran el mejor regalo, porque aquellos caramelos eran todo lo que él deseaba. No necesitaba nada más. Cerré los ojos y recordé el sabor de aquellos caramelos…
Otra vez el mismo niño. Ahora, jugaba con su abuelo. En las miradas que cruzaban se palpaba el amor que desprendían. Recuerdo que siempre me enseñaba orgulloso las cicatrices que le había dejado la guerra. En un momento como el de ahora, le echo de menos más que nunca. Pensar en mi abuelo me entristece, pero ahora es momento de estar contento. Yo solo tenía once años, pero lo recuerdo como si fuera ahora mismo. Mi abuelo estaba tendido sobre las alfombras, con toda la familia a su lado. Me pidió que me acercase y me cogió de la mano; su piel estaba fría. No podré olvidar nunca sus palabras: “Esta es la última vez que mi pensamiento se materializará en palabras; son todas para ti. Esta es la última vez que podré expresar mis sentimientos con una mirada; fija tus ojos en los míos, porque estos sentimientos son de amor y son todos para ti. Esta es la última vez que podré sonreír; esta sonrisa es toda para ti. Sé que un fragmento de mí se quedará dentro de ti y es por eso que tengo que pedirte el favor más grande que he pedido nunca. Me duele el corazón cuando pienso que yo no podré ver mi tierra liberada, pero estoy seguro que tú sí lo harás. Cuando llegue ese día, solo quiero que me recuerdes un instante, de esta forma, esta pequeña parte de mí que ahora se queda contigo, podrá sentir también la sensación de la libertad”. Se lo prometí. Estas fueron sus últimas palabras. Después de esto cerró los ojos y ya no los abrió nunca más. Ojalá mi abuelo estuviera aquí a mi lado, ojalá pudiera acompañarme de la mano en esta nueva etapa; ojalá supiera que nuestra tierra respira un nuevo aire, ojalá pudiera sentir esa sensación de libertad que ahora nos envuelve y que él tanto deseaba…
Todo está oscuro. La cabeza me da vueltas. No puedo pensar, tengo la mente saturada. Siento todo mi cuerpo entumecido. Intento moverme, pero un cosquilleo recorre hasta la punta de mis dedos. Intento ver cualquier cosa a mi alrededor, pero no lo consigo. Creo que tengo los ojos cerrados. Intento abrirlos, pero me pesan mucho los párpados. Los tengo prácticamente pegadas. Consigo ver una línea de luz. Me deslumbra. Lo vuelvo a intentar. Esta vez sí, consigo abrir un poco más los ojos. Creo que estoy acostado. Una mujer se me acerca, pronuncia unas palabras, pero no consigo entenderla. Hace señas para que se acerque alguien más. Se acerca un hombre que viene directamente hacia mí, me abre un ojo con dos dedos y me enfoca con una linterna. ¿No ve que me molesta? Me hace lo mismo con el otro ojo. Intento decirle que no lo haga, pero no consigo articular palabra. Se mira a la mujer y niega con la cabeza. ¿Que no qué? ¿Por qué no puedo oírlos? Consigo inclinar un poco la cabeza y veo que hay mucha gente a mi alrededor. Son todos vecinos míos. Están manchados de tinta roja. Estoy muy asustado, no sé qué pasa. Justo a mi lado, veo a mi hermano pequeño. Intento gritar su nombre, pero no responde. No se mueve. Quiero decirle que no tenga miedo, quiero abrazarlo, pero no me puedo mover, casi ya no siento mi cuerpo…
De repente, aparecen dos recuerdos en mi cabeza. En uno, estoy de rodillas en el suelo, con la arena deslizándose entre mis dedos y observando los campamentos desérticos. En el otro, oigo una explosión y disparos; salgo de la jaima y veo que todo el mundo corre y grita. Los dos se me mezclan, pero no me resulta difícil adivinar cuál es fruto de mi fantasía. No me resulta difícil adivinar cuál es un pedacito de un deseo roto…
Tal vez me estoy muriendo y no me importa, pero tengo miedo. Tengo miedo de morir en la incertidumbre de no saber qué será de mi tierra. Tengo miedo porque no podré hacer realidad el último deseo de mi abuelo. Tengo miedo, porque mi hermano solo tiene siete años…
Perdóname, abuelo, por no haber cumplido mi promesa".






