miércoles, 16 de noviembre de 2011

Wagner

Por Ángela Merkel sabemos que los pepinos españoles deben haber leído al menos a Goethe para ser dignos de ser ingeridos por los alemanes. Desconocemos los gustos literarios de la primera ministra germana, si prefiere el Fausto o Los Sufrimientos del Joven Werther o si el espíritu hegeliano la guía en su Consejo de Ministros. No es Merkel el tipo mediterráneo de supermujer que en los años noventa se incorporó al mercado y suplió con su esfuerzo la inexistencia de servicios que debiera prestar el estado, escuelas infantiles suficientes para empezar. La mujer que miró en derredor y se encontró que los hombres, según ellos y la cultura dominante, no eran capaces de hacer más de una cosa a la vez, por ejemplo, cocinar y duchar a los niños al mismo tiempo. Tampoco parece que le importe mucho si observamos como aprieta la cuerda alrededor del cuello de países como Grecia, ahogada por la usura y la ineptitud corrupta de sus políticos.
Sin embargo, si sabemos los gustos musicales de los bancos alemanes. Es posible que la pasión por la música clásica de nuestros banqueros sea universal y sus homólogos alemanes disfruten patrocinando festivales por todos los rincones de Alemania. Allí hay mucho donde elegir: Bach, Telemann, Beethoven, Shobert, Mozart, Wagner, Mendelssohn, Orff, Strauss, Reimann...(me perdone Alemania y las musas de la música por no mencionarlos a todos. No obstante, y sin razones de peso para errar, no creo alejarme de la realidad si afirmo que la música más escuchada por los banqueros alemanes es La Cabalgata Las Walkirias de Wagner, en su versión cinematográfica a cargo de Coppola.
¡El horror!.
Al finalizar el movimiento solo queda miseria y destrucción.  

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