domingo, 4 de diciembre de 2011

Black Berry (*)

Los trajes impecables, de color burdeos, no fueron óbice para que Black Berry reconociera en aquella gente a sus iguales. Los vio llegar con sus cabelleras al aire, con sus relojes de platino y sus rostros oteando el vuelo de las gaviotas del cercano puerto. Y los vio marcharse a las pocas horas con sus trajes burdeos resplandeciendo en gotas de oro y diamante, con sus rostros observando las últimas nubes rojizas del crepúsculo, con sus puños cerrados, apretados, marcando nervios de acero. En los embarcaderos les esperaban los yates, los capitanes de blancas barbas, los botellas de champán y el húmedo viento del inmenso y inexplorado mar de las estrellas de Orión.
Por allí paso Pedro Alberto Cruz recitando poemas de “no comparto las razones de la luz”y los marineros lo arrojaron al agua; por allí pasaron los rapsodas de la Murcia Liberal y los capitanes se mofaron de su impostura; por allí llegó pidiendo agua un tal Valcárcel y los cangrejos del estuario le pinzaron el vello de las piernas.
Trajes impecables de poetas del dinero, cabellos al viento del oeste, llanuras infinitas y caballeros cazando pieles rojas. Y en la desdicha, los ríos son campos de serpientes y de amapolas azules por los que descendemos buscando las estrofas de nuestra muerte. A lo lejos, el agua salada se endulza con nuestro trabajo y nuestra desdicha, y la sangre brota de las tripas de los salmones.
Black Berry soñó con un mundo de bribones viviendo en los palacios del poder,
Black Berry soñó con rimas acabadas en $,
Black Berry soñó con un ducado en Palma,
Black Berry, Black Berry vente para Murcia:
tus sueños se harán realidad.
Los vio llegar con sus cabelleras al aire, dulces frentes de licor de avellanas, la piel tersa y las palabras melodías de un mundo infernal. Así debió ser Satán cuando gobernó en tiempos del holocausto: dulce, meloso, besando niños y aplastando cráneos. Ahora ya nada de eso queda, vivimos en paz, los médicos son nuestros amigos y los economistas nuestros protectores. Entramos en los bancos como en los hospitales, con esa dicha interior que nos protege de todo mal.
Black Berry, háblanos de la tristeza de nuestros padres, muertos en campos de batalla o de espaldas a los muros de los cementerios. ¡Y explícanos como se crea tristeza en las luciérnagas de la ciudad!.Tu lo sabes, eres el hombre nuevo, vives para amar y para ser odiado, y escribes besos de ambrosía en las puertas de nuestras vidas.
Black Berry soñó con un mundo de bribones viviendo en los palacios del poder,
Black Berry soñó con rimas acabadas en $,
Black Berry soñó con un ducado en Palma,
Black Berry, Black Berry vente para Murcia:
tus sueños se harán realidad.
Así habló el poeta, tejiendo versos en las nubes, tejiendo mentiras en las entrañas de una ciudad, bebiendo de los sueños el licor de la alegría.
Estamos secos, estamos secos....


(*)- Como es bien sabido, este no es un blog de baloncesto


4 comentarios:

Jesús García dijo...

Querida Lucía, por Black Berry, por Casa de muñecas, por Ernesto Sábato o por Silvio Rodríguez, incluso por la mismísima Lloranda Gay, te agradezco que este no sea un blog sobre baloncesto, faltaría más.

Anónimo dijo...

Despedida de Perez Reverte a ZP.

.XLSemanal revista online de actualidad

No quiero, señor presidente, que se quite de en medio sin dedicarle un recuerdo con marca de la casa. En esta España desmemoriada e infeliz estamos acostumbrados a que la gente se vaya de rositas después del estropicio. No es su caso, pues llevan tiempo diciéndole de todo menos guapo. Hasta sus más conspicuos sicarios a sueldo o por la cara, esos golfos oportunistas -gentuza vomitada por la política que ejerce ahora de tertuliana o periodista sin haberse duchado- que babeaban haciéndole succiones entusiastas, dicen si te he visto no me acuerdo mientras acuden, como suelen, en auxilio del vencedor, sea quien sea. Esto de hoy también toca esa tecla, aunque ningún lector habitual lo tomará por lanzada a moro muerto. Si me permite cierta chulería retrospectiva, señor presidente, lo mío es de mucho antes. Ya le llamé imbécil en esta misma página el 23 de diciembre de 2007, en un artículo que terminaba: «Más miedo me da un imbécil que un malvado». Pero tampoco hacía falta ser profeta, oiga. Bastaba con observarle la sonrisa, sabiendo que, con dedicación y ejercicio, un imbécil puede convertirse en el peor de los malvados. Precisamente por imbécil.

