sábado, 31 de julio de 2010

Por tierras catalanas


Resulta dificultoso actualizar este blog mientras navegamos por tierras catalanas, porque en Catalunya viajamos en veleros blancos sobre montañas y volcanes silenciados por las raíces de los bosques de encinas y hayas, nos asomamos a las puertas de los ejércitos en retirada por la Vall de Camprodon y bebemos de las fuentes frías y de los monasterios que presienten el vuelo de las águilas. Es difícil escapar al embeleso de la poesía cuando subes en el tren cremallera a la Vall de Núria y lees, en las alturas cinceladas de azul y verde, hermosos poemas de Joan Maragall que hablan de las “cims celestials” (cumbres celestiales). Luego, o antes, observas el Ter desde el puente de Camprodon, y escuchas el rumor de sus aguas mientras comes en el Restaurante Núria, en la Plaça d´Espanya. Muy lejos, en las palabras que viajan en el viento, en las nubes, en las melodías del día y de la noche, reverberan ecos del baloncesto, pero éstos se confunden y se apagan con el fragor dorado de las inmensas montañas, de los acantilados soñados del Cap de Creus o del leve oleaje que se amansa en la piedra, en el canto rodado o en la ceniza del bosque.
Desde el volcán de Montsacopa, en Olot, observamos una plaza de toros abandonada. La piedra y la tierra del ruedo tiene tonalidades verdosas. En el horizonte, las montañas oscuras del atardecer intentan acariciar los perfiles sinuosos de las nubes. Álamos blancos y viento cálido, la tierra es poesía, la vida resulta agradable. Dejamos atrás La Garrotxa, sus volcanes y sus silencios ocultos, sus bosques y sus pueblos pequeños y amables, como Santa Pau. Por la noche, paseando por las calles de Girona, nos enteramos que las corridas de toros han sido prohibidas en toda Catalunya.
¡Hace tanto tiempo que no vemos jugar a nuestros hijos!. Pronto llegarán los 3X3.

jueves, 22 de julio de 2010

Tres años para recordar ( 1/3)



Carmen Puigcerver Mula ha entrenado durante tres años a los jugadores del CB Murcia 95. La literatura sobre su trayectoria deportiva, sus éxitos y fracasos, su forma de actuar en las canchas de baloncesto, su relación con madres, padres y jugadores e, incluso, su carácter personal es amplia y generalmente de tipo oral, aunque también se ha escrito sobre ella, sin mencionar su nombre, en la blogosfera. Si alguien puede hablar de los tres años de entrenadora de los jugadores del CB Murcia nacidos en 1995, son todos y cada uno de los niños, ya adolescentes, a los que ha entrenado. Todos los demás, madres y padres, jugadores, padres y madres de otros equipos, árbitros y demás personas interesadas en el baloncesto regional somos meros espectadores de un teatro universal que liba del drama, de la comedia, del absurdo, de Becket y, acaso, de Arrabal. El baloncesto puede ser poesía, novela experimental (jamás histórica), ensayo metafísico o método científico pero nunca territorio privativo de la verdad. Max Aub escribió en sus Diarios que “la certeza es la fe; la duda, literatura”, y losquenoentendemosdebaloncesto vive en esa incertidumbre que hace a las personas libres y las enfrenta con el espejo de la honestidad y con los reflejos irisados o monocromos que éste devuelve irremediablemente. Nosotras elevamos la duda (sobre nuestro quehacer, sobre nuestros pensamientos y sentimientos, sobre el mundo que nos rodea con sus dedos ora cálidos ora gélidos) a los altares de la admiración y del respeto mutuo y, en este sentido, no podemos sino reconocer el coraje de una mujer en tierra de hombres. Han sido tres años de formación deportiva de nuestros hijos, de muchas horas de entrenamiento, de viajes en autobús, también en coche, por las tierras diversas de nuestra Región, desde la Hécula de Castillo-Puche hasta la Águilas que alguna vez describieran en sus novelas Vázquez Montalbán y Juan Goytisolo, pero sobre todo ha sido un aprendizaje, acaso fallido para las que suscribimos este escrito, del mundo cuasi edénico del baloncesto, con sus misterios inescrutables y sus luces brillantes deslizándose sobre los perfiles del aro. Recuerdos que se deshacen en una nube de madrugada, en relámpagos que llegan con el viento helado de enero o con la brisa levantina de una tarde del estío marmenorense. Braveheart es la película favorita de Carmen Puigcerver Mula. Wallace iza la bandera de la libertad y guía a un pueblo por las verdes soledades de Escocia. Y expulsa a los ingleses de las Tierras Altas, de los valles y mares de hierba, de los puertos azotados por los fríos vientos del norte. Cine grupal, de unión de voluntades que derriba murallas y guía a la victoria, cine alejado del crepitar de la madera que arde en la chimenea mientras Descartes medita en soledad sobre el Método. Frente al individuo el grupo, frente al deporte individual el deporte de equipo.