miércoles, 25 de abril de 2012

Nada que decir






La verdad es que no tengo nada que decir. El momento histórico me ha dejado blanca como una pared andaluza en la solana. Lagartijas por doquier, una luna blanca en la moqueta de estrellas y los pavos reales desfilando Carrera de San Jerónimo arriba, Carrera de San Jerónimo abajo. 
Ni siquiera estoy indignada. Busquemos el amor pues.

domingo, 15 de abril de 2012

Votaciones del Primer Concurso Literario por un Sahara Libre

Como ya os dije, Participo en el Primer Certamen Literario por un Sahara Libre, con un cuento titulado Mi padre ha muerto. A partir de hoy, día 15 de abril, se puede votar en una primera selección para elegir el mejor relato. Os dejo el acceso directo a la web en el que está publicado para leer los diversos cuentos y poemas (siempre es importante conocer desde diversas perspectivas el drama del pueblo saharaui), y votéis el mejor:

martes, 10 de abril de 2012

El bando de la huerta

La desbandada en la huerta fue un episodio vírico que afectó a todas las capas sociales que habían vivido durante generaciones en el fondo del valle. En la huerta vivían pequeños propietarios pero también gente sin un pedazo de tormo, que vendían su fuerza de trabajo para mondar las acequias y brazales, para ayudar en la recogida de la patatas o en cualquiera otros menesteres. Eso ocurría antes de que se les diera pataditas a las tortugas para que se marcharan o que desaparecieran los pereteros y no se vieran nidos de pájaros carpinteros en cualquier limonero de las proximidades de la mota. Recuerdo a mi abuela matando un conejo con el alpargate, los quinqués iluminando tenuemente las habitaciones de la casa, el olor y el sabor del melocotón, los albercoques y los miles y miles de salagustines en los matorrales del reguerón. Y los carriles, y el lechero que pasaba por casa con su producto cada vez más vendido, cada vez más aguado, según mi madre.
Todo eso acabó, se lo llevo el tiempo quedando el esqueleto de la tradición en un día primaveral, algo nuboso, de abril. Ahora se puede pasear por los carriles asfaltados de la huerta, admirar las nuevas construcciones huertanas: feos chalets funcionales con sus jardines y sus correspondientes parterres con palmeras. ¿Dónde puedo coger un membrillo a finales de septiembre, por San Miguel, y morderlo para que quede en mi boca esa aspereza de la niñez?, ¿o meterme en el brazal con un cazamariposas para pescar grandes peces víctimas de las últimas sequías y del vaciado de los pantanos?.
Un día se produjo la desbandada en la huerta. Hoy sus herederos nos quedamos fuera del desfile para contemplar como se pueden subliminar vivencias y además ser felices durante un día. A fin de cuentas, el Bando de la Huerta fue ideado en 1851 por unos señoritos murcianos que se aburrían y decidieron organizar un festejo. Igual que ocurrió con la extinta Batalla de las Flores y con ese monumento al despropósito machista y a la exaltación del consumo alcohólico de alta graduación que es El Entierro de la Sardina.Todo lo que tenemos en Murcia es cosa de señoritos, lo que explicaría muchas cosas de nuestra idiosincrasia, para unas personas en sentido positivo, para otras todo lo contrario.

