El partido que teníamos hoy con F. Coello

Algún lector amigo, anónimo como suele ser costumbre por estos lares- tierra de dioses como todas las riberas del Mediterráneo-, se ha interesado, en un comentario insertado en Eloy Sotelo (V), por el partido que los jugadores del CB Murcia 95 han disputado con el resto de seleccionables cadetes para el próximo Campeonato de España de principios de 2011. Han ganado los del CB Murcia, entre ellos, parece, nuestro hijo. De veinte puntos. Serán otros y otras los que valoren los aspectos técnicos del encuentro, los que analicen los minutos y segundos jugados por cada adolescente de la hornada del 95, los que teoricen sobre las razones o sinrazones en la toma de decisiones de los entrenadores federativos, los que hablen sobre el arbitraje en un sentido u otro. La que escribe, no.

Cuando alguien nos pregunta si hemos leído Millenium, la última novela de Pérez Reverte, Asensi, Falcones, Zafón, Laura Gallego o cualquiera de los best sellers del momento, solemos responder más o menos del siguiente tenor:

-¡Uff!, estoy todavía con la generación beat, finales de los cincuenta. Me quedan 40 años para llegar al siglo XXI. Bueno, miento: un poco más porque ahora estoy centrada en la literatura del exilio, leyendo “los campos” de Max Aub, del ciclo del Laberinto Mágico.

Lo mismo podemos decir del baloncesto:

-¡Uff!, me muevo en los años sesenta del siglo pasado y todavía soy incapaz de situar los números en la cancha.

Acaso por eso, losquenoentendemosdebaloncesto no entendemos de baloncesto, y navegamos por aguas extrañas de la mano de Ulises. A lo lejos, Penélope teje y desteje mientras observa, soñadora ella, el perfil clásico de su hijo Telémaco, que se parece cada vez a su padre ausente.

Mientras el tiempo fluye, los niños se hacen hombres y los sueños se marchitan rápidamente, como las magnolias o los restos de las personas perdidas en las tormentas de las noches celestiales.

Somos humanas, demasiado humanas, y cada vez, cada partido, deseamos ser más parcas en palabras, sentarnos en un apartado lugar de la grada y observar el paso de las nubes y la llegada del otoño mientras soñamos con Ítaca, con los pinos dominando los arrecifes de la isla, con el descanso en brazos de la soledad, lejos de las tormentosas relaciones humanas que nos llevan de un lado a otro, en brazos de la indefensión y del recato social.

Creo que hemos hablado sobre el partido “que teníais hoy con F. Coello”. Ahora volvemos al regazo cálido y dulce de la literatura, ese mundo paralelo a éste en el que construimos castillos de arena y aviones de papel sin que las preguntas tengan un doble o triple sentido.

Pd: hemos cogido prestada una fotografía del blog de Felipe Coello.