Nuestros hijos han recorrido extensiones desconocidas de la Pell de Brau, de la que nos habló desde la poesía nuestro admirado Salvador Espriu. Han viajado a Granada, a Reus, a Alicante, a Gandía, a Esplugues de Llobregat, a Almería, a las cambiantes planicies de La Roda, al Madrid trágico del millón de cadáveres de Dámaso Alonso... Y nosotros, y nosotras, con ellos, en autobús o, casi siempre, en coche particular. En la Reus modernista, tierra de Antoni Gaudí, nuestros hijos durmieron en improvisadas literas de lona en el colegio Joan Rebull, junto a las vías del tren, comieron bocadillos y jugaron en pistas de baloncesto de escuela pública y en la Plaça de la Llibertad. Con ellos estuvo Carmen, y cuando perdimos el primer partido con el Pamesa Valencia habló de un resultado irreal, del valor de la fortaleza psicológica y de que, como no se cansó de repetir a lo largo de los años, el baloncesto es un deporte de personas inteligentes. Por nuestra parte, la imaginación nos llevaba a rutas no visitadas del modernismo de la ciudad, la Casa Navàs y el Instituto Pere Mata. No sabemos si el “baloncesto es, de todos los deportes de equipo, el más abierto y con mayor incertidumbre”, como afirma Carmen, pero sí creemos que es capaz de alterar las rutas del arte prendidas con alfileres en imaginarios e imprescindibles cuadernos de viaje. Así lo hizo en Reus, en Barcelona, también en Cáceres. Tierra de conquistadores, Extemadura: sillares centenarios, cigüenas, casas fortificadas; mientras callejeábamos por las ciudad vieja tarareábamos mentalmente las estrofas de Pablo Guerrero que hablan de esos “hombres que se mueren sin haber conocido la mar”. Allí no estuvo Carmen. Seis de nuestros hijos, del CB Murcia 95, participaron con la selección regional en los Campeonatos de España de Baloncesto. Aún recordamos el frío intenso de la mañana, de la tarde, de la noche, mientras medio país se cubría de nieve. Luego, regresando por los caprichos radiales de nuestras carreteras, nuestros hijos se deleitaron acaso con planicies inmensas de brillos cegadores, con encinas centenarias rompiendo la inmensa horizontalidad blanca de las tierras invernales neocastellanas.