domingo, 8 de abril de 2012

Discrepancias

Hoy pensé en el Sahara Occidental, La Marcha Verde, el dictador moribundo, el Frente Polisario, los pedregales de Tinduf, los fosfatos y los pescadores de la antigua colonia. Cronológicamente, los hemos abandonado el primer gobierno de Suárez, los de la UCD, los del PSOE con Felipe González a la cabeza, por supuesto los gobiernos de Aznar y de Zapatero y, para finalizar, el recién nombrado presidente Mariano Rajoy y sus séquito de los que quieren acabar con todo.
España es una metrópoli ejemplar: los servicios secretos españoles fomentaron el nacionalismo entre los saharauis para cuando la ONU no aguantara más y la obligara a descolonizar. La riqueza natural no era insignificante y era preferible contar con un gobierno amigo para seguir interviniendo en la economía de la antigua colonia. Después, cuando el amo de Marruecos, Hassán II, decidió que la provincia española debía revertir con sus riquezas a su reino, los dirigentes tardodictatoriales salieron corriendo en todas direcciones, dejando abandonado el Sahara Occidental y sus habitantes a merced de los nuevos colonizadores.
Nuestra última gran experiencia “civilizadora” acabó en un fiasco. Ahora son otros los que nos traen las frutas maduras del nuevo orden económico y social. Pero en este viejo y maltratado mundo poco se ha inventado desde Aristóteles y sus discípulos. Todo está mezclado en el planeta aunque se dibujen áreas regionales de cierto bienestar, de malestar y de barcos factorías fuera de las aguas jurisdiccionales para una mejor, modélica y aséptica explotación de la mano de obra.
Parece que Alemania ha decidido que una Europa dispersa, tensada por tradiciones nacionales divergentes, excesivamente alegre, soñadora y “bon vivant” en el caso de los países mediterráneos no encaja en el puzzle del paso de la oca, ni del conservadurismo elitista prusiano. Tampoco en el marco conceptual del pensamiento especulativo teutónico. Un látigo para domeñar Europa, un látigo con cuatro cuerdas mojadas para una mejor, canónica y mística redención de las naciones pródigas: cuarenta años de travesía por el desierto.
Somos un país de abandonos vergonzantes: lo hicimos en Guinea Ecuatorial, que todavía vive bajo una cruel dictadura bendecida por Obama y, sobre todo, por el petróleo que brota del golfo y la hace doblemente esclava. Tal tradición, la del abandono, es esencia de los actos de nuestros dirigentes políticos. Zapatero nos abandonó al rendir la bandera de la independencia económica a los pies de Merkel; Rajoy ha continuado su proceder, y ahora el asesor de defraudadores, cierto ministro de frente amplia y abierta a la carrera de caracoles, nos dice que habrá que rendir también un cierto tipo de educación y de sanidad de la que nos sentimos orgullosos y envidiados por el mundo para ser sacrificados en el ara del dios especulación.
Visto lo visto, los saharauis deberían agradecer al Profeta no depender del entreguismo español. Ojalá pudiéramos hacerlo nosotras.

Más cosas: hoy se ha celebrado en San Javier una jornada de tecnificación para niñas nacidas en los años 97 y 98 (aunque también en el 98). El baloncesto todavía ocupa parte de nuestro ocio, cada vez menos, y nos alegra ver entrenadores que han dirigido en otras etapas a nuestros hijos y que siguen manteniendo una pasión irrefrenable por el baloncesto: Felipe Coello, Juan Victor Lorente, Eugenio Alcaraz y otros muchos. Aunque solo sea por eso, vale la pena tener esperanza en esta España nuestra que parece que se desmorona a grandes bloques.


jueves, 5 de abril de 2012

Pogromos económicos

En esta Edad de Oro en la que vivimos, parece que unas personas optan por la rebelión (1) y otras por la sumisión. Son dos tendencias históricas ampliamente contrastadas. La sumisión permitió mayor longevidad a sus seguidores (aunque el drama judío durante la II Guerra Mundial es una trágica y cruel excepción a la regla). En mi caso, la rebelión es la opción. Desearía recabar vuestra anónima opinión (2).

1)- Rebelión democrática que en las democracias occidentales se superpone casi milimétricamente, pero no siempre, al mercado electoral.
(2)- Ciertamente no todo es blanco y negro, hay infinitos matices. No obstante, la brevedad de esta entrada no permite abisales conceptualizaciones que a mí me encantan y a las que estamos abiertas en el debate.
(pd 1)- La imagen es de un cuadro de Chagall.
(pd 2)- El documental parece del tipo "conspiración" que tan poco me gusta. Sin embargo, haciendo las oportunidades salvedades, llama a la reflexión.





domingo, 1 de abril de 2012

Escritura autonómica: crónica de un partido.

La luz de abril desciende por la ribera del río, aquí en Archena. Una tarde cálida, en las gradas se escuchan las estridencias de tambores y bocinas, en las calles la gente pasea por las calles a la espera de la procesión.

Es domingo de ramos.

