miércoles, 12 de octubre de 2011

Nuestra mujer en Berlín...

Cada vez que pienso en el caos, y en estos tiempos de simbología apocalíptica lo hago con harta frecuencia, se me representa en la mesa de disección una salchicha alemana. La carne sobra toda pero la piel, endurecida con el látigo que Ángela Merkel utiliza para fustigar a los pueblos del sur, es ideal para que todos los europeos nos ahorquemos en honor del Mercado Libre y Sacrosanto.
¡Va por Ángela Merkel!.

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