Esplugues de Llobregat y la ciudad de los prodigios de nuestro admirado Eduardo Mendoza. Si alguna vez el baloncesto debiera ser compaginado con la formación humanista, Barcelona es la ciudad ideal para tal objetivo. Todavía hoy nos deleitamos con la lectura de “Últimas tardes con Teresa” de Marsé e imaginamos al “Pijoaparte” bajando de noche las cuestas del Cotolengo o nos estremecemos con el descubrimiento del cadáver de Pau Sabater “en la carretera de Ribas, cerca de la denominada “Torre Baró””. Ya hemos hablado en alguna otra parte de Barcelona, “¡nuestra ciudad construida en alto sobre el mar!” en palabras de Becher. Nuestro hijos se alojaron en el albergue Pere Tarrés, en la calle Numancia, y todas las mañanas cogían el tranvía para jugar en Esplugues, y todos los mediodías o tardes retornaban viajando sobre raíles entre los que crecía hierba adornada con los rocíos de la madrugada. Los veíamos convertirse en átomos en la lejanía urbana, con Carmen a la cabeza, buscando los recodos abiertos que el capricho o el desorden urbanístico había cicatrizado en el paisaje. Por allí estuvo también Javi Muñoz y en cortas pero intensas conversaciones hablamos sobre baloncesto, y convinimos que Barcelona era una ciudad hermosa, abierta al mar y a la convivencia. La última noche, cenamos todos en un bar de una calle perpendicular a la calle Numancia. Retransmitían por televisión el partido de la Copa del Rey de Fútbol entre el FC Barcelona y el Sevilla, y aquello era, como era de esperar, una locura, preludio tal vez de la inmensa alegría que explosionó en los territorios imaginarios del futuro soñado del segundo domingo de julio de 2010. Por la mañana, el Cb Murcia había perdido su partido con el Fuenlabrada y Carmen Puigcerver Mula mantenía que el equipo madileño no era mejor que el nuestro y volvía a reiterar la importancia de la gestión de la inteligencia en un lance cestista. Fue una noche festiva. Nuestros hijos cenaron, se divirtieron, se gastaron bromas, algunos celebraron el triunfo del Sevilla FC pero todos salieron a la calle con voces alegres. De vuelta al hotel, mientras esperábamos el tranvía y mirábamos la hierba oscura, sentimos en nuestros rostros el viento frío de la madrugada que empujaba nubes de tempestad. Por aquellos primeros días de enero se celebró en Zaragoza el Campeonato de España de Baloncesto Cadete e Infantil y, nos consta, alguna madre vio por primera vez en su vida los copos de nieve y los territorios blancos de la ventisca.



La fotografía pertenece a la web del CB Murcia

















jueves, 15 de julio de 2010

De días fundacionales


La pleamar futbolera que ha mantenido inusualmente alta la linea de flotación del país comienza a perder fuelle. La fiebre roja remite y los corazones laten con más parsimonia. España regresa a sus paisajes asolados por el calor, a la calima, a la decaída compostura de las palmeras y los vientos norteafricanos. Vivimos tiempos extraños y los recuerdos, a veces, también lo son. El horizonte ya no es el de nuestra adolescencia. Lo contemplamos pausadamente, buscando rasgos conocidos en los pinares quebrados que descienden desde las colinas cercanas al mar, y sólo hallamos salinas rojizas y algunos grupos de flamencos diseminados en los tonos amarillos del paisaje. Miramos con desdén la herencia del beneficio rápido e inconsciente y sólo vemos ladrillos apilados sobre las dunas, sobre el palmito, sobre los arbustos que arañaban nuestras piernas cuando bajábamos a las calas y a las olas blancas de los primeros años de los ochenta. Y mientras volvemos a ver el video “Memoria de jóvenes airados” de Loquillo, recordamos aquella noche de 1984 en la que la selección española de baloncesto conquistó la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. El viento calmado de la madrugada, los grupos de jóvenes sentados en la arena observando la inmensa oscuridad del mar y la luz parpadeante cerca de las islas invisibles de la noche. Éramos felices, ¿quién no lo era a los 18, 19 ó 20 años?. Ahora, pasada la fiebre roja y la pleamar que nos devuelve a una crisis descarnada que no parece fenecer en las esquinas de los años, comparamos las alegrías de aquella noche estival del año totalitario de George Orwell y las del 11 de julio de 2010 y nos quedamos, sinceramente, con las canastas de Corbalán, de la Cruz, Jiménez, Iturriaga, Martín, Romay, Epi, Solozábal, Arcega, llorente, Margall, Beirán... a pesar de perder por 31 puntos. Han pasado muchos años desde entonces pero la memoria siempre busca los recuerdos de una juventud abandonada a un tiempo de esperanzas y emociones irrepetibles. Tal vez para nuestros hijas e hijos el 11 de julio sea un día fundacional pero para nosotras no, porque ya no caminamos sobre la ola de la vida y las aves que cruzan el cielo buscan los basureros del interior de nuestra civilización.

lunes, 12 de julio de 2010

¡¡ España campeona !!



