Ayer impactó un cometa
en el cristal de mis gafas. Durante unos segundos quedé aturdida. Una luz blanca brillante pareció iluminar todas las venas de mi
cuerpo. Poco a poco, frente a mí se abrió una espiral de arcos iris
millones de veces superpuestos, y al fondo, en un punto de una
lejanía inconcreta, con la textura de la piel de melocotón, leí los
nombres de los que llegaron. Nombres y apellidos alineados en
vertical sobre una losa de terracota forrada con jirones de piel de
los que nunca llegaron, un universo de pigmentos de piel iluminando
el Big Bang del baloncesto. Luego, vi los bosques de Nueva
Inglaterra, las arboledas teñidas de rojo, la alfombra de hojas de
un suelo húmedo, musgoso.
Solo me quedó pensar que
el universo de los que no llegaron, con sus miles de millones de
luces eternas de ilusión, era hermoso. Y decidí esperar a agosto, a
sentir en la piel la lluvia de jirones de sueños perennes que
perviven porque fueron. Atrás queda esa piel gangrenada de la que
nos habla un anónimo lector de nuestro blog,
“ Aquí
en nuestro mundillo del baloncesto "NADIE OLVIDA" y
jiji-jaja, pero sin olvidar. Y las putadas recibidas, en cuanto se
puedan devolver, a devolverlas. JIJI-JAJA”.
que
en algún momento de la Vía Láctea dejará de ser porque la
gangrena es el poder de los que deciden pero también su enfermedad.
4 comentarios:
Querida Lucía, yo no olvido, ya te lo dije en un comentario. ¿Venganza? pues no.
Pero me viene al pelo una frase que acabo de leer en facebook: "Aquí no es bueno el que ayuda sino el que no jode". Ricado Arjona.
Estimado anónimo: en ningún caso di por supuesto que te vengarás de nada ni de nadie. Todo lo contrario. Sin embargo, me gustó la manera de exponer una realidad que existe y que se prefiere no mencionar.
Estoy contigo, siento si me he expresado mal, lo decía por mí misma. A mí también me ha gustado cómo lo has hecho, el Cosmos, el baloncesto, la política, los compañeros... da igual si captas la esencia. Gracias Lucía.
Si Las Horas Sitiadas no hablara del Cosmos, de los compañeros, de la belleza, de los bosques otoñales de Nueva Inglaterra, de la selva de Irati, de ti o de un caballo trotando en los alrededores del Txillida Leku,
no tendría ninguna razón para escribir y todo sería una página en blanco moteada de miedo.
En Los Jerónimos repican las campañas.
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