jueves, 26 de agosto de 2010

Esqueleto quebrado



La semana que viene comienzan los entrenamientos de nuestros hijos

El verano ha terminado.

Otrora acababa con una tormenta en medio del mar, con las aguas llevándose los restos de agosto.

Hoy la naturaleza no es nada, un esqueleto quebrado expuesto a los monzones.

Es nuestro sino, nuestra debilidad.

(nuestra ventura).



Pd: El compañero y amigo Antonio García Torres, también conocido como Antonio Parra por su hijo, publicó ayer, 25 de agosto, un hermoso relato en La Opinión de Murcia titulado “.La Chica del Mar Menor”. Creo Antonio, y perdóname si me equivoco, que la chica de la leyenda, que se aparece cada 3 ó 4 años aprovechando la luna llena de agosto, es la diosa del Mar Menor, si no él mismo, que atrae a las gentes solitarias- sufrientes- a sus cálidas aguas después de haber conseguido que les abriera su corazón.

Esta feneciendo el estío, creo que en los últimos has vuelto a contemplar el mar con ojos de antaño, con esa mirada que reconstruye el pasado en clave de mito.

Gracias por tu relato.





miércoles, 18 de agosto de 2010

Recuerde el alma dormida...


Parece, cuentan las crónicas y cuentas los críticos literarios, que Jorge Manrique fue herido de muerte en Castillo de Garcimuñoz, a la izquierda de la autovía de Madrid una vez pasado Honrubia. Sangrando por caminos de tierra y piedra fue trasladado al sur, a un pueblo de bonito nombre llamado Santa María del Campo Rus, no lejos de La Alberca del Záncara y de Belmonte, donde nació otro ilustre poeta: Fray Luis de León. Cuentan las crónicas, y también los sueños y las pesadillas de aquellas hermosas tierras de La Mancha, que por allí también estuvieron los romanos, como lo atestiguan las ruinas de Segóbriga, de Valeria o el puente romano de San Clemente. Cuentan los poetas que la triste figura de don Quijote vaga aún por todos los pinares, trigales, encinares y lugares de La Mancha y que en todo el abatido mundo se escuchan los versos de León Felipe:

“..hazme un sitio en tu montura

caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.”.

Pero quiero recordar los versos de Jorge Manrique, que murió un abril de flores en Santa María, en esta llanura besada por el río Rus, que fue enterrado en el Monasterio de Uclés, el “Escorial de La Mancha”, triste cárcel de presos republicanos en los años cuarenta del siglo fenecido, colonia veraniega de inmersión en la lengua de Shakespeare en estos años de crisis global que apenas deja lugar para la esperanza. Y quiero recordarlos porque Jesús los ha mencionado en un comentario anterior: la vida, la muerte, los ríos, el mar... Y porque me ha devuelto a la memoria, ahora que los recuerdos buscan desesperadamente paisajes comunes del pasado ausentes de muerte y olvido, las palabras exactas que utilizaban mis padres para despertarme en las mañanas frías del invierno o cálidas de la primavera o el otoño:”Lucía, recuérdate”. Recordar como sinónimo de despertar, un arcaísmo castellano, primera palabra de las Coplas Manriqueñas:

“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida,
como se viene la muerte tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor”.



“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar”.

Mi padre murió a la orilla de uno de esos mares serenos, transparentes en las mañanas del invierno, rizados por la brisa, contemplado y cantado hace demasiados años por Eloy Sotelo, amado en estos tiempos difíciles por Ainhoa Izar. Me lo ha recordado Lloranda Gay, a pesar de que se le ha olvidado firmar su comentario. Quiero agradecérselo, también a Jesús, y a Carmen, y a Postebajo, y al autobús del nene, a la maravillosa gente, amiga y compañera, de los misteriosos barrios del otro lado del río Segura, y a las amigas y amigos anónimos. Los ríos, las vidas, se enamoran del mar, del universo, y desde allí nos contemplan desde las palomas celestiales. Cada estrella es un recuerdo, cada ola un beso de nuestros antepasados. Quiero acercarme a la orilla del mar, dejar caer arena entre los dedos, buscar en las rocas cangrejos, sorprenderme con la aparición inesperada de un caballito de mar, ver el rostro de mi padre emerger de las olas, entre la Isla Perdiguera y la Isla del Barón, contemplar la raíz de la luna bebiendo de los arrecifes de Isla Grosa...

¡Gracias!

jueves, 12 de agosto de 2010

A mi padre...