Una interpretación equívoca de algunos pasajes oscuros del Antiguo Testamento, el Apocalipsis de San Juan y las profecías de Nostradamus han llevado a algunas sectas, es decir, religiones premayoritarias, normalmente escisiones de las del Libro, a profetizar el fin del mundo. Hasta ahora sus previsiones han sido erróneas, sus lecturas de las Escrituras Sagradas han adolecido de metodología y comprensión de la mente humana, no reducible a espíritu y materia, a bien y mal. El mundo no se acaba, no hay señales en el cielo que lo anuncien, señales reconocibles táctil o visualmente. Ha sido necesario pues desarrollar un método de lectura e interpretación de los textos antiguos, de los oscuros y alambicados párrafos dictados en tierras de Jerusalén o en la Península Arábiga por voces doradas o por ajados escribanos que bebían de las aguas saladas del Mar Muerto. Parece que tal investigación está dando sus frutos, aún verdes, apenas brotes verdes en la roca calcinada del desierto o en recodo de las dunas rojizas. La relectura del Apocalipsis con los herramientas analíticas diseñadas en la Universidad de Salt Lake City y las modificaciones introducidas por la Escuela Superior de Estudios Sacros de Lovaina nos acerca al 11 de julio de 2010 como un punto de inflexión en el crecimiento espiritual del Hombre. También ciertos párrafos de Nostradamus e, incluso, la lectura deconstructiva de mito de la caverna de Platón, parecen avalar la existencia de un punto de no retorno en este día del verano del Hemisferio Norte. Tal vez con estas investigaciones ya en marchas, avaladas por numerosos estudiosos de las Religiones del Libro, podamos comprender la falla de las predicciones erráticas de los Testigos de Jehová o de otras sectas que han datado el fin de la Humanidad en días, meses y años precisos. Parece deducirse que existe una relación inequívoca entre la decisión de provocar el Apocalipsis y las reticencias divinas a que éste se desencadene sin que antes España haya ganado un mundial de fútbol. Tal previsión se constata en algunos párrafos hasta ahora incomprensibles. Algunas comentarios escuchados en periódicos, emisoras de radio y televisiones sobre el cielo rojo que envolvería el planeta este 11 de julio parece coincidir con algún párrafo disperso intencionadamente en versículos del Antiguo Testamento, así como con las previsiones del Apocalipsis o la exégesis de Nostradamus desarrollada por Alexander Tarkovsky. Es más, la idea de que no es posible el fin del mundo sin un gesto divino para con la atormentada España, y que éste no podía ser otro que la consecución de un campeonato del mundo, viene también confirmada por el acceso a las declaraciones no expurgadas de un grupo de herejes catalanes, gallegos y murcianos quemados en la hoguera por la Santa Inquisición en el Siglo XVI. De la lectura crítica de tales declaraciones, y utilizando las nuevas técnicas de la Universidad de Salt Lake City y de la ESES de Lovaina, se vuelve a incidir en la idea del fin del mundo posterior a la victoria española en un campeonato del mundo de fútbol. Después el caos, la destrucción del mundo y, lo que es peor, la ruptura de España en multitud de trozos con sangre y vísceras propias. Recordemos que la unión de las Coronas de Aragón y de Castilla se produce con el matrimonio de los Reyes Católicos, que en 1492 se lleva a cabo la conquista del Reino de Granada y que en 1515 es anexionado el Reino de Navarra, por lo que no puede ignorarse que el ajusticiamiento de los herejes catalanes, gallegos y murcianos tenía también motivaciones políticas.

No nos puede extrañar que la universidad norteamericana y la ESES haya llegado a unas conclusiones que no por sorprendentes dejen de ser plausibles. A principios del Siglo XXI conocemos con toda certeza las claves de la vertebración de las sociedades contemporáneas, lo que unido a la constatación que dichas entidades de investigación se mueven dentro del ámbito del espíritu y rehuyen cualquier argumento de raíz materialista, nos puede hacer concluir que Dios ha aguardado a la vertebración de la nación española para desencadenar las previsiones del Apocalipsis y del Juicio Final. No podía ser de otra manera, la justicia obliga. La unión de las partes dispersas sentimentalmente ha sido posible gracias al equipo nacional de fútbol y a su gloriosa victoria en tierras sudafricanas. Ya nada nos queda por vivir, por amar y por sufrir. ¿No es lógico que ahora se realicen las predicciones de los Testigos de Jehová o de los sacerdotes mayas?. Es bueno esperar a que una nación elegida se haya reencontrado consigo misma.