Agradezco muchos de sus esfuerzos. Casi todas las intenciones y algunos logros me hicieron creer que algo sacaríamos en limpio. Pienso en la ampliación de los derechos sociales, el freno a la mafia conservadora y trincona en materia de educación escolar, los esfuerzos por dignificar el papel social de la mujer y su defensa frente a la violencia machista, la reivindicación de los derechos de los homosexuales o el reconocimiento de la memoria debida a las víctimas de la Guerra Civil. Incluso su campaña para acabar con el terrorismo vasco, señor presidente, merece más elogios de los que dejan oír las protestas de la derecha radical. El problema es que buena parte del trabajo a realizar, que por lo delicado habría correspondido a personas de talla intelectual y solvencia política, lo puso usted, con la ligereza formal que caracterizó sus siete años de gobierno, en manos de una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no en sinvergüenzas que, pese a que su competencia los hacía conscientes de lo real y lo justo, secundaron, sumisos, auténticos disparates. Y así, rodeado de esa corte de esbirros, cobardes y analfabetos, vivió usted su Disneylandia durante dos legislaturas en las que corrompió muchas causas nobles, hizo imposibles otras, y con la soberbia del rey desnudo llegó a creer que la mayor parte de los españoles -y españolas, que añadirían sus Bibianas y sus Leires- somos tan gilipollas como usted. Lo que no le recrimino del todo; pues en las últimas elecciones, con toda España sabiendo lo que ocurría y lo que iba a ocurrir, usted fue reelegido presidente. Por la mitad, supongo, de cada diez de los que hoy hacen cola en las oficinas del paro.

Pero no sólo eso, señor presidente. El paso de imbécil a malvado lo dio usted en otros aspectos que en su partido conocen de sobra, aunque hasta hace poco silbaran mirando a otro lado. Sin el menor respeto por la verdad ni la lealtad, usted mintió y traicionó a todos. Empecinado en sus errores, terco en ignorar la realidad, trituró a los críticos y a los sensatos, destrozando un partido imprescindible para España. Y ahora, cuando se va usted a hacer puñetas, deja un Estado desmantelado, indigente, y tal vez en manos de la derecha conservadora para un par de legislaturas. Con monseñor Rouco y la España negra de mantilla, peineta y agua bendita, que tanto nos había costado meter a empujones en el convento, retirando las bolitas de naftalina, radiante, mientras se frota las manos.

Anónimo dijo...

Estamos secos y tiesos. Esto no hay quién lo arregle. Nos queda muy poco de aguante para salir a las calles a reclamar lo que es nuestro, de todos, y unos pocos en estos últimos años se lo han quedado todo.
Ya no tenemos alegría, estamos tristes, a la espera, aguantando. ¿Hasta cuando?...

Anónimo dijo...

Hola, Lucía.
Gracias Jesús, por mencionarme para algo no malo. A mí me gusta el baloncesto y disfruto mucho viendo a los críos jugar y pasarlo bien, ganar y poder perder con una sonrisa de alegría por haber perdido ante su amigo.
No entiendo mucho de baloncesto y me asomo por vuestros blogs para ver si me entero de algo. No es así, la mayoría de las veces pero aquí disfruto leyendo a Lucía y poniendo lo que me sale del alma, no de otro lugar que alguien mal pensado pueda suponer.
Me gusta, lo leo y escribo. Siempre poco pues no quiero ser cansina e intento no ser lánguida, como decía el otro día un admirador mío, ja,ja,ja.
Un beso, Jesús y otro para la dueña de ésta casa.
Gracias, Lucía.
Lloranda Gay.