sábado, 12 de junio de 2010

¡Cuán torbellino de poetas muertos invocan tu nombre!



"Eran otros tiempos- al menos eso nos decía el Almanaque de Presencias que la Diputación Foral publicaba cada 28 de marzo-. Miguel Hernández ya no estaba, tampoco Pablo Neruda, ni Blas de Otero, ni José Martí. La dulce cintura de América arrojaba miles de piñas a sus ríos revueltos, las últimas lluvias arrastraban la tierra roja y la depositaba en aluviones de chozas y perros ladrando a la luna vegetal de la selva. Canciones doblegadas por la estrofa vigésima, poemas que hablaban del pasado y del futuro escritos en la palma de la mano, pareados que ocultaban su rubor en la palabra amor. ¡ Cuán torberllino de poetas muertos te llamaban desde mitad de semana con sus voces profanas que derribaban ídolos para entronizarte sobre las montañas de jara!. Te nombraban con una pasión contenida, a media voz, alborotando todo el aire que te envolvía en mitad del paraíso primaveral, entre rosas y amapolas salvajes. El cielo era una antorcha ardiente en el silencio de las horas que iluminaba las miradas esquivas, las palabras insonoras, el aleteo de las habitaciones enclaustradas. Y llamaba a los grandes rapsodas que alguna noche llenaron la oscuridad con las llamas del Paleolítico y dibujaron en las húmedas cuevas los arcos del amor sufriente que te buscara desesperado en los pliegues de la historia, sacrificio tras sacrificio, hoguera tras hoguera...

Eran otros tiempos, pero no es imposible recuperar el pálpito de su corazón en un abrazo, en un beso prolongado, en una mirada hambrienta en mitad del pasillo, junto a la torre que protege el vergel en el que hemos crecido, entre hayas, robles, abetos y endrinos. Blas de Otero nos observa desde la vitrina y nos recuerda las ruinas de una generación perdida, mientras Miguel Hernández sonríe, como él solo sabe hacerlo, desde la cárcel, desde el retrato inmortal de Buero Vallejo, desde la playa que nos trae los olores de la Italia partisana.

¡Cuán torbellino de poetas muertos invocan tu nombre!.. Regresa pronto, haz que la vida abandone la noche eterna. Te espero".

Ainhoa Izar. Carta Primera. Sara/Sare (Francia)

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Es la primera vez que escribo un comentario, pero siempre leia este blog y en las últimas entradas no me entero de nada.
Queremos más baloncesto y menos literatura, o al menos combinar literatura con baloncesto.
Esto de Ainhoa puede interesar a Lucia, a Lloranda y a alguna persona más, pero si no hay tema de baloncesto me pensaré el volver a entrar en este blog. Bueno, seguiré entrando pero menos, ya que no me entero de "na".....

Jesús dijo...

Amigo anónimo, este es un blog para "los que no entendemos de baloncesto", donde disfrutamos de otros placeres menos mundanos, a la par que, muy de manera soslayada, a veces, si se tercia, Lucía establece relaciones con algún asunto concreto de la actualidad baloncestística regional. Evidentemente no es un blog de baloncesto, sino de pura poesía. Te cuento esto por si no te habías dado cuenta. No obstante te echaremos de menos... "como a las piñas que corren por el cauce del río".