Si hay algo real en todo
esto, es decir, en la pretensión de que el baloncesto es un arte-
así lo definen algunos entrenadores- entrando en esa dicotomía que
se da también en la arquitectura que a veces de define como ciencia
y a veces como arte, entonces en el mercado actual, al menos en la
categoría junior, el arte cestista está muy repartido entre cinco o
seis equipos, dejando al margen el I+D teutónico (si hablamos de
tecnología) o la excelencia teológica (2000 años de rapiña
filosófica da para mucha, 200.000 años si nos remontamos al símbolo
de muerte en las entradas de las cavernas) que representa el UCAM 95.
No obstante, las creencias circunscritas a territorios materiales y
espirituales, restringidos como el nuestro, siempre han de ser
relativizadas (y el dormir desnudo debajo de una parra también), y
las voces susurrantes que parecen tener su origen en algún punto G
del cerebro (no busquemos en la lujuria lo que no es físico)
resultan en este tiempo, y con esta edad, el rallado de un disco de
vinilo que algunos entrenadores guardan en un hueco de la infancia en
el que se hablaba de éxito, esplendor y honor.
Todo esto pasó y ahora,
con el viento fresco de la primavera agitando las hojas de los sauces
y el vuelo de las palomas esbozando quiebres de alas en un horizonte
urbano transido por el tañido de las campañas, percibimos
nítidamente que el baloncesto es un deporte, que siempre careció de
la mítica de la lucha por la vida y que las teorías más barrocas, que le construyen esqueletos con los restos de las teorías de
Einstein, pueden ser refutadas en el primer año del parvulario.
Finalmente, solo queda el
rostro de Santa Teresa y su gozo profano, y todo lo hablado en las
tardes otoñales, esos discursos hilados con el espacio, el volumen y con el aura que surge de la piel sudorosa y brilla como las luciérnagas
en noches de luna nueva, se olvidan como residuos huecos de
estafadores de la irrealidad en la que viven y hacen vivir a sus
pupilos.
La gacela es un bello
animal herbívoro de movimientos gráciles. Con el tiempo será
devorado por el cazador más dotado de la sabana. Para algún
entrenador, el arte consiste precisamente en el sacrificio del animal
débil y pedirá, además, que el rostro de la gacela muestre el gozo
carnal de una santa de Ávila berniniana para morir artísticamente
con la bendición divina.
Al otro lado del río,
las noches son más largas. Mientras, el río fluye y en los rizos del
agua observamos los rastros del amor profano.
4 comentarios:
Magistral. A buen entendedor...
Yo también prefiero este otro lado del río donde todo es más apacible y el depredador solo mata para sobrevivir, aunque a veces no hay más remedio que cruzar el puente, ya sabes, gestiones inexcusables.
Hay que hablar del junior del Ad Infante. Ayer perdió en partido amistoso con el CB Murcia 97 de más de 20 puntos. Algo tendrán que hacer si quieren pasar el primer cruce. Son un montón de jugadores, porque no podemos decir que sean un equipo en estos momentos que no juegan a nada, ni tan siquiera una pachanga. Su entrenador tendrá que ver qué les está pasando e intentar que vuelvan a tener la cabeza como a principio de temporada, y también él.
Os pido que expreseis vuestras opiniones para ver si en estos días hubiese alguna solución.
Estoy un poco asustada. Ese "hay que hablar de..." Me recuerda la novela "Tenemos que hablar de Kevin" de Lionel Shriver.
Como amante del baloncesto que hace muchos fuí, el equipo sigue luchando... lo cual es gratificante. En mi modesta opinión, hemos evolucinado desde los tiempos en que fuimos cavernícolas,ya somos capaces de discernir cuando es momento para orar, y cuando lo es para luchar. Incluso se puede orar pidiendo fuerzas para seguir luchando. Así pues me reitero en lo que Otro dijo: "Al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios". Claro que, nuestros césares siguen comportándose como cavernícolas aunque ya no salen a cazar, su hambre es la avaricia, cosa difícil de saciar. Todo está dicho, así que dejémos de hablar y pasemos a actuar pero, como ya mencioné, sólo es una opinión.
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