Cuando Lucía Sánchez llegó aquella tórrida madrugada del 12 de agosto a su destino, pudo contemplar la desolación de una sábana blanca ondulada por la humedad que favorecía la mansedumbre de las hojas y de las nubes oscuras suspendidas en la estrecha mirada de un jardín. La sábana detuvo su peregrinar en un cuerpo caído que minutos antes era brío y voz atronadora, y lo ocultó totalmente a la balada de la luna y de los jazmines, al sabor a sal y a la vibración luminosa de las olas, a las yemas de los dedos de una hija que ya se sabía huérfana para siempre y a la mirada azulada de unos ojos honrados y justos. Entonces recordó aquellas palabras escuchadas en los lindes de la Selva de Irati: ¡Tú si que has viajado, Miguel, tú si que has viajado!. Y vio la figura de su padre iluminada por una luna como dos soles ecuatoriales caminando por las sendas de los montes de Olot, bebiendo de las aguas tensas por Besalú, descendiendo al cráter de Santa Margarida y apoyando su espalda en los muros de piedra de una ermita construida con su vientre místico mirando las palomas celestiales.



¡Papá: nunca te olvidaré!. Te soñaré caminando a mi lado en las espesuras de la vida, apartando con tu alma buena la maleza que se enreda en mis pies, guiándome entre martirios y fraudes frailescos, aunque no te vea, aunque sepa que estás en algún lugar del Universo dialogando con la verdad y vigilando el destino de tus descendientes.



¡Papá te quiero!.





martes, 10 de agosto de 2010

Campus Femenino, muchos campus femeninos...


Transcribimos participación en el foro de losquenoentendemosdebaloncesto de Paola, Directora de comunicación de Katec, sobre el campus de tecnificación de san Javier, ya que algunos padres y madres se han interesado por él:

“Hola Lucía: Soy Paola, la Directora de comunicación de Katec (antiguo campus de tecnificación Mar Menor). He visto que algunos de tus lectores se han interesado por nuestro campus: en cuanto a la información sobre el campus, podeís pedirla por facebook: Katec Basket Campus. En lo referente a los jugadores,algunos son invitados, pero también existe la posibilidad de asistir al campus por voluntad del jugador trayendo una recomendación que será valorada por los directores del campus, para ver si el jugador entra dentro de los perfiles que buscamos. Así nos aseguramos de mantener el nivel de los jugadores.
Lucía, como primicia te cuento que el próximo año tenemos pensado hacer un campus femenino. Este año, invitamos a dos jugadoras cadetes de Capuchinos para probar y al igual que ellas, estamos muy contentos con el resultado. Si finalmente conseguimos llevar a cabo el campus femenino, estaríamos encantados de que vinieras a pasar un día con nosotros”.

Desde este blog nos alegramos de que el año que viene haya campus femenino, al menos que se comience a plantear seriamente la posibilidad de su celebración. Ahora a conseguirlo. Parece que algo positivo se mueve en el baloncesto regional. Se está viendo en todos los campus celebrados: en el del CB Murcia de Xavi, en el de Felipe Coello y Quini (que lleva ventaja) en el de San Javier del próximo año...

sábado, 7 de agosto de 2010

La luz mediterránea...



A diferencia del norteamericano, el baloncesto mediterráneo murciano, en su versión marmenorense, siempre viene de la mano de una buena mesa. También de una buena sobremesa. La mañana se acompañaba de una brisa que inflamaba las costuras de las banderas y desasosegaba las entrañas de las palmeras, la luz brillaba en las sonrisas levantinas del mar y, como nubarrón negro en el paisaje de barcas y primeras sombrillas inclinadas sobre la arena, la claridad del día mostraba los edificios de la derruida La Manga. Se celebraba el primer día del 3X3 de Santiago de la Ribera en el mismo sitio que los años anteriores y, en una primera y cansada mirada, el paisaje era el mismo, con algunas nubes ocultando momentáneamente un sol inmenso y, a veces lo pensamos, demasiado inhumano para nosotras, pobres mortales, que no pretendemos llegar a él con alas de cera o pegasos de blancas crines. Nos contentamos con cosas mucho más prosaicas: ver jugar y divertirse a nuestros hijos, sentir la brisa marina en el rostro, en los brazos, en los labios, caminar con el agua salada cubriéndonos los tobillos, observar el horizonte y señalar con la mano el molino, las encañizadas, la linea horizontal de La Mota. Entre partido y partido, entre sonrisa y sonrisa... Y también deconstruir mentalmente los trabajos de los hombres: quitamos los edificios de muchos pisos, las construcciones que invaden las leves aguas del Mar Menor, borramos de un plumazo las verticalidades de ladrillo del otro lado del mar, imaginamos a Carvalho moverse pesadamente entre las dunas de La Manga y aspiramos el aroma marino de Juan Goytisolo mientras cruza la laguna en dirección al Carmolí, y leemos en el cielo las palabras que alguna vez escribiera Carmen Conde de un mar que se nos arrebata cada día:



“Cerramos todos los ojos. ¿Quién es el que viene andando,

que apenas pisa las olas...?

¿Quién multiplica la pesca y arrebata muchedumbres?

¿Eres un mar, o aquel lago que secó el sol de la ira?

