lunes, 29 de septiembre de 2014

Explosivos exógenos en la lengua de la nube


La noticia publicada ayer por El Confidencial, el (auto)denominado diario de los lectores influyentes, que informa que “Podemos apunta ahora a CCOO y UGT: va a crear un sindicato para desbancarles” tiene las suficientes contradicciones para que pensemos, en un primer momento, que se trata literatura panfletaria que busca enervar las relaciones en una izquierda española que está sufriendo sacudidas telúricas en su forma de organizarse e interrelacionarse versus repelerse. Sería un tipo de explosivo exógeno para enfrentar, atomizar, rediseñar nuevos reinos de taifas en el convencimiento que la división de los otros es el maná de la derecha española, la política pero también la de los que manejan los hilos de las marionetas que transitan por las páginas de la Constitución, creyendo que esta es la marmita en la que se cocinan las fortalezas de la nación.
Si tal interpretación no fuera esta, nos enfrentaríamos a otra no menos preocupante: la de unos ideólogos omnicomprensivos, ahistóricos, que deambulan por los retazos de la realidad económica y social pontificando un pensamiento creado exnovo después de reiniciar la historia y sus luchas milenarias. No creemos que tal posibilidad tenga mucho de real. No imaginamos a Iglesias, Monedero, Bencasa, Errejón prisioneros de la enfermedad del olvido histórico; su formación académica no parece avalar tal hipótesis. Hablamos de gente que ha leído mucho, seguramente sin llegar a enloquecer, literatura histórica. Ellos sabrán, o conocerán, la metáfora de la historia como un árbol frondoso y enfermo a la vez, la de las ramas secas que fueron podadas por la barbarie social y de las ramas guías que abren en el vacío nuevas formas de dominación social . La savia de las ramas más vigorosas actuales no bebe del igualitarismo milenario, el religioso y el posterior laico, sino de escuelas como la de Chicago o la anterior vienesa, aunque el árbol esté podrido desde hace decenios merced a la otra barbarie medioambiental. Hace ya siglos que el igualitarismo dejó de ser herejía, pero todavía hoy nadie ha talado sus ramas y los espectros de lo que pudo ser y fue exterminado vagan por las verdes campiñas inglesas.
No puede desconocer Iglesias la historia desde la implantación de los estados modernos, tampoco la acumulación de capital conseguido mediante el expolio de la propiedad privada de los humildes, menos aún los primeros socialismos, el marxismo, el anarquismo, la formación del movimiento obrero, tanto el sindical como el político aunque ambos se confundieron durante demasiado tiempo. Si la desconociera, no sería Iglesias y su discurso no hubiera roto con las ideas inmutables que a otra cierta izquierda la hecho lenta, pesada, incapaz casi siempre de adelantarse o siquiera comprender los movimientos del vientre social.
Dejando aparte, la identificación de los sindicatos de clases con la llamada casta, la venta quincallera de certificados de pureza anticasta o de otros excesos del lenguaje que, podemos suponer, es fruto de un deseo de poner patas arriba todos los valores que hasta ahora considerábamos seguros, sorprende que fuentes (nunca identificadas) de Podemos afirman que CCOO y UGT “no tienen discurso propio” por sus “relaciones de dependencia con Izquierda Unida y PSOE”. El problema, y en esto no habrá disputa, es que la supuesta dependencia de UGT y CCOO de IU y PSOE forma parte del discurso secular de la derecha española, es uno de sus titulares más queridos, es la razón de ser de los sindicatos profesionales o amarillos que siempre han intentado imponer a la clase obrera española. Todavía se recuerda a un político llamado de izquierdas como Alfonso Guerra azuzando a profesionales de alto nivel retributivo y de gran capacidad de presión para que se organizaran al margen de los sindicatos de clase antes y después de la Huelga General de 1988. Y sobre lo de que “no tienen discurso propio” llama a carcajearse en el centro del ágora, del lugar público donde han de intercambiarse las ideas. No, es evidente que los anónimos teóricos de Podemos tienen bastante bagaje intelectual para saber que el movimiento obrero y y político de izquierda separaron sus caminos, antes en otros países, entre profundas divergencias sobre como afrontar el cambio social y la profundidad del mismo.
Pero, ¿cómo se supone que el nuevo sindicato va a tener discurso propio y autónomo asumiendo “los valores de Podemos?. ¿Se trata de un nuevo desliz de personas que persiguen cambiar el significado de las ideas con la novis verbis de Podemos desconociendo que el idioma es una construcción social diacrónica?. ¡Sustituir sindicatos sin discurso propio por su dependencia política por otro sindicato con el discurso (y los valores) propio del partido nodriza en el que cabe todo menos, al parecer, la impureza y sus manifestaciones!.
Los lugares comunes de la derecha más rancia aflora por los costuras del artículo. Al parecer, gente anónima de Podemos, pero sobradamente preparada, se ha reunido con sindicatos pequeños, seguramente de ámbito nacional y local, para conocer sus impresiones sobre el lanzamiento de un nuevo sindicato. Al parecer, estos sindicatos con experiencia de lucha obrera, transmiten la idea de que tanto CCOO como UGT son casta porque son mayoritarios y son mayoritarios porque pactan pucherazos (“cada comité de empresa, cada administración, “tiene ya marcado un cupo de representación de delegados sindicalespara cada una de las centrales históricas”) y porque tienen estructuras estables (lo que, por otro lado, permite su estabilidad en el tiempo). No sabemos que sindicatos son estos. Si participan en procesos electorales sabrán que no hay cupos y que muchas veces las contiendas electorales son duras y sin concesiones con independencia de que tener estructuras estables favorecen obtener mejores resultados, aquí y en Sebastopol.
Todo el artículo, desde el principio hasta el retorno eterno a la formación que imparten los sindicatos, y no solo UGT y CCOO, tiene el estilo de panfleto, de estar escrito para dividir y enfrentar para evitar que los movimientos telúricos de la izquierda española acaban definitivamente con el cainismo tan conocido y azuzado por las derechas patrias.
Por último, vamos a suponer que los delegados de Podemos se han entrevistado con organizaciones sindicales minoritarias, que ciertamente persiguen la creación de un nuevo sindicalismo “que deje la ideología en casa” (leer Somos, Podemos y la ideología que se quedó en casa), que cometa los mismos errores que ya cometieron UGT y CCOO en su tiempo, que persigan moralizar el sindicalismo como pretenden moralizar la sociedad toda (en este sentido, Podemos nos recuerdan a las sectas religiosas inglesas de los siglos XVII y XVIII que hicieron más de lo que se cree en la génesis del movimiento obrero internacional). Supongamos que Podemos es una nueva religión laica que pretende diseñar la sociedad nueva desde el rechazo del pasado. En este caso, solo queda manifestarles mi profundo pésame. Deberían volver a sus cátedras, a sus libros y leer a Tuñon de Lara, a Pierre Vilar, a Juliá, a los historiadores españoles que se han acercado al movimiento obrero español desde el siglo XIX y aún antes. Sabrían que el sindicalismo se construye en la mina, en la fábrica, en la calle, en las cárceles y en las miserias del modo producción capitalista, o feudal, o esclavista, o asiático... No en los cafés ni en las pizarras de los departamentos universitarios. Como lo hicieron UGT y las Comisiones Obreras.

