domingo, 7 de marzo de 2010

El CB Murcia se va a pique



La vida debería ser vivida provisionalmente, tanteando el error y el acierto en los ojos de la alegría. El Cb Murcia se va a pique y con él se van, como bandadas de negras golondrinas, las sonrisas que esbozamos en el plenilunio de verano pasado, rizadas ondulaciones en nuestros (murcianos) pesimismos deportivos. Pronto se irán también las lluvias, el viento y las largas nubes del horizonte caído. Pero quizá sea incluso deseable que un equipo baje de categoría si sus raíces son débiles y superficiales, incapaces de soportar un temporal de errores encadenados, humanos, agitados por los fantasmas de la dejación. Ese es nuestro equipo, como todo lo que crece por estas fértiles tierras que se olvidan de las almas de sus cosechas, arrancadas y engullidas en los canales de Amsterdam o en las bocas del metro de París. Pero en los restos del árbol caído florecen las orquídeas y los tulipanes, se alarga la sombra de la esperanza y la vida brota de la materia inerte. Al menos así debería ser. Lo hemos visto en otros lares, hemos visto resurgir el ave fénix de la noche de la desesperación, remover a su alrededor olas de arena y balaustradas de piedra cincelada por el deseo. Sí, del fondo del alma colectiva pueden surgir huracanes de voluntad. Y cuando lo pensamos, miramos en derredor y vemos un valle hermoso rodeado de sierras, y de gentes que siguen creyendo en los milagros. Esta temporada no será posible, el barco se ha hundido y ahora reposa en las profundidades abisales de la LEB. Ninguna fuerza colectiva y titánica será capaz de reflotarlo porque las heridas son incompatibles con la vida junto a los grandes del baloncesto. Pero acaso la temporada próxima un géiser submarino reflote la alegría sobre un cielo blanco, impoluto, preparado para ser reescrito con las estrellas de la gloria. Así lo esperamos.

Hoy nuestra hija ha jugado en Blanca. Seguimos preocupados por el baloncesto femenino, por la desaparición de secciones femeninas, por las fallas de una realidad (organizativa) que trata en igualdad condiciones desiguales, y que no llega a comprender que la igualdad es el tratamiento desigual de condiciones desiguales. En algún sitio hemos reflexionado sobre la teoría de género, hemos hablado de estereotipos y de construcciones sociales. Lo cierto es que es difícil remover obstáculos si sólo intervienen una parte de los actores del baloncesto regional. Hay que reunir a madres y padres, a entrenadoras y entrenadores, a jugadoras y jugadores, a árbitros y árbitras, para preguntarnos las razones por las que si el deporte es un bien deseable para todas las personas, su práctica no se distribuye más o menos uniformemente, con independencia del género de la persona que lo práctica. Algo falla, ya lo hemos dicho en otras ocasiones. Y evidentemente no se puede culpar a las niñas de tal constatación.

¿Para cuando los módulos formativos de igualdad de género en la formación de las y los profesionales del baloncesto?, ¿para cuando una charla con chicos y chicos explicándoles el valor igual del esfuerzo deportivo de unas y otros?. ¿Para cuándo la primera concentración conjunta, festiva, alegre, en la que se transmita valores que enriquecen y unen en la diversidad?.

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