Murcia es una ciudad
hermosa en primavera, aunque se dice lo mismo de ella en verano,
otoño e invierno. Suele ocurrir cuando se tiene querencia por algo o
por alguien. Hermosa y de ambientes diversos. Lo mismo llueve en la
plaza de Camachos que los reflejos diamantinos del sol nos ciega en
la Gran Vía, no lejos de la casa de un Gran Benefactor de la Región
durante 18 años ya. En medio, el río fluye libre de represas,
arrastrando la historia, tal vez los cadáveres de demasiados años
de desgobierno. Somos un pueblo de benefactores: desde los caciques
premodernos hasta la pléyade de dadivosos y acaramelados nazarenos,
de huertanos desfilando en elevadas plataformas de morcillas,
salchichas y longanizas, de sardineros con los ojos como platos de
felicidad al lanzar plástico barato
made in china a la multitud entusiasta y de otros
especímenes tribales que nos hablan del despegado interés por las
cosas materiales de los habitantes de este rincón del sur. Pasado el
portal del Gran Benefactor, comienzan a escucharse los silbatos. Es
sabido que cuando se pitorrea en Murcia es o porque el real Murcia ha
perdido un partido, cosa muy normal a pesar de un propietario que
entiende de pelotazos (o por eso mismo) o porque comienzan los tres
días de la Gran Borrachera de los sardineros, una tradición que
cada año mejora su solera y a la que, en el País de Búho, más
pronto que tarde se solicitará que sea declarado Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad.
En estos días de fiesta,
me quedo con el movimiento del río, con el reflejo del sol
crepuscular en el cañaveral amansado en la cola de una ridícula
sardina anclada al fondo cenagoso. Llevamos ya tres semanas con un
río que se mueve como una serpiente que va dejando en su camino
cáscaras de piel seca. En la mota del río, el agua cubre la parte
baja de las palmeras e imaginamos, la distancia nos impide verlo, a
decenas de picudos rojos agarrándose a las cañas que tropiezan con
los troncos, se escoran y siguen su descenso en busca del mar. ¡Ojalá
la corriente arrastre a los benefactores de esta ciudad, la limpie de
la pátina de óxido ideológico que la constriñe entre tanto
plástico tóxico, la libere de su aburrimiento centenario!.
El río baja lleno de
cadáveres, que el mar los entierre y de ellos solo recordemos que
fueron gentes que nos hicieron bostezar de aburrimiento durante
décadas enteras.
¡Ojalá!.
2 comentarios:
¡¡¡LUCIA PRESIDENTA!!!
Desgraciadamente en Murcia al igual que en el resto de España, o pegas un braguetazo como algunos o te metes a político como otros. Si no es así nunca podrás tener un piso en La Gran Vía, aunque también te puede venir por herencia o que te toque algún premio lotero, pero lo que está claro que trabajando decentemente nunca podrás tener ese piso en La Gran Vía de Murcia.
Políticos, banqueros y ladrilleros, aunque ahora a los ladrilleros les condonamos algunas cosas.
En este pais hasta que no ahorquemos como en el oeste de hace 200 años a algún politico y banquero se seguiran riendo de todos nosotros.
Besos Luci
Me parece bién el que quitemos de un plumazo al sr. que ha adquirido un piso en la Gran Vía por no sabemos qué importe, pero que seguro que algún día saldrá esa operación y no estará del todo clara, pero ¿ a quién ponemos ? si son todos iguales de corruptos, tramposos y ladrones.
Todas las corruptelas claman al cielo, pero y esos pobres viejos (con todo el cariño del mundo lo de "viejos", nuestros padres) engañados por la gran banca española y que a los politicos no se les caiga la cara de vergüenza y den dinero a los ladrones banqueros en lugar de quitarles sus bienes para poder devolver el dinero robado por la banca a nuestros mayores. Yo lo solucionaba dando un puñetazo en la mesa y empezando a devolver ese dinero a nuestros mayores quitandolo del sueldo de todos estos h.... de .... que trabajan en la banca y que se escudan en que ellos lo veian bién y también ellos han sido engañados. El otro día hablando con un director de Caja Madrid, me comentó que le relevaron de su cargo por no estar de acuerdo con estas operaciones cuendo salieron y por decirles a sus superiores que él no estaba de acuerdo con ofrecer ete producto, ya que era de alto riesgo para sus clientes. Este director era de la vieja escuela y me decía también que dinero a plazo fijo o en la cuenta corriente, el resto de operaciones es como jugar a las máquinas tragaperras, al final sólo gana uno, " la banca "....
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