viernes, 24 de abril de 2015

Primavera de olores violentos




Al cruzar el tercio de año, entrada ya la primavera, y las flores, y las nubes del atardecer trayéndonos la humedad de la tormenta, y los picos entreabiertos de los pájaros, y las frutas madurando en racimos de vida,

Decidimos ser ingenuos y llenamos las calles de ideas, y las cabezas de esperanza, y sin saberlo dialogamos en silencio con la historia que se nos negó cuando un sapo (¿quién se acuerda de León Felipe?: nadie) blandió la espada y descabalgó la democracia de nuestro país.

El derecho penal siempre castigó duramente la ingenuidad. Lean, si no, la literatura inglesa o francesa del Siglo XIX. Háganlo y no callen cuando arrojen las pastas duras de los libros a las ratas de la compostura y el orden.

Pero aquel mayo la ingenuidad ocupó todo el espacio a la sombra del campanario, y ni siquiera el estilete del derecho penal o administrativo pudo reventarla,

Y la primavera olió intensamente a libertad, esa forma de violencia que aterra cuando se ejerce en la calle y conforta cuando se circunscribe a los despachos y a las firmas oficiales.

Olores violentos de un mayo que se hizo ingenuo a mitad de mes sin saber el por qué.


No hay comentarios: