lunes, 3 de noviembre de 2014

Tu última llamada




No utilices el teléfono
La gente jamás está dispuesta a responder,
Utiliza la poesía”.

Kerouac, 1970


Anoche recibí tu última llamada. Habías decidido irte con las luciérnagas de junio, subida a las nubes que descargaban granizo en los lindes del valle, no lejos del estanque y de los álamos del río blanco. Busqué tu voz en el viento, en el corazón de la piedra, en las hojas brillantes, en el alma de la procesionaria, en el tránsito de las palabras esdrújulas, en la victoria póstuma de Antonio Meucci pero ya los dioses que despreciamos en las tardías noches del desamor te habían poseído en los trópicos de Miller, a la orilla del East River.
Oculto tu rostro en las calles de la Gran Manzana, dormida en una multitud de ojos azules, grises, castaños, del color del foliage de Nueva Inglaterra (tal vez), el viento helado de los Grandes Lagos besando de hielo tus labios, bebes el vino de los mendigos en botellas de papel.
Utiliza la poesía cuando leas On the road, haz de las amplias llanuras tu hogar, evita las cascabeles, bebe de los cactus, duerme el oro de tu piel en el centeno maduro, sonríe a la noche cuajada de estrellas, súbete a un autobús imposible, lee el viento en los cipreses de Van Gogh y escríbeme una sola vez: cuando el mundo no tenga límites y tu cuerpo sea invisible como el Universo.

Goodbye, amor. 

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