Palmas y la primavera en flor.
La afición de Archena, la de siempre. Tiembla el corazón, la piel, el cabello se riza en la quietud de los gritos espasmódicos.
Primer tiempo muerto, gana el Cb Murcia por 10 a 2. Los rayos de sol, que se proyectaban sobre el parquet se han difuminado en las ultimas horas de la tarde. A nuestra derecha, la poesía es el brío de los tambores que resuenan,entre exclamaciones de fantasma, idiota, sinvergüenzas y sera posible.
Mitad del primer cuarto: 4 a 15.
El amigo Torregrosa graba en vídeo los lances del partido.
Mucha gente, seguidores archeneros, murcianistas,( vete a la mierda se escucha a la derecha), jugadores senior, amigos, compañeros, cómplices del baloncesto.
Aquí, en las estalagmitas del valle, en el templado paisaje de Vicente Medina, sigue el tremolar de silencio, que se torna huracán de gritos e insultos acaso demasiado tempranos.
Al llegar al valle, hemos presentido los albaricoques de mayo, una infancia de acequias y ranas.
Termina el primer cuarto: Archena 12 Cb Murcia 29
Dicen que es el partido del año.
Comienza el segundo cuarto.
Parcial de 6 a 0 a favor del equipo archenero.
Gritos y mas gritos. Cállate arbitro, vete a la mierda. El escudo de la ciudad de Archena, en el parquet, luce el verde de sus dulces arboledas. El Cb Murcia supera los 30 puntos, a mi derecha se gritan "pasos".
Prepotentes, subnormales- ser árbitros en este deporte mío es, con los tiempos que corren, peor que ser políticos-. El idioma castellano es un mar de posibilidades, abarca desde lo soez a la mas bella de las palabras pronunciadas sobre la faz de la tierra, al menos desde antes de la expulsión de los judíos.
Quedan siete segundos para el ecuador del segundo cuarto: gana el Cb Murcia ( 18 a 33).
Antonio Pujante encesta y separa un poco mas la quebrada de aguas glamurosas del balneario.
Tambores, tambores, tambores...
Es Semana Santa, tristes días de humo y pasión
21 a 38, el partido sigue viviendo con la pasión del abejaruco en las areniscas de la cárcava.
A través de los ventanucos del polideportivo, las sombras crepusculares llaman con sus grises y sus carboncillos de palmeras y eucaliptos.
Siguen los tambores, claman las bocinas, se escuchan insultos impronunciables en las luciérnagas decisorias de una falta técnica.
Pasos del Cb Murcia, tímidos aplausos para la decisión arbitral.
El Cb Archena se acerca en el marcador (27-41).
A mi derecha, un espectador come palomitas de maíz.
Termina el segundo cuarto. Doce puntos de diferencia. A veces, no se sabe si se habla en serio o no..
Mitad del partido: Cb Archena 29 Cb Murcia 41.
Ginés me ordena que le informe del resultado del Cb caravaca - Cb Cartagena. La gente del mar ha perdido por 86 a 51. Mala temporada para los cartageneros.
Comienza el tercer cuarto.
Todavía recuerdo cuando leí el Tambor de Hojalata del maestro Günter Grass, y Años de Perro, Danzig y el Mar Báltico, las blancas noches, los dioses, la estepa y su caída, amigo Kadaré.
Tambores y bocinas en mitad de la batalla.
Brilla con más pasión las luces del polideportivo, un mosquito diminuto se pasea delante de mis ojos, quizás huyendo del ruido ensordecedor.
Mitad del tercer cuarto: el equipo capitalino gana por 35 a 51.
La gente de mi izquierda escucha boquiabierta los insultos de alguna gente de mi derecha.
Darío encesta dos tiros libres a pesar de los clamores tamboriles.
Carpe diem.
Y los brazos abiertos de la columnata de San Pedro.
A 2:17 minutos de la finalización del tercer cuarto los murcianistas superan la barrera de los 20 puntos ( 37 a 58) pero la pasión mediterránea de los archeneros retumba en los márgenes de la realidad soñada.
Un tiro libre que no llega a la canasta.
Final del tercer cuarto: los visitantes ganan por 40 a 64.
Parece que el partido esta sentenciado.
Nos dejamos llevar por la placidez de las aguas, de las sombras esqueléticas, de la luna mientras a lo lejos, como un hilo de olas embravecidas por la estrechez de la mera existencia, se escucha el vacuo rumor, como en sordina, de los cánticos extraños de una afición ruidosa, entregada a los suyos, y no faro ensimismado en los litigios del Mar de la Plata.
Ya es de noche, en Archena y en el alma apuñalada del poeta ribereño.
Entramos en la recta final: Cb Archena 44 Cb Murcia 72.
Quien canta las hazañas del sueño de plenitud desdecida por la realidad?.
Quizás los canguros del fondo del pozo.
El griterío que no cesa...
El rayo que no fulmina...
La noche que no resplandece en el otero de abril...
Poco mas de dos minutos para que acabe el partido: Cb Archena 52 - Cb Murcia 78.
Tristes heridas...
"Sigo pensando lo mismo arbitro: vete a la mierda".
Menos de un minuto.
Bocinas, bocinas, bocinas...el tambor con sabor a procesiones.
Final del partido: Cb Archena 56 Cb Murcia 84.
Finalizo la liga regular.
Comenzaron las fiestas.