La moralidad es un
atributo de los inmorales. Los demás, los que no somos nadie
-tampoco nada- no es que carezcamos de ella, es que no la
necesitamos. Somos seres morales por imposibilidad de ser inmorales-
lo que tampoco quiere decir que si pudiéramos ser reprochables
socialmente, lo fuéramos-. Por eso vemos y escuchamos a tanta gente
que nos produce al menos desazón en los medios de comunicación,
clásicos o no, dándose golpes de pecho, afirmando que nunca han
recibido ni repartido dinero negro, hablando incesantemente de
moralidad, la suya, y de inmoralidad, la de los otros. La mayoría de
la población vivimos una moralidad obligada y asumida como necesaria
mediante la educación y la tradición consuetudinaria de nuestros
ancestros. El no tener es un antídoto contra la golfería y el no
creer se está convirtiendo en antídoto que los golfos suministran a
la gente, extendiendo la sospecha de que el que no está corrompido
es porque no puede, nunca porque no quiere. Pero por fortuna- o por
desgracia- los que no tenemos son muchos y los que tienen pocos y en
franco descenso, por lo que la abominable necesidad de hacer pública
la moralidad (“llegué a la política perdiendo dinero”, más de
treinta años dedicado al interés público”) sin preguntas
molestas deja más al desnudo la mezquindad de los mentirosos,
ladrones y amorales representantes de la gobernanza de la última
década y media.
1 comentario:
Como sabes el término "moral" tiene su origen en el término latino "mores", cuyo significado es "costumbre". Tal vez muchos de estos políticos (o personajes públicos) que defienden su moralidad, lo que están defendiendo realmente son sus actos amparados en sus costumbres, probablemente adquiridas de sus ancestros, adjudicándole a la "mores maiorum" (costumbres de sus mayores) una importancia capital, tal que la defienden como buena o como la única buena, de igual forma que se interpretaba hace más de 2000 años por los antiguos romanos... tomemos como ejemplo la moralidad de los Pujol y sus mayores, los Ruiz-Mateos y su santísimo padre, y un largo etcétera de personajes que están ahora en la palestra solo porque la opinión pública defiende otra moralidad distinta que beneficia más al conjunto de la sociedad que a un grupo muy reducido de ella. Todo ello por buscarle una explicación, aunque según la mía (mi moralidad) estos no son más que unos golfos delincuentes inmorales.
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