Pero supongamos y creemos sinceramente que el artículo de El Confidencial es un panfleto. Desde el momento que no da nombres, ni siglas sindicales y solo generaliza desde la estulticia, podemos pensarlo así. Supongamos también que si Podemos quiere insuflar un hálito de innovación al sindicalismo clásico (los sindicatos con los que se ha reunido también lo son) se sentará a la mesa, al menos con CCOO

jueves, 25 de septiembre de 2014

Una rosa y no más...




Realmente, aquella mañana, después de  la tormenta de la madrugada y de las ramas de las acacias arañando con sus papiros de luz otoñal los cristales de la ventana, fue extraordinaria. Y no lo fue porque el sol brillara en lo alto de un cielo limpio y, después de muchos meses,  azul como esos mares que vemos en las postales y en los que sabemos que nunca podremos nadar, sumergirnos, sentir su cálido terciopelo en la piel, besarlos con los labios mientras observamos en la arena del fondo el rostro más querido del pasado, del útero de Selene. No. La mañana asemejaba un racimo de sueños anudado por el cielo rosáceo del alba. Y esa apariencia la hacía extraordinaria, una mañana de calidez meridional; y esa sola idea, y esa boca en la mía, y ese cuerpo desnudo empapado de bruma y de lluvia otoñal, y esa mirada, y esa habitación blanca, sencilla, una rosa y no más…

Realmente, aquella mañana era nuestra mañana y el mundo y sus miserias ni siquiera recuerdo.