No sabemos exactamente lo
que es nuestro país, ni lo que será dentro de diez años, pero sí
podemos crear metáforas con un inexistente bisturí de nihilismo
terapéutico. Por ejemplo: Paramount, Marina Cope, Eurovegas,
Barcelona World son el martillo con el que se remacharán los clavos
de una España crucificada por los políticos y sus adláteres. En el
último proyecto, Barcelona World, no sabemos si se podrá hablar de
España cuando se culmine el desastre, dada la tendencia centrípeta
de los nacionalismos, incluido el español, a romper un estado que se
desentiende de lo que une.
Aznar, Zapatero y ahora
Rajoy han martilleado con fervor mientras las campanas de la Europa
unida repicaban en inmisericordes en todos los rincones, también en
los campos de ortigas, de nuestro país. Ahora estamos cautivos del
euro, de los campos de golf, de las desaladoras y del ladrillo, y la
única salida que vislumbran los ineptos que atestan los sacros
lugares de la soberanía popular es repetir los mismos errores:
llenar España de casinos, parques temáticos y macrourbanizaciones.
Y aquí está Valcárcel,
y allí está Aguirre,
y un poco más allá está
Mas.
Algo grave debe estar
ocurriendo en nuestro país para que hasta el gobierno catalán entre
en una puja por el humo negro de Eurovegas. De Valcárcel esperamos
cualquier cosa y de Aguirre querer convertir Madrid en el prostíbulo
de europa- que ya sabemos que la prostitución es el oficio más
antiguo de la Humanidad y el más desregularizado laboralmente, algo
por el que la presidenta madrileña tiene especial querencia-.
Amén, que el martes es
la romería y pediremos a la patrona que nos traiga lluvia, ladrillos
y cemento.
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