Me dicen que aquello en verdad ocurrió.
Hubo testigos de los hechos,
También de los desechos esparcidos en el paisaje.
Ya sabes: sangre y vísceras en la fría corriente
De la desesperanza.
Me dicen muchas cosas sobre tí
Y tu silencio;
Que habita en dos mundos: el primero con Spinoza,
El segundo en pasión desbordada, el último refugio de la alegría.
Me dicen que viviste las guerras de religión, y las pasiones
De los pueblos, y sus invenciones: la tradición y la muerte arrodillada.
Pero tú fuiste única en aquel mar de corrientes frías;
Amaste como nunca nos es dado amar, con la piel descarnada,
Haciendo de la noche claridad iridiscente,
En los fondos abisales, amor.
La imagen de un Dios sin diseño, sin voluptuosidad, contemplando su obra
Desde la razón.
Tal vez ya no seamos sino polvo esparcido en la extensión de la herida,
La que hambrienta te busca en la oscura presencia de la batalla,
Izados los estandartes, afilado el frío acero en las rocas del camino
Que me llevan a tí al atardecer,
El lucero ya brillante en un mundo de silenciosa melancolía.
Los desechos esparcidos en el paisaje,
Tu aurora presencia antes de la muerte
Que anuncia el fin de la disputa.
"porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos".
Escrito está en el Pentateuco, amor
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