lunes, 22 de junio de 2009

Bertolt Brecht: poeta, dramaturgo... lecturas en tiempos de espera



Vivimos en una soledad absoluta, vivimos en un mundo pleno de información sobrante gracias a las nuevas tecnologías pero tenemos el alma recogida en un segundo de angustia. ¿Qué es de nuestro CB Murcia?, ¿por qué no se multiplican las noticias en Internet celebrando la permanencia un año más de nuestro equipo en la élite del baloncesto?. Nadamos en la información pero, hoy, 22 de junio, vivimos en la isla solitaria de Robinson Crusoe, sin tan siquiera el sonido de los tambores de los caníbales.

¿Hasta cuándo este sinvivir?.

Mientras dura la espera, dejamos un poema de Bertolt Brecht, del año 1920.



Recuerdo de María A.



Fue un día del azul septiembre cuando,

bajo la sombra de un ciruelo joven,

tuve a mi pálido amor entre los brazos,

como se tiene a un sueño calmo y dulce.

Y en el hermoso cielo de verano,

sobre nosotros, contemplé una nube.

Era una nube altísima, muy blanca.

Cuando volví a mirarla, ya no estaba.



Pasaron, desde entonces, muchas lunas

navegando despacio por el cielo.

A los ciruelos les llegó la tala.

Me preguntas: “¿Qué fue de aquel amor?”

Debo decirte que ya no lo recuerdo,

y, sin embargo, entiendo lo que dices.

Pero ya no me acuerdo de su cara

y sólo sé que, un día, la besé.

Y hasta el beso lo habría ya olvidado

de no haber sido por aquella nube.

No la he olvidado. No la olvidaré:

era muy blanca y alta, y descendía.



Acaso aún florezcan los ciruelos

y mi amor tenga ahora siete hijos.

Pero la nube sólo floreció un instante:

cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.

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