Con el Países Bajos 0 – España 1 los relojes detenidos del milenarismo comienzan a funcionar. Si no podemos esperar ya nada mejor del futuro, ¿para que seguir existiendo?.

Felicidades a todas y todos.

¡ESPAÑA CAMPEONA!.

jueves, 8 de julio de 2010

No así caballos y gripe


Creemos haber leído en alguna parte que cuando Cristóbal Colón izó las velas y puso rumbo a occidente había patatas, maíz, cacao y tabaco en América... no así caballos y gripe. Creemos recordar también que Tercios españoles asolaron tierras alemanas en la Guerra de los Treinta Años, y que por los Países Bajos aún se dicen que sus habitantes de tez morena son hijos bastardos del Duque de Alba. El único país al que la Corona Española no llevó sus tropelías, o misión evangelizadora y civilizadora o lo que cada uno opine o desopine sobre el particular, fue Suiza. Hablamos, claro es, del Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Curiosamente en el primer partido jugado por la selección patria, un grupo de esforzados, al parecer, sudafricanos portaban una pancarta en inglés que decía “Hurra to Sweden”. No parece de recibo confundir la Confederación Helvética con Suecia, acaso sea perdonable a pesar de las cantidades ingentes de dinero de los esclavizados países africanos que deben estar a buen recaudo en los bancos del país alpino, porque es tan pequeño y tan neutral... Pues bien, por allí no pasaron tropas españolas y Suiza nos ganó el partido. Desde entonces hemos ganado a Honduras, situada en la dulce cintura de América que cantara Pablo Neruda y vecina de la hermosa tierra de Eloy Sotelo; al Chile del mismo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, José Donoso o Luís Sepúlveda; al Paraguay de Augusto Roa Bastos y su novela “Yo el supremo” y a la Alemania de la Guerra de los Treinta Años recorrida por botas mercenarias de la Corona Española, de Francia, de Suecia, de Bohemia, de Dinamarca que destruían ciudades, quemaban cosechas, violaban, asesinaban campesinos, arrasaban comarcas enteras. ¿No se recuerda la serie de televisión “Simplicius Simplicissimus” basada en la novela homónima de Von Grimmelshausen?.
Nos queda Holanda, Los Países Bajos. Por aquellas tierras estuvieron también tercios españoles. Baste recordar “la Rendición de Breda” de Velázquez o ver “La Kermesse Heroíca” de Jacques Feyder que se desarrolla en Flandes, integrada actualmente en Bélgica. Esta película rodada en 1935 es, para algunos críticos cinematográficos, filonazi.
Con estos antecedentes, ¿quién puede dudar que España será campeona del mundo de fútbol el próximo domingo?. Honduras, Chile, Paraguay, Alemania, Países Bajos... por allí estuvimos. Vamos a ganar, y no seremos nosotras las que califiquemos o descalifiquemos el comportamiento de nuestros ancestros en aquellas tierras. Hay bastante literatura en un sentido y en otro, y a ella nos remitimos. Ahora toca disfrutar.

En la ciudad de Abderramán II



Juan Oliva es hijo del Juan Oliva campeón de la primera liga de veteranos con el A.D Juver Basket. Como en tantos otros casos nos falta el apellido de la madre, que no es asunto baladí como muchos sostendrán. Juan Oliva juega en la cantera del CB Murcia y no parece botín de una razzia en equipos cestistas regionales, lo que podría indicar que en los a veces convulsos márgenes de ladrillo y competición de la ciudad fundada por Abderramán II germina también el talento deportivo. Juan Oliva cumple trece años en septiembre, si las fuentes orales no mienten, y vive en los misteriosos barrios del otro lado del río Segura. En tiempo de florecimiento de banderas, que no de banderías, Juan Oliva ha sido incluido en el Programa de Mejora y Detección de Talentos de la Federación Española de Baloncesto e invitado, por lo mismo, al Campus Pau Gasol de L' Alfàs del Pi. Creemos, aseguramos, que tiene por delante un prometedor futuro deportivo. Las que lo hemos visto jugar lo podemos testimoniar. Sólo nos resta felicitarlo, y acaso preguntarnos por su segundo apellido si queremos ser coherentes con la línea editorial de losquenoentendemosdebaloncesto.