¿Eres el mar, o un espejo que del cielo ha descendido

para que nosotros, tuyos, queramos soñar el mar?”. (1)



Y entonces comprendemos que la poesía puede ser extirpada de la vida, de los cielos, de los mares, de las montañas que besan las auroras con sus dedos oscuros. Sólo queda la memoria y el recuerdo de los caballitos de mar, y los cangrejos, y los zorros entre las rocas y alguna anguila tomando el sol en los rizos del mar.



Pero estamos entre amigos y amigas, entre hijos e hijas, entre padres y madres que disfrutamos viendo botar el balón. En el 3X3 de santiago de La Ribera nos juntamos mucha gente dispuesta a disfrutar de los sueños embriagadores de un deporte de equipo en el que los contrincantes se divierten, se ayudan, se abrazan y se emocionan. Al lado del mar y de las palmeras, al lado del mundo de nuestra niñez que alguna vez, en un camino ora recto ora sinuoso, nos abandonó en brazos de la madurez y de la responsabilidad. Pero cuando miramos el mar, la húmeda arena, los retazos azulencos entre las sombrillas y las embarcaciones, recordamos aquellos tiempos de plácida insensatez, cuando nos subíamos a la vida y contemplábamos, desde un edificio en construcción, “2001, Una Odisea en el Espacio”, no lejos de allí, en el cine de verano de Lo Pagán.



A mediodía, la comida. Arroz a banda mientras la luz mediterránea nos relata la belleza de compartir mesa y mantel con tantos amigos y amigas recolectados felizmente en los campos del Señor Baloncesto, nuestro dios particular.



Ya de madrugada, cuando la brisa marina ha dejado de susurrar a las hojas y las nubes blancas adornan de algodones la luna de la poeta cartagenera, releemos la anotación de los Diarios de Max Aub correspondiente al 23 de enero de 1953:

"Olvidar: gritar alto que la vida, lo único que traemos, es prodigiosa. Bajar a lo más pequeño naturalmente: un grano de arena, una hormiga, el pétalo de una rosa, y decir nuestro asombro. Nos hemos olvidado de la vida por tenerla tan a mano y nos hemos refugiado en entelequias – que convertimos en instrumentos de nuestra tortura -. Sacar de cada cosa algo bueno. Asombrarse. Hallar en todo razón de vida y darle gracias al cielo que es la tierra. Olvidar”.



(1)- Carmen Conde: "Los poemas del Mar Menor". 1962



martes, 3 de agosto de 2010

El retorno



A las afueras del pueblo, junto a la riera de Arbùcies, se levanta una urbanización de adosados prácticamanete deshabitada. La constructora quebró y las flamantes viviendas están cerradas a cal y canto, mientras el matorral se adueña de los parterres de sus patios. Desde una calle, por encima de la arboleda que fecunda todo el pueblo, se ven, bajo una luz crepuscular, las alturas mágicas del Montseny. Bajamos al bosque de ribera de la riera y nos sorprende la cúpula arbórea que la cubre y la abundancia de agua que brota de todas partes. La penumbra sólo se ve empañada por algunos rayos de sol que logran filtrarse entre las hojas de los árboles y que se reflejan en las húmedas rocas del lecho fluvial. Es un paisaje hermoso, lleno de colores y sonidos. Por aquí estuvo, a finales de los años 20 del siglo fenecido, Santiago Rusiñol inmortalizando en sus cuadros la poesía que mana de cualesquiera rincón de este valle de bosques de encinas, robles, pinos, alcornoques... y plátanos en el paseo de la riera y en las plazas y paseos de los pueblos. Llegamos, siguiendo el cauce del riachuelo, hasta el Molí de les Pipes y soñamos, los sueños son libres y abiertos a lo inexplicable, con encontrarnos, en alguna poza de agua, una pareja de nutrias jugando con un pez. Pero parece que estos animales desaparecieron hace bastantes años de estos paisajes que atraen con tanta insistencia a las personas que vivimos en la ciudades.

De regreso a Murcia, un entrañable anónimo nos informó como acceder a las fotografías del Campus de San Javier en el que participa nuestro hijo. Parece que se lo están pasando bien, entre compañeros, entre amigos, entre gente que disfruta jugando al baloncesto. Nos dedicamos a buscar en las fotos rostros, gestos, escorzos, movimientos truncados, complicidades, palmadas en la mano, esfuerzo, pasión...

A escasos kilómetros el Mar Menor y sus paseos de palmeras, la brisa marina, el leve encrespamiento de las aguas, los molinos y el cielo azul. Volveremos a pasear por sus plácidos crepúsculos, nos cruzaremos con ciclistas, con conocidos, con desconocidos y, en algún momento, el paisaje se abrirá a su pasado no tan lejano y nos devolverá la imagen de los caballitos de mar levitando en la transparencia del agua.