viernes, 25 de mayo de 2012

Basket Coach


Hay éticas- hablo en plural porque si algo me ha enseñado la experiencia, también la edad, es que a kant lo trocearon en Nuremberg- que duran lo que dura el interés individual asociado o confundido con ideales abstractos tipo “el baloncesto es una forma de vida o una filosofía o una forma de transcendencia cuasi espiritual”. Se argumentará que caído el árbol, sus restos son vaciados de ideales y solo queda el poso amargo del rencor y del deseo de venganza, pero en el camino, en la senda de los años, debería quedar algo en los doctores del baloncesto, esos que idolatran este deporte y sueñan balones botando en las orlas rojizas de las nubes. Y algo debe quedar, aunque sea la poesía psiquiátrica de Panero o las mil formas de esclavitud que entraña un paraíso unitemático. Muerta la ilusión, enterrados los sueños angelinos- si es que alguna alguien los tuvo en esta Región de esparto y molinos derruidos- queda las relaciones humanas, la empatía, la otredad, la capacidad de respetar y ser respetado, y estas realidades son mutuas, y cuando no lo son algo ocurre, late una enfermedad relacionada con la psique social.
Todos conocéis mi opinión sobre la UCAM (o el UCAM), esa universidad que se erigió en el lugar en el que escuché por primera vez el Mesias de Haendel, dirigida por un señor que expulsó de la Diócesis de Cartagena a un tal Reig Plá, fustigador de homosexuales y teorías de género en púlpitos y televisiones. Vivimos en una época de mentiras, de consensos de Washington, de gente mayor suicidándose desde las azoteas griegas y de dramaturgos del baloncesto que hacen de la práctica de este deporte una tragedia y de la amistad una quimera. Este año lo he comprobado mientras mantenía un silencio, y una ausencia, religioso, entre el olor a cera e incienso de un basket coach levitando en los altos aires.

2 comentarios:

José Felipe Coello Fariña dijo...

Interesante reflexión...

Anónimo dijo...

Lucía, siempre hemos vivido en la mentira, está en nuestro discernimiento el que nos engañen o simplemente nos mientan. A mi edad aún recibo puñaladas traperas y ... lo que te rondaré morena. Cuando mencionas el rencor y la venganza me llevas a una de mis citas favoritas: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”, ¿qué tal si sustituimos la palabra venganza por justicia? aunque de momento no esté en nuestra mano, nos queda como bien dices la amistad, el respeto y los cortos momentos de felicidad.