jueves, 11 de diciembre de 2014

La trompa del elefante



La trompa del elefante, las rayas de la cebra, el cuello de la jirafa, la cola del camaleón, la arena, el mar y el cielo dibujando hierba de mazapán en la línea del horizonte.
Las ovejas en la ladera, las hojas rojizas, los algodones del solsticio de invierno en las ramas desnudas del hayedo, el alce, el vientre del viento, la lluvia, las olas y la espuma, tu sonrisa en mi vientre, la humedad de la noche bajo las sábanas.
El aluminio, el acero, los obreros domeñándolo, los altos hornos, las chimeneas calientes, la luz de la madrugada, las farolas, el barco que zarpa dividiendo el corazón negro de las aguas, la acera mojada, la columna romana, tu mano cruzando como el rayo mi espalda.
Un libro, la hoguera, la biblia, el desierto ardiendo, la zarza de hielo, el arca envarada en el monte Ararat, la prostituta que se acerca a Jesús, los pies de seda, tus senos, el aroma de tu piel, el incienso, el viento en el bosque, el aullido del lobo, la luna llena, tu ausencia, la muerte.
La Historia, la historia, la mía, la tuya, la sustancia del alma, la senda, el camino, la carretera, la autopista, el tiempo que de pronto se desboca y arrasa, de brisa a huracán, de riachuelo a torrentera, de resignación a rebelión, de lo individual a lo colectivo.

Aquí estamos, vosotros y nosotros, libando el dulce de la piel de la humanidad, dulce de membrillo, éxtasis, Bernini, Santa Teresa, la carne del paraíso, un títere universal zarandeado por los silencios cósmicos, dios bostezando en los anillos de Saturno.  

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