Ha muerto Ernesto Sábato. Para algunos de nosotras, esa parte de nuestro corazón que conoció la barbarie y no se la calló. Ahora es eterno porque vive junto a nosotras, en la biblioteca del pasillo o en el libro de la mesita de noche, mientras miramos el techo y vemos las tinieblas en las que él se sumergió- cuando dejó de sonreír-.
Eterno Sábato, eterna nuestra